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Díaz hace del choque ideológico sobre la reducción de jornada su estrategia para marcar perfil propio

Los socialistas atribuyen los movimientos de la líder de Sumar a la necesidad de salir de la debilidad en los sondeos

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz tras su reunión con representantes del sector cultural para informar sobre los avances del Estatuto del Artista en materia laboral, este miércoles en Madrid.Foto: Javier Lizon (EFE) | Vídeo: EPV

Todos los miembros del Gobierno consultados en los últimos meses, desde la salida de Podemos del Ejecutivo, insisten en que el ambiente interno en la coalición ha cambiado mucho. Las tensiones se han reducido sustancialmente y esos momentos en los que Ione Belarra, siendo ministra, llegó a hablar de “partidos de la guerra” en clara referencia al PSOE por sus posiciones sobre Ucrania. Aquel episodio, que provocó un gran enfado de Pedro Sánchez e incluso pensó en dar plantón a Irene Montero en un acto de Igualdad, como se refleja en la serie documental Moncloa, cuatro estaciones, o la guerra sin cuartel por el cambio de la ley del solo sí es sí, han quedado atrás. Las formas han cambiado, pero las diferencias ideológicas entre dos grupos de tradición política muy diferente como el PSOE y Sumar no han desaparecido.

El Gobierno sigue discutiendo internamente cada norma, sobre todo las más relevantes, como la reducción de la jornada laboral, la medida estrella de Yolanda Díaz, aprobada este martes. Y la vicepresidenta ha decidido aumentar el perfil público de ese choque ideológico en el Gobierno, mucho más visible hasta ahora en privado, sobre todo en las discusiones de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos (CDGAE) y este miércoles elevó el tono al señalar que en el Gobierno “sin ninguna duda” que hay neoliberales, en clara referencia a Carlos Cuerpo, ministro de Economía, con el que ha chocado por la reducción de jornada y tuvo un encontronazo en el propio Consejo de Ministros.

En la cita en La Moncloa, según varios de los presentes, Díaz explicó la reforma, defendió que se haya respetado el texto pactado con los sindicatos, al contrario de lo que proponía Cuerpo, y pidió cautela en las declaraciones públicas. El ministro de Economía, cuando le tocó intervenir en el consejo por el tema que llevaba ―las cifras macro― lanzó una pulla y dijo que estaba de acuerdo con eso de la cautela en las declaraciones ―la vicepresidenta llegó a decir que su posición era “casi de mala persona”― y además señaló que la reforma puede perjudicar a algunos sectores, especialmente las pymes, y por eso pidió que se revisen algunos puntos en la tramitación parlamentaria. Díaz se molestó mucho y le reclamó que demuestre técnicamente esas dudas que plantea, porque ella y su equipo de expertos no las comparten porque se puede compensar a las pymes. María Jesús Montero, que presidía el consejo, cerró el debate y todos pactaron que públicamente se daría una imagen de unidad, y Díaz en la rueda de prensa dijo que habían resuelto las diferencias “con mucho amor” mientras Cuerpo hacía suyo el texto sin plantear matices con los micrófonos delante.

Los “neoliberales” del Gobierno

Pero la tensión sigue ahí, como quedó claro pocas horas después, cuando Díaz dio una entrevista en Onda Cero y habló de esos neoliberales que ella ve en el Gobierno ―los ministros del sector socialista se definen todos como socialdemócratas y se consideran muy alejados de esos postulados, que Pedro Sánchez suele usar en forma muy peyorativa en sus discursos― y además recordó que los socialistas siempre tuvieron dudas con esta reducción de jornada, que ella cree que acabarán reivindicando como la reforma laboral. Cuando a Cuerpo le preguntaron poco después si se sentía neoliberal, dijo “para nada” con una sonrisa.

Esa intención de Díaz de reivindicar a Sumar como el responsable de tirar a la izquierda del PSOE molesta mucho a la cúpula de Sánchez, que en este momento están en posiciones a la izquierda de las tradicionales del PSOE y de hecho recibe críticas de algunos dirigentes históricos por ello. Esa tensión latente se dejó ver cuando María Jesús Montero, número dos del Gobierno y del PSOE, contestó en otra entrevista en Antena 3 calificando de “populista” a Díaz por defender que los perceptores del salario mínimo no deberían pagar IRPF aunque ahora les vayan a subir 50 euros al mes y por eso pasen la franja en la que tienen que pagarlo. Esta subida se aprobará con toda probabilidad este martes. “La justicia fiscal, sin populismos, empieza por arriba, no por abajo”, le contestó Díaz.

Más allá de los rifirrafes dialécticos, según distintas fuentes del Ejecutivo consultadas, de fondo hay una cuestión estratégica relevante. Sumar está muy débil en las encuestas, y sigue en plena pugna con Podemos, que decidió irse al Grupo Mixto en el Congreso y apunta que podría presentarse en solitario a las generales. Díaz quiere aprovechar esta medida estrella, la reducción de jornada, para recuperar fuerza política de su espacio, y para eso es importante marcar un perfil diferenciado, reivindicar como ha hecho estos días que algunas de las grandes medidas del Gobierno de coalición llevan su sello (ERTE, subida del SMI del 61%, reforma laboral y ahora reducción de jornada) y recuperar su imagen de gestión que es la que le hizo triunfar en la anterior legislatura y ser una de las políticas mejor valoradas. Distintos miembros del Gobierno del sector socialista atribuyen a esta situación política los movimientos de Díaz en las últimas semanas y su tensión con Cuerpo, en la que quiere reproducir un esquema que ya tuvo antes con Nadia Calviño, y que le funcionó políticamente. Desde Sumar rechazan esta tesis y afirman que la reducción de jornada no es un “proyecto personalista” de la vicepresenta para reflotar a su espacio político, sino la principal bandera con la que se presentaron a las elecciones del 23-J, y en un contexto sin mayorías parlamentaria, con los Presupuestos Generales en el aire, la medida más importante que puede sacar adelante el Ejecutivo si fructifican las complicadas negociaciones con Junts.

En realidad, en el sector socialista están convencidos de que esta rebaja de la jornada laboral, tal como la ha pactado Díaz con los sindicatos con la oposición de la patronal, no tendrá votos para ser aprobada en el Congreso porque el PP y Junts la rechazarán. Por eso creen que aunque ahora sea ella la que lleva la voz cantante, si hay alguna posibilidad de que salga será a través de una negociación entre el PSOE y Junts para suavizar algunos de los puntos y acercarse más a las posiciones de Cuerpo, que insiste en ofrecer compensaciones muy fuertes a las empresas y también en retrasar mucho en el tiempo la aplicación para dar tiempo a adaptarse, mientras Díaz reclama que no se eternice porque si no corre el riesgo de no aplicarse nunca. La coalición vuelve pues al choque ideológico con cuestiones de fondo, como la reducción de jornada o el salario mínimo, aunque los tonos son diferentes a algunos del pasado y sobre todo hay algo absolutamente seguro: la ruptura no está en el escenario de ninguno de los protagonistas.


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