_
_
_
_
Noticias Falsas
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Anatomía de un meme racista: tres ensayos para una Falsa Revolución

La explotación de un crimen horrendo permite crear la ilusión de un pueblo que se levanta contra un Gobierno represivo que prioriza los derechos de los inmigrantes sobre el bienestar de su población

Elon Musk, el 6 de mayo de 2024 en California (EE UU).
Elon Musk, el 6 de mayo de 2024 en California (EE UU).David Swanson (REUTERS)
Marta Peirano

La nueva temporada empieza en Irlanda, cuando un hombre ataca a tres niños y dos adultos con un cuchillo en el centro de Dublín. Dos noticias recorren los grupos privados y masivos de Facebook, Telegram y WhatsApp: el asaltante es un inmigrante sin papeles y los niños están muertos. Ninguna es verdad.

Los niños están vivos y el asaltante es un hombre de 50 años de nacionalidad irlandesa, pero de origen argelino. Medio millar de personas revientan cristales, queman coches y tiran piedras a la policía. Buscan centros de acogida de personas sin papeles para atacar las instalaciones y lo que haya dentro. Los violentos gritan que la inmigración es un ataque contra la sociedad irlandesa. Hermann Kelly, presidente del Irish Freedom Party, anuncia que el ataque es consecuencia del “irresponsable sistema de fronteras abiertas” de la UE.

Irlanda tiene un largo historial de violencia callejera y desencanto civil. Esto es diferente. El “movimiento” es políticamente disperso, y parece liderado por influencers digitales que aprovechan la distribución hiperpersonalizada de las redes sociales para apelar a un espectro muy variado del país: estudiantes y jubilados, amas de casa, trajeados burgueses y punks. Más insólito todavía; marchan juntas la bandera tricolor de la República y la Union Jack junto a banderas fenianas (nacionalista irlandés), invocando nostalgia de la lucha armada para la generación que no la vivió.

Enemigos irreconciliables que se unen para atacar centros de acogida, quemar bares de shisha y cantar “fuera Islam”. Les une un contexto de rentas bajas, degradación de los servicios básicos, crisis de la vivienda y burbuja del alquiler. Creen que los migrantes reciben la protección, los beneficios sociales y el acceso a la vivienda que el Gobierno niega a la población.

La derecha estadounidense llama a la Guerra Civil en Irlanda. En Telegram la ultraderecha francesa clama “Bravo à la résistance“. “El Primer Ministro irlandés odia a los irlandeses”, tuitea Elon Musk. “La supresión del pueblo irlandés es el verdadero crimen”, dice en otro tuit. En la misma plataforma, Tucker Carson le pregunta a Steve Bannon por qué quiere el Gobierno irlandés reemplazar a la población nativa por gente del tercer mundo. Bannon dice que es su alianza con Bruselas y sugiere que esos “pequeños partidos” violentos salvarán el país.

El segundo capítulo es Southport, Inglaterra. Un hombre asesina a tres niñas con un cuchillo. Dos noticias recorren las redes: llegó en cayuco el año pasado y está en la lista de vigilancia del MI6. Ninguna es verdad.

El verdadero exdirector del M16 denuncia que hay cuentas del Kremlin amplificando los bulos, que ahora incluyen contenidos generados por IA. El asaltante es un joven de 17 años nacido en Cardiff, pero de nombre y padres ruandeses. Centenares de “protestantes” de extrema derecha descienden sobre la ciudad, provocando el peor brote de violencia ultra de la posguerra.

Atacan centros de acogida llenos de niñas de la edad de las asesinadas. Los padres de las víctimas piden que no haya más violencia en nombre de sus hijas. Vigilantes callejeros recrean la escena más aterradora de la reciente película de Alex Garland, Guerra Civil. “La guerra civil es inevitable”, tuitea Elon Musk. Hay un hashtag: #EnoughIsEnough.

