Junts aprieta pero no ahoga: mantendrá el diálogo con el Gobierno aunque rechace la reducción de la jornada laboral
El grupo de Puigdemont tiene la intención de tumbar la la medida laboral pero mantiene abiertas todas las demás carpetas y la cita con Illa abre una puerta a negociar Presupuestos

Junts aprieta, pero no ahoga. Después de la cita en Bruselas entre Salvador Illa y Carles Puigdemont, los mensajes que trasladan desde los dos sectores apuntan a que todas las negociaciones siguen abiertas, la relación entre los independentistas y el PSOE no ha sufrido grietas y el hecho de que los independentistas se preparen para asestarle un golpe duro al Gobierno la próxima semana, en la que muy probablemente sumarán sus votos al PP y Vox para tumbar en el Congreso la ley de reducción de jornada laboral a 37,5 horas semanales, medida estrella de Yolanda Díaz, no implica que Junts esté saliendo de la mayoría. Al contrario, el encuentro con Illa alienta la idea, muy extendida en círculos del Gobierno, de que hay agua para negociar cosas relevantes e incluso los Presupuestos, aunque nada es fácil con Junts.
El Gobierno empieza a asumir como probable que Junts tumbe esa norma clave la próxima semana, tal como planteó la vicepresidenta Yolanda Díaz, que insiste en que el Ejecutivo ha hecho su trabajo y es el PP, con sus 137 diputados, quien echará atrás la reducción de jornada que tiene mucho apoyo social, según los sondeos. Díaz evitó cargar contra Junts, con el que ha mantenido una intensa negociación para intentar que al menos permitiera la tramitación, y en cualquier caso asegura que volverá a llevar la norma al Congreso si decae y hará por decreto la parte que no requiere trámite parlamentario, como la regulación del control de horas extra.
Junts busca dejar claro que, pese al revés, en este caso el desacuerdo es ideológico y no un ejercicio de presión deliberado donde, por ejemplo, se podría inscribir el no de los independentistas al techo de gasto en el Congreso, hace casi un año. Esto es, se trata de un “no” puntual que no es un parón de las relaciones como el que planteó Puigdemont a finales de 2024.

La caída en junio de Santos Cerdán, el principal negociador del PSOE con Junts ―ahora es José Luis Rodríguez Zapatero quien sigue en esos encuentros en Suiza, a los que ya acudía antes; y Félix Bolaños, quien mantiene el trato parlamentario más directo, mientras María Jesús Montero está pendiente de todas las negociaciones que afectan a Hacienda, esto es casi todas, y José Manuel Albares quien dirige la estrategia sobre el catalán en Europa, asunto decisivo para los independentistas― no parece así haber tenido un efecto grave en la relación entre ambas formaciones.
El reconocimiento político que supone la visita de Illa, que le ha hecho así un favor a Pedro Sánchez, que se juega muchas más cosas con Junts que el president, refuerza la idea de que el acercamiento sigue en marcha. La posibilidad de que culmine con un encuentro entre Sánchez y Puigdemont está cada vez más clara, y el propio Bolaños admitió que es muy probable que eso suceda más adelante, aunque no de forma inmediata. La Moncloa prefiere esperar a que Puigdemont vuelva a España, si todo va bien para él a finales de año o principios de 2026, pero no se puede descartar nada con una negociación de Presupuestos en el horizonte.
La foto entre Illa y Puigdemont no encarrila así temas específicos pero, al mismo tiempo, ayuda a que nada salte por los aires en la legislatura. Este es el mensaje compartido que ha salido tanto del Gobierno y los socialistas como desde Junts per Catalunya.
El día después de un encuentro que rehabilita institucionalmente la figura de Puigdemont ―hasta ahora se habían reunido con él nombres destacados dentro del PSOE, pero no un alto cargo gubernamental― ha coincidido con una de las reuniones habituales de trabajo entre Puigdemont y el núcleo duro de su partido. El líder de Junts recordó en las redes sociales que aún no se le aplica la Ley de Amnistía, algo que, de momento, depende de la decisión del Tribunal Constitucional sobre los recursos que su defensa ha presentado contra la negativa del Supremo de incluirle, que previsiblemente se resolverán antes de fin de año.

Algunas voces de Junts inscriben la visita de Illa en un movimiento más de Sánchez para intentar congraciarse con ellos en un momento crítico y “ganar tiempo”. Y explican que el expresident sí ha aprovechado la cita para “comentar” los temas que el partido tiene en capilla con el Gobierno central, más alguno adicional, como el del modelo de financiación. Los de Puigdemont no quieren perder el tren de un debate donde, si bien su propuesta es el pacto fiscal, también quieren incidir de alguna manera. Fuentes del Gobierno sí admiten que la cita con Illa es un gesto de acercamiento pactado con Sánchez, el principal beneficiado de una posible mejora en la relación con Junts. Pero aseguran que el president no iba a negociar Presupuestos, porque no es su papel, sino a mostrar reconocimiento político y normalizar la situación.
Bolaños fue claro en este sentido: “Es un paso más en la normalización política, institucional y social de Cataluña, en la línea de trabajo de buscar puntos de encuentros entre diferentes y superar una tensión insoportable que protagonizó la realidad política en Cataluña durante muchos años”, aseguró, mientras abría la puerta a una cita Sánchez-Puigdemont en el futuro.
Fuentes de Junts insisten en que la negociación real es en Suiza y con el observador internacional y serán exigentes con la lista de pendientes, como la oficialidad del catalán o las competencias en inmigración. Otra cosa es que gestos como que se avance en lo que Puigdemont llama “la amnistía política”, el reconocimiento como actor político relevante, y eso ayude a mantener los puentes, aunque remarcan que no tienen obligación de sostener nada.
Los de Puigdemont se quejan de que Díaz no ha negociado suficiente una reforma que cuenta con el apoyo de los sindicatos pero el rechazo claro de la patronal, también la catalana, aunque fuentes de Trabajo insisten en que ha habido mucha negociación y se ha avanzado en la parte técnica, aunque lo importante es la decisión política y esa parece decantarse por tumbar la norma y más a las puertas de la diada, el día nacional de Cataluña, el 11 de septiembre.
Díaz mantiene buena relación con Puigdemont y fue ella la primera que rompió su aislamiento político al visitarle en Bruselas en 2023, cuando aún no había Ley de Amnistía. Pero eso no parece ser suficiente para que Junts permita, al menos por el momento, la tramitación de la reducción de jornada. Puigdemon e Illa, por el contrario, no han tenido ningún tipo de relación política ni personal, y de hecho no se conocían hasta este encuentro en Bruselas. La cita no estaba pues diseñada para acercar a Junts y al PSC, rivales difícilmente reconciliables, pero sí para hacer un gesto que pueda abrir más puertas de negociación al PSOE con los Presupuestos como gran objetivo final.
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