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Elecciones EE UU
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La campaña de Elon Musk

Cabe preguntarse qué influencia está teniendo en las elecciones de Estados Unidos el único usuario de X capaz de modificar el servicio para garantizar su visibilidad y la de sus amigos

Elon Musk
Elon Musk (centro), aplaude mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se dirige al Congreso en el Capitolio de Estados Unidos en Washington, el 24 de julio de 2024.Craig Hudson (REUTERS)
Marta Peirano

Elon Musk es el dueño de X, la aplicación antes conocida como Twitter. También es su usuario más popular, con 193,4 millones de seguidores. Las dos premisas son ciertas, y podrían estar interrelacionadas. En febrero de 2023, Musk obligó a los programadores de Twitter a alterar el algoritmo del servicio para que sus tuits aparecieran más prominentemente en el feed de los usuarios. Hay subforos en la plataforma Reddit de usuarios quejándose de ver demasiados tuits de Elon Musk. Un problema, porque se ha convertido en el principal vehículo de desinformación de la campaña electoral de Estados Unidos, y es imposible saber qué más cosas promociona de forma oscura en X.

En lo que llevamos de campaña, Musk ha sugerido que el Partido Demócrata planea cometer fraude electoral. Que “va a importar votos” y que los demócratas “no deportan a nadie porque cada ilegal es un futuro voto probable” (Biden ha deportado 3,6 millones de inmigrantes). También ha puesto en duda la integridad del voto electrónico y del voto por correo, argumentando que las máquinas pueden “ser hackeadas por humanos o por IA [Inteligencia Artificial]” y que “los votos por correo y las urnas seguras no deberían permitirse” con un vídeo de Fox hablando de lo fácil que es votar de forma ilegal.

Ha compartido vídeos falsos de Kamala Harris hechos con IA, sabiendo que son falsos. En uno decía: “Soy mujer y persona de color, así que si criticas cualquier cosa que diga, eres sexista y racista”. La ha descrito como una “extincionista” capaz de provocar un “holocausto para toda la humanidad”. Al mismo tiempo, cinco Estados le acusan de compartir información electoral falsa, incluyendo algunos datos sobre los plazos de votación, y numerosas cