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El asesinato en Mocejón, una fuente de bulos racistas

Los mensajes de odio y la desinformación en torno al crimen en la localidad toledana por parte de la ultraderecha tratan de relacionar el homicidio con los inmigrantes

Velas y flores en homenaje ante el polideportivo Ángel Tardío en Mocejón (Toledo) por el asesinato de un niño de 11 años el domingo.
Velas y flores en homenaje ante el polideportivo Ángel Tardío en Mocejón (Toledo) por el asesinato de un niño de 11 años el domingo.Ismael Herrero (EFE)
José Nicolás

En la mañana del domingo, un joven con el rostro cubierto asesinó a un niño de 11 años asestándole una decena de puñaladas mientras el menor jugaba un partido de fútbol en Mocejón (Toledo). El joven, de 20 años y que pasaba unos días en el pueblo en casa de unos familiares, confesó el crimen ante la Guardia Civil este lunes cuando fue detenido. Está decretado el secreto de sumario y, por tanto, las informaciones sobre el curso de la investigación son mínimas. Sin embargo, desde los primeros momentos, en las redes sociales se difundieron posibles descripciones del asesino: “de estatura más bien baja”, “rubio”, “de piel clara”, etcétera. Muchas de ellas no provenían de fuentes de la investigación. Eran, por tanto, puras conjeturas.

Los datos no contrastados llenaron el vacío informativo, a esto se sumó el agitador y presidente de Se Acabó La Fiesta (SALF), Alvise Pérez, que compartió una captura de la noticia en su canal de Telegram —donde suma cerca de 700.000 suscriptores— relacionando este crimen con un suceso ocurrido en Madrid días antes y añadiendo un cariz racista. Alvise volvió a encender la mecha del miedo a los extranjeros: “La noticia de cada día: Otro chico de 16 años ha resultado herido de gravedad al ser apuñalado por la espalda por cinco menas en una calle de San Blas-Canillejas”, escribió. Sin embargo, en el caso madrileño no había menores extranjeros no acompañados implicados, sino que estos fueron detenidos tras contactar los agentes con sus familiares y, además, la investigación policial relaciona el ataque con una pelea de bandas juveniles.

Los señalamientos racistas del eurodiputado de SALF no quedaron ahí. Para que sus seguidores relacionaran el crimen con los migrantes, difundió en Telegram un vídeo de un grupo de ciudadanos negros con mochilas y el mensaje: “Ahora mismo la T2 de Madrid”. Es difícil verificar el origen del vídeo, como poco hay que dudar de que sea de estas fechas, puesto que todas las personas que aparecen en él están abrigadas o llevan una chaqueta colgando del brazo. Pero ahí estaba, a la vista de todos sus seguidores, que podían reenviarlo a sus grupos personales o lo comentar con sus allegados.

Horas después publicó en X un supuesto entrecomillado pronunciado por los vecinos de Mocejón: “El pasado lunes 5 de agosto llegaron al pueblo 50 africanos en un autobús que los dejó en el Hotel Pattaya. Somos menos de 5.000 personas y vivíamos tranquilos. Ahora hay violaciones, robos y el asesinato de este niño de 10 años”. Más miedo a los extranjeros. El mensaje tuvo más de un millón de visualizaciones. En otra publicación destacó que en Mocejón hay una mezquita y adjuntó un gráfico con las nacionalidades de origen de los migrantes empadronados en esa localidad. Sin indicar la fuente, claro, y desinformando: no decía la fuente de sus datos y no daba la dimensión real de la población migrante del pueblo: solamente mostró el porcentaje de habitantes nacidos en el extranjero por país cuando la población extranjera, según el INE, supone solo un 8,5% (423 personas) de los ciudadanos de Mocejón.

El portavoz de la familia del niño asesinado, Asell Sánchez, es primo de la madre del menor y ha trabajado como periodista en el programa Misioneros por el mundo de TRECE. Desde sus primeras comparecencias indicó a los medios de comunicación que la familia no quería criminalizar a nadie y quiso descartar la responsabilidad del asesinato del grupo de migrantes hospedados en el hotel del pueblo que citaba Alvise. Quizá porque se quería establecer la idea de que el autor del crimen era extranjero y él lo negaba, Sánchez fue señalado en las redes, se le criticó por haber visitado África y tener fotografías con niños africanos.

