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La hoja de ruta de España para cumplir su compromiso con la OTAN: 36.560 millones de gasto militar en 2029

El Gobierno rechaza las presiones de EE UU y mantiene su plan de dedicar el 1,32% del PIB a Defensa este año y llegar al 2% en un lustro

La ministra de Defensa, Margarita Robles, en una visita al buque 'Méndez Núñez', en diciembre de 2023 en una misión de la OTAN.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, en una visita al buque 'Méndez Núñez', en diciembre de 2023 en una misión de la OTAN.Jesús Bartolomé (EFE)

El Gobierno prevé elevar el gasto militar hasta el 1,32% del Producto Interior Bruto (PIB) este año y llegar al 2% en 2029; lo que supondrá más que duplicar los 17.523 millones de euros destinados a defensa en 2024, con el objetivo de alcanzar los 36.560 en solo un lustro. Esa es la hoja de ruta diseñada por el Ejecutivo para cumplir su compromiso con la OTAN, a la que ha tenido acceso EL PAÍS. De llevarse a cabo, supondrá un ingente esfuerzo económico, pues requiere inyectar unos 4.000 millones anuales de incremento neto en los fondos de Defensa. Aun así, el objetivo se ha quedado ya obsoleto ante las presiones de la nueva Administración estadounidense y de la propia OTAN.

En su reunión con los ministros de Defensa de la Alianza Atlántica, celebrada el pasado jueves en Bruselas, el nuevo jefe del Pentágono, Pete Hegseth, puso sobre la mesa el objetivo de elevar el gasto militar hasta el 5% del PIB, un umbral que ni siquiera alcanza EE UU, que gastó el 3,38% el año pasado. Hegseth ha aprovechado su primera visita a Europa para subrayar que su seguridad es responsabilidad de los europeos y advertir de que las tropas estadounidenses no estarán siempre aquí para defenderlos. Y es que la prioridad estratégica de Washington mira más hacia el Indo-Pacífico que al Viejo Continente.

En este contexto, el secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, ha urgido a los aliados que aún no llegan al 2% del PIB en gasto militar a que lo hagan “antes del verano”, dando por sentado que en la cumbre de la OTAN en La Haya (Países Bajos), del 24 al 26 de junio, en la que Donald Trump se verá por primera vez las caras con sus aliados europeos, se fijará un nuevo objetivo por encima del 3%. Con una guerra a las puertas de Europa, España es el país que menos porcentaje de su PIB dedica al capítulo de Defensa y a partir de ahora tendrá que aumentar el gasto en este capítulo si quiere cumplir con los compromisos de la Alianza.

El Gobierno español insiste en que, más allá de las declaraciones de unos y otros, el único compromiso que hay, hasta que los aliados acuerden otra cosa, es el del 2%. Alega que en la cumbre de la OTAN en Gales (Reino Unido), en 2014, se fijó solo como recomendación; mientras que fue en la cita de Madrid, en 2022 ―apenas cuatro meses después de que las tropas de Vladímir Putin invadieran Ucrania desatando un conflicto que va ya por su tercer año―, cuando se asumió como compromiso. Un pacto que, según recuerdan los expertos, es un mínimo de inversión, y no un techo. Y el Ejecutivo de Pedro Sánchez insiste en su propósito de cumplirlo. “España, como aliado serio, fiable y responsable que es, sabe perfectamente lo que tiene que hacer y no necesita recibir lecciones de nadie”, respondió la semana pasada la ministra de Defensa, Margarita Robles, tras la reunión con sus homólogos en Bruselas, visiblemente molesta.

Según los últimos datos de la OTAN, España no solo es uno de los ocho países aliados (de 32) que no llegan al 2% del PIB, sino que ocupa el farolillo rojo, con el 1,28%. Fuentes gubernamentales admiten que es posible, incluso, que el porcentaje definitivo sea aún más bajo, pues el PIB español tuvo un fuerte crecimiento en 2024, del 3,2%.

