El Gobierno acelera la legislatura tras dar por salvada la crisis con Junts
Sánchez ultima la reducción de jornada y la subida del SMI mientras ve desarbolado a Feijóo
Semana de euforia total en el Gobierno. Cuando parecía que el Ejecutivo estaba más débil que nunca en el Congreso, después de una derrota durísima la semana anterior con el decreto de las pensiones, Pedro Sánchez y su equipo negociador, con Félix Bolaños, María Jesús Montero y Santos Cerdán al frente, lograron darle la vuelta en cinco días al revés parlamentario y cerrar in extremis la crisis. Los miembros del Gobierno tuvieron que esperar más de cuatro horas el pasado martes a sentarse en la mesa del Consejo de Ministros en La Moncloa, pero el pacto con Junts recompone la mayoría y salva el decreto, llevando tranquilidad a 12 millones de pensionistas y dejando al PP muy descolocado, tanto que se ha visto obligado a dar un giro de 180 grados y anunciar un sí que le está causando un gran desgaste.
Con la mayoría recosida, al menos de momento, el Gobierno acelera en sus puntos fuertes: la próxima semana se aprobará en el Consejo de Ministros la reducción de jornada a 37,5 horas, la propuesta estrella de Yolanda Díaz, que volverá a depender de Junts. Y la semana siguiente, con toda probabilidad, irá el aumento del salario mínimo en 50 euros mensuales, otro hito de la vicepresidenta. Díaz ha logrado imponer su criterio dentro del Gobierno en ambas cuestiones, y se concentrará en estos hitos para recuCon perar pulso político en un momento en que las encuestas no le son favorables. La coalición vive así estos días un momento dulce, después de la angustia del decreto de pensiones, y confía en que los datos económicos positivos y los errores de la oposición le ayuden a recuperar la iniciativa política y serenar un poco la legislatura.
Como siempre, para ganar el pulso político que le había planteado el PP, aprovechando su tensión con Junts, Sánchez tuvo que ceder y desdecirse —anunció que no se partiría el decreto y se partió; dijo que no se tramitaría la petición de cuestión de confianza de Junts y se tramitará, aunque con una redacción más suave y sin efecto real— pero en La Moncloa insisten en que lo importante es el resultado final. Y ahí no hay dudas: hay decreto, hay subida de pensiones, se aprueban todas las medidas sociales, incluido el escudo antidesahucios, y se refuerza la mayoría. El PP queda desarmado y el mensaje político es rotundo: “Una vez más queda claro que apostar contra Sánchez es una derrota asegurada y que esta legislatura va para largo. Sabemos que hay que sudar la camiseta, que no hay que dar nada por hecho, que tenemos una mayoría muy difícil. Pero al final todo lo importante sale, y el que tiene problemas para explicar su posición es el PP, incluso más de lo que esperábamos”, resume un ministro.
Desconfianza absoluta entre el PSOE y el PP
En La Moncloa no acaban de entender cómo pudo jugar tan mal sus cartas el PP. Feijóo, creen ellos, pensó que el presidente acabaría en sus manos, y se ha quedado fuera de juego. La clave, insisten varios de los consultados, es que, pese a la enorme presión que había, con 12 millones de pensionistas inquietos, Sánchez no cambió su estrategia, que consiste en aferrarse a su mayoría y no depender del PP, porque puede girar en el último minuto para tumbar al Gobierno. La desconfianza entre los dos partidos es absoluta.
“El PP te come el peón y no piensa si después tú le comes el alfil y el caballo. No tienen estrategia”, señala un miembro del Gobierno asimilando la situación con una partida de ajedrez. “Y encima rompen aún más con el PNV, al que pueden necesitar algún día. ¿Quién asesora a Feijóo?”, se pregunta otro. Un nuevo fallo de cálculo del PP, creen, es pensar que Junts podía romper con Sánchez. “Junts está atrapado, no puede irse con el PP y Vox. En Cataluña nadie quiere eso. No es que Junts no quiera romper, que no lo sabemos, es que no puede. No se lo perdonarían sus votantes”, resume otra persona cercana al presidente y que conoce bien la realidad catalana.
Cambio de tono en Junts
Mientras, desde Junts insisten en que es Sánchez el que ha virado, aceptando sus premisas: la tramitación de la cuestión de confianza y partir el decreto. En los independentistas se percibe ahora un tono muy diferente, aunque eso siempre puede cambiar. Santos Cerdán y Jordi Turull, mano derecha de Puigdemont, comieron el viernes en Madrid para confirmar el nuevo clima y abrir la puerta a una nueva metodología de trabajo —para evitar sustos como el de hace dos semanas—, rematar todo lo pendiente —sobre todo la transferencia de inmigración a Cataluña— y así sentar las bases para empezar a negociar los Presupuestos, la gran joya de la corona.
Todo indica que ese nuevo clima acabará en algún momento con una reunión entre Sánchez y Puigdemont, lo que Junts llama la “amnistía política” —esto es, el reconocimiento definitivo de la legitimidad del expresident—, pero esta cuestión aún no parece madura. Sánchez viaja este lunes a Bruselas, para un Consejo Europeo informal, y no está previsto ningún encuentro con el líder de Junts. La reunión está en el horizonte, coinciden en los dos grupos, pero llegará cuando haya algún acuerdo grande, como Presupuestos. No será fácil, pero Sánchez ha demostrado una vez más que apostar contra él es muy arriesgado, porque controla casi todos los resortes del poder, como cualquier presidente, pero además sabe jugar fuerte su mejor baza: la imposibilidad de una mayoría alternativa mientras esté Vox en la ecuación.
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