Denunció en una entrevista en COPE el acoso que estaba recibiendo. “Me dicen que tengo las manos manchadas de sangre por tener fotos en África”, afirmó. En X, incluso se le acusó de inducir el asesinato: “Lo de este tío huele a tráfico de personas, ajuste de cuentas, que el niño había visto algo que no podía salir a la luz. Yo revisaría el disco duro del tal Asell Sánchez-Vicente. Pinta tela de mal”, tuiteó un seguidor de Noviembre Nacional —el grupo de extrema derecha surgido en las protestas de Ferraz—; el mensaje iba acompañado de dos fotos de promoción del programa de televisión. Otros compartieron las declaraciones del portavoz con las mismas imágenes y amenazando: “El portavoz de la familia es este tío, hay gente que tiene merecido todo lo malo que le pase. Pobre niño, España no tiene solución”, tratando de hacer pensar que los crímenes que cometen los inmigrantes —de nuevo, este caso no es uno de ellos— son causa de quienes viajan como misioneros o voluntarios al continente africano.

La delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Milagros Tolón, ha criticado en rueda de prensa a los “sembradores de odio que han aprovechado una desgracia humana, como es la muerte de un niño de 11 años, para soltar todo su odio en las redes” y ha calificado de “vertedero de inmundicia” estas plataformas cuando suceden casos así.

Más difusión en X

Desde que Elon Musk se hizo con la red social Twitter, a la que cambió el nombre por X, los mensajes extremistas, las publicaciones engañosas, los bulos y las faltas de respeto tienen mayor difusión por parte del algoritmo. El magnate ha tomado partido en la campaña americana dando voz a los bulos que afirman que los demócratas planean cometer fraude electoral, ha publicado imágenes generadas por inteligencia artificial de Kamala Harris y ha dado vía libre a Donald Trump para que vuelva a la plataforma e intoxique con sus mensajes. El algoritmo premia este tipo de publicaciones, pero esta gran audiencia no solo se debe a esa tecnología. Las cuentas verificadas, las de los usuarios que pagan, también tienen una mayor difusión, lo que provoca que llegue a más gente y que sean más los usuarios que reaccionen —para bien o para mal— con los contenidos, lo que genera mayor audiencia y propagación.

Carmela Ríos, periodista especializada en redes sociales, cuenta que “los contenidos ultras, racistas, faltones, los bulos políticos y las publicaciones de los agitadores de la ultraderecha, junto a los mensajes de Musk, claro, están siendo recomendados sistemáticamente en la pestaña ‘Para ti” y que desde que existe esta pestaña en la plataforma, aparecen más publicaciones de cuentas que no seguimos. Antes, el usuario de Twitter podía acotar con mayor éxito qué aparecía en su página de inicio, ahora cada vez es más complicado.

A esto, añade Ríos, se suma “la falta de equipos de moderación de contenido, que hace que las mayores barbaridades permanezcan en X y se acumulen a otras sin que nada suceda. Cuando X tenía fuerza de moderación, podíamos denunciar con la esperanza de que el contenido fuera retirado”, indica. Además, las instituciones y las empresas de comunicación tenían interlocutores de la red social en España, que “aceleraban la moderación” con Twitter en casos de bulos o desinformación masiva, comenta.

Ahora resulta más complicado frenar estas prácticas, como se comprueba con la desinformación y las falsedades que difunde el eurodiputado Alvise Pérez, aunque el líder de SALF es más activo en Telegram. Muchos de los bulos racistas difundidos en X sobre el asesinato en Mocejón siguen en la plataforma aun habiendo recibido la denuncia ante la red social por parte de diferentes usuarios o notas de la comunidad, que sirven para añadir contexto a las publicaciones y verificarlas en caso de que sean dudosas o falsas.

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Sobre la firma

José Nicolás
Es editor en la sección de Opinión, donde es uno de los encargados de sus contenidos digitales. Escribe la columna 'Red de redes'. Es graduado en Periodismo por la Complutense y máster en Periodismo de Datos y Nuevas Narrativas en la Universitat Oberta de Catalunya. Antes de su llegada a EL PAÍS trabajó en Onda Regional de Murcia y Cadena SER.
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