La hoja de ruta a la que se aferra el Gobierno prevé un gasto militar de 21.198 millones de euros este año, lo que representaría el 1,32% del PIB. El año que viene subiría a 24.685 millones (1,49%); en 2027, a 28.403 millones (1,66%); en 2028 pasaría la frontera de los 30.000 millones, llegando a los 32.364 (1,83%); y por fin, ya en 2029, 36.560 millones de euros, alcanzando el hito del 2% del PIB.

Según este plan, el aumento del gasto militar se centrará, especialmente, en el capítulo de inversiones pues, mientras la partida de personal solo aumentará en un 23% en cinco años, la de armamento y material crecerá casi un 250% hasta 2029. Fuentes militares aseguran que hay capacidad para asumir esa ingente cantidad de recursos, porque hace tiempo que los programas están listos a la espera de recibir la asignación presupuestaria correspondiente. “El dinero ya está colocado”, asegura una fuente de Defensa. El departamento que dirige Robles presume de ser uno de los que más logra ejecutar su presupuesto, el 96,4% en 2023, pese a haberlo aumentado en un 18,9% a lo largo del ejercicio.

El aumento del gasto de Defensa, sin embargo, encuentra algunas resistencias dentro del Gobierno de coalición. El ministro de Derechos Sociales y portavoz de Sumar, Pablo Bustinduy, ha alertado contra el “gasto militar disparatado” y ha llamado a “no ceder a la espiral belicista”. Fuentes de Hacienda sostienen, sin embargo, que el proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) para este año incluye un fuerte aumento de la partida de Defensa y está listo para tramitarse en cuanto el Gobierno decida presentarlo. Esa demora en su presentación ―debió haberse enviado a las Cortes antes del 1 de octubre del año pasado― se debe a que el Gobierno no tiene garantizado el visto bueno del Congreso y, si no consigue que le salgan los votos, tendría que renunciar a aprobar las cuentas públicas por segundo año consecutivo.

Pero incluso en ese supuesto, fuentes gubernamentales insisten en que España cumplirá el compromiso de alcanzar el 2%, aunque no explican cómo se haría. Defensa ha sido tradicionalmente uno de los ministerios que más ha recurrido a las ampliaciones de crédito, hasta 2.500 millones de euros en 2023. Con el fondo de contingencia, cuya cuantía asciende al 2% del total del gasto presupuestario del Estado, se han financiado tradicionalmente las operaciones militares en el exterior; pero esta vía tiene un límite, pues el Gobierno no puede quedarse sin recursos para hacer frente a situaciones imprevistas como la dana.

Aunque los créditos del Ministerio de Industria tradicionalmente han servido también para poner en marcha programas de armamento, el Gobierno confía sobre todo en las nuevas vías de financiación que se están abriendo en Europa. Defensa recibió el año pasado más de 500 millones del Plan de Resiliencia, una cantidad que puede quedarse pequeña una vez que el fondo europeo de defensa, dotado con 7.500 millones para el periodo 2021-2027, despliegue todas sus posibilidades.

A ello se suma la decisión del Banco Europeo de Desarrollo (BEI) de duplicar este año hasta los 2.000 millones de euros la línea de crédito para proyectos militares, aunque estos préstamos van dirigidos a las empresas y no a los gobiernos. El anuncio realizado el pasado viernes por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de que propondrá que la inversión en Defensa no cuente para cumplir los límites de deuda y déficit fijados en el pacto de estabilidad de la UE muestra por dónde van las prioridades de Bruselas en esta nueva etapa en la que todo el mundo en su conjunto ha aumentado su gasto en Defensa un 7,4%, según un estudio del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, en sus siglas en inglés). De hecho, Rusia invirtió en este capítulo más que toda Europa: 462.000 millones de dólares, frente a los 457.000 de la UE y el Reino Unido.

El Gobierno dispone de suficientes mecanismos de arquitectura financiera para sufragar los grandes programas de armamento que ya están marcha; desde los tres nuevos submarinos de la serie S-80 de la Armada hasta los blindados 8x8 Dragon del Ejército de Tierra o los 25 Eurofighter del programa Halcon II del Ejército del Aire y el Espacio. Lo que no puede hacer, si no se aprueban los Presupuestos, es lanzar nuevos programas, advierten las fuentes consultadas, y eso frenaría a medio plazo el proceso de modernización de las Fuerzas Armadas.

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