Inglaterra tiene un largo historial de violencia racista. En este momento, la extrema derecha es un puzzle desordenado de alianzas rotas que gravita en torno a un hombre que se hace llamar Tommy Robinson, un hooligan del Luton Town que recibe apoyo mediático y financiación de fundaciones de la ultraderecha estadounidense. Steve Bannon lo llamó “héroe” en un acto del Partido Conservador.

Y está en España, cuando un hombre enmascarado mata a puñaladas a un niño de 11 años. Se activa el patrón. Las redes propagan el bulo: es un “moro”, un magrebí y un mena (Menor Extranjero No Acompañado).

El bulo se amplifica en una docena de idiomas por los pseudomedios, los Tommy Robinsons y el resto de sospechosos habituales. La familia es atacada por pedir que “no se criminalice a nadie por la etnia, por la raza, por el color, por su creencia”. Se señala como objetivo una mezquita y un hotel que presuntamente aloja a migrantes africanos en la ciudad. “Hasta que no cierren las fronteras, por cada niño que muera en manos de un moro debemos contraatacar y aplicar la justicia popular con nuestras #PatrullasUrbanas a los suyos”, dice una cuenta llamada Movimiento Nacional. Pero este capítulo tiene un giro de tuerca.

El asaltante es un español blanco hijo de blancos españoles con un 70% de discapacidad mental. Los perfiles de peso borran sus huellas. Los influencers locales tratan de levantar sin éxito un nuevo bulo: la policía está usando a un discapacitado para proteger al inmigrante criminal.

“La dictadura empezó hace tiempo”

Este “movimiento” por la “libertad” empezó en pandemia, capitalizando la ansiedad ciudadana contra las medidas del Estado. Una nueva generación de “activistas digitales” empiezan a denunciar la dictadura de las mascarillas y el confinamiento, monetizando sus campañas en la red social.

Después siguen con las vacunas y la no escolarización. Se hibridan con los veteranos de los chemtrails, las antenas 5G y QAnon y son amplificados por las redes MAGA y las grandes infraestructuras de desinformación estatal: Kremlin, China, Venezuela, Irán. Cuando se acaban las medidas temporales, sus esfuerzos se concentran en temas más eternos: misoginia, inmigrantes y la demonización del Islam.

En esta temporada, los inmigrantes matan niños con cuchillos. En otras son terroristas o mancillan niñas y mujeres y decapitan bebés. Son ingredientes clásicos en campañas de deshumanización diseñadas para justificar actos de violencia contra grupos marginados. Pero el Movimiento ofrece un nuevo relato que trasciende el meme racista: el de una ciudadanía obligada a levantarse contra su propio Gobierno para acabar con la explotación de las élites y proteger a los suyos de una invasión.

“La guerra ha empezado hace tiempo” y “la dictadura empezó hace tiempo” son los estribillos de esa canción. Los más violentos son desechables y útiles. Sirven para que los grupos políticos asociados puedan codificar los arrestos como ejemplos de una dictadura que “empezó hace tiempo” y que “tenemos que parar”.

Las medidas contra los delitos de odio son ataques contra la libertad de expresión. Nigel Farage, líder del partido de ultraderecha Reform UK, llamó al actual primer ministro británico, Keir Starmer, “la mayor amenaza a la libertad de expresión que hemos visto en nuestra historia”. Musk lo retuiteó con un comentario: “True” (verdad). Cuando el pueblo se levanta contra la dictadura de un Gobierno ilegítimo, no es un asalto a las instituciones. Es una revolución”.

John Berger decía que las manifestaciones son ensayos para la revolución. Estas revueltas racistas meméticas son ensayos para legitimar un nuevo asalto a las instituciones democráticas. Donald Trump ya ha anunciado que sólo aceptará el resultado de las elecciones si las gana. Si las pierde, el asalto será retrasmitido por X como la #NuevaRevoluciónAmericana.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_