Las ganas de terraza presionan el espacio público
Quejas vecinales por la dificultad de mantener las distancias en algunas zonas desde la apertura de los bares
Las terrazas ocupadas a la mitad de su capacidad —por el 50% del aforo que se permite en la fase 1 de desescalada— más los que esperan sentarse a ellas, más los niños que juegan, los jóvenes que se toman una cerveza sentados en el suelo y la gente que sale a pasear abarrotan, tarde tras tarde, algunas plazas y paseos de Barcelona. Desde el pasado lunes, el primer día en el que las terrazas de los bares y restaurantes podían abrir, la Rambla del Poblenou, algunas zonas del paseo de Sant Joan, el entorno del mercado de Sant Antoni y varias de las plazas de Gràcia experimentan a diario el mismo fenómeno: cientos de personas toman la calle. “Es que hay ganas de estar un rato con calma y los amigos después de más de dos meses de encierro”, explica una mujer que lleva una hora esperando con tres amigos a sentarse en uno de los bares de la plaza de la Vila de Gràcia.
Todos los que han abierto en Gràcia —la mayoría a partir del miércoles— siguen la normativa y tienen la mitad de las mesas puestas y las otras atadas con cadenas. “Sí que hemos pedido volver a tener las 10 que teníamos”, explican desde el bar Candanchú con cinco mesas abarrotadas y gente haciendo cola.
Un millar de restauradores han pedido al Ayuntamiento de Barcelona permiso para poner una terraza, los que no la tenían, o para recuperar el espacio perdido por las normas de desconfinamiento. El Consistorio aprobó un decreto para posibilitar a los restauradores mantener las terrazas o instalar nuevas a costa del espacio del coche. Una decisión que no agrada a todas las asociaciones vecinales, que consideran que el Ayuntamiento ha permitido que los restauradores se vuelvan a apropiar de un espacio público que ya habían recuperado.
Pere Nieto, de la Asociación de Vecinos de Poblenou, mantiene que en estos momentos “hay que garantizar más que nunca que el espacio público esté abierto, accesible y saludable”. Desde que se permitieron los paseos y la práctica del deporte, la Rambla del Poblenou se ha convertido en un espacio con un “intenso tránsito de personas”. Y denuncia que desde hace una semana, con la instalación de terrazas, no se cumplen las distancias sociales y se está provocando una sobreocupación del espacio público. La Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) hizo público este viernes un comunicado acusando al Consistorio de haber hecho un “decreto a medida del gremio de restauración” que no garantiza la “seguridad sanitaria ni la accesibilidad” de los peatones. Montse García de la fundación Ecom -que trabaja a favor de una sociedad inclusiva para las personas con discapacidad física- mantiene que en espacios como la Rambla de Poblenou es “imposible que alguien con discapacidad física pueda respetar la distancia de seguridad sanitaria”. García critica que se ha dado carta blanca a los restauradores para ampliar terrazas a costa de la movilidad.
Un paseo por según qué barrios puede dar la sensación de que las terrazas están repletas de clientes. Y no es exactamente así. Núria y Cecilia acuden con sus hijos a la plaza Comercial, en el Born, para que los niños puedan reencontrarse tras dos meses con los colegios cerrados. “No ha habido manera de sentarnos en una terraza. Siempre están ocupadas, pero es lógico, nadie puede entrar dentro de los locales y hay muchos bares que no abren. La gente se apelotona en las mismas terrazas”, mantiene Nuria.
La limitación de las mesas por la normativa genera que la gente se quede en los bancos o en el suelo. En el paseo Sant Joan, los bares que han abierto tienen las terrazas desbordadas. “Yo tenía cuatro mesas y solo puedo poner dos, la gente te pide más sillas y no podemos y acaban haciendo botellón en los bancos”, afirma Nuria Moreno, del Bar On Café. Moreno critica que las administraciones sigan poniendo palos en las ruedas: “Si no se dan prisa en agilizar los trámites de ampliación nunca podremos salir de agujero en el que nos está metiendo esta crisis”.
"Son las ganas de salir que hay. Nosotros estamos desde las 8 de la mañana a las 11 de la noche sin parar”, explica un camarero de la Bodegueta, en Rambla de Catalunya, donde muchos bares y restaurantes siguen cerrados. Pero en ese paseo no hay problema de acumulación de personas paseando o que esperan a sentarse en las terrazas porque la densidad de residentes no tiene nada que ver con las de otros barrios. Y en La Rambla solo han abierto tres o cuatro terrazas que están medio desiertas. “Aquí ahora no hay nadie”, resume un camarero. En la plaza Reial la animación reina en la mitad del espacio: la de los bares que han abierto sus terrazas.
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