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Salvador Illa rompe el aislamiento institucional de Carles Puigdemont con el apretón de manos en Bruselas

El líder socialista catalán y el ‘expresident’ se reúnen durante una hora y media

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, se reúne con el expresidente Carles Puigdemont en la sede de la Generalitat en la Unión Europea, en Bruselas.
Camilo S. Baquero

Salvador Illa le cuenta a Carles Puigdemont que ya roza la sesentena y que le gusta mucho correr. El expresident, por su parte, le dice al jefe del Govern que él ya va camino de los 63 y que tiene una bicicleta elíptica en casa. A su alrededor, en una pequeña sala de la delegación de la Generalitat en Bruselas, más de una decena de fotógrafos y cámaras trabaja para captar uno de los momentos que marca el inicio del año político y, posiblemente, de la legislatura. Aún es pronto para medir las consecuencias del apretón de manos de este martes entre uno de los puntales del presidente Pedro Sánchez y el líder de Junts por Catalunya, pero de entrada corona la apuesta socialista por restituir la normalidad institucional en Cataluña perdida durante la década del procés.

Ninguno de los dos, al salir tras la hora y media de encuentro, ha querido hacer declaraciones. Han llegado después, vía sendos mensajes de X. “Hoy me he encontrado con el presidente Carles Puigdemont, tal como he hecho con el resto de expresidentes de la Generalitat. EL diálogo es el motor de la democracia para que Cataluña continúe avanzando. Hoy damos un buen ejemplo”, dice el tuit de Illa. Media hora después llegó el de la contraparte: “Hoy vuelve a quedar claro que no vivimos una situación de normalidad”, ha dicho el líder de Juntas, tras agradecerle al president y su amabilidad. “Esta reunión se tenía que haber celebrado hace meses y no en Bruselas sino en el Palau de la Generalitat”.

Ambas partes prefieren, de momento, guardar silencio sobre los detalles de una cita que, efectivamente, culmina con esa ronda protocolaria de Illa pero que, oficiosamente, es un gesto de reconocimiento político a Puigdemont y que justamente llega en un momento en que el Gobierno necesita asegurarse que la suma de partidos que permitió la investidura de Pedro Sánchez no se desmoronará. El calendario viene cargado de pruebas de estrés para esa mayoría. La primera es este miércoles, con la votación de la reducción de la jornada laboral, una medida a la que Junts se opone. También está la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, aunque ahí todas las partes niegan que el debate esté sobre la mesa. La reunión, este miércoles, de la Ejecutiva de Junts en Waterloo abordará seguramente el futuro de esas citas.

Illa y Puigdemont, en sus mensajes, optan por poner el foco en la relación institucional y de respeto mutuo. Illa llama president a Puigdemont, siguiendo el título protocolario. Puigdemont, aunque aprovecha para criticar que aún no se le aplique la amnistía, muestra respeto institucional. Y es ese tono justamente el que ha dominado toda la cita. El encuentro, solicitado por Illa hace unos días y tras más de un año en el cargo, se ha celebrado en la sede del Gobierno catalán en Bruselas, a pocos pasos del edificio principal de la Comisión Europea y con mucho más lustre si se compara con citas con líderes socialistas como el exnúmero tres del PSOE, Santos Cerdán, o con el propio expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. No ha sido el único detalle deliberadamente neutro en la escenificación de la cita: la foto oficial ha sido delante de una pared de la segunda planta donde está el escudo de la Generalitat y después del enérgico apretón de manos han pasado a una sala con dos sillas flanqueadas por ficus y las persianas bajadas. Ni una bandera.

Es la tercera que vez que Illa visita la capital europea y en las otras dos no hubo ni amago de reunión. Esta vez, había defendido el propio jefe del Govern en una entrevista a Catalunya Ràdio, sí lo hacía porque “ya tocaba” y “para enviar el mensaje de que en democracia el diálogo es el motor”. Antes de ser president, el socialista incluso criticó al entonces jefe del Gobierno catalán Quim Torra por visitar a su antecesor en la ciudad donde buscaba evadir la acción de la justicia tras el procés. Pero como ha ocurrido con la amnistía, donde el líder socialista ha pasado de la crítica rotunda a la defensa acérrima, el giro copernicano se justifica en pos de avanzar hacia la normalización política institucional tras el órdago de 2017.

La foto de este martes, de alguna manera, sella esa apuesta por el sosiego en Cataluña compartida por Sánchez a Illa. Esa ha sido una pieza dentro del relato de ambos, con efectos que consideran palpables y que pueden exhibir como respuesta ante los ataques de la oposición por supuestamente ceder sin fin ante los independentistas. El PP, este lunes, calificó en X el encuentro de “imagen de la sumisión”. “Sánchez ha pasado de decir que traería detenido a Puigdemont a mandarle a un telonero para rehabilitarle políticamente”, dice el mensaje, que rechaza además que se gaste en el encuentro dinero público.

Las quejas de Puigdemont sobre cómo este encuentro debería haberse celebrado antes y en Barcelona no solo apuntan a las trabas para poder beneficiarse de la amnistía. Antes de fin de año el Tribunal Constitucional espera resolver sus recursos contra el Tribunal Supremo, pero mientras tanto Sánchez, vía Illa, le concede la “amnistía política”, normalizando las relaciones entre ambos. En una lectura catalana de la imagen de este martes, el president también da un paso más para conquistar la ansiada centralidad política, con el gesto de reconciliación del líder del órdago independentista de 2017. Queda por verse si el comodín de los socialistas funciona también en la pista del Congreso.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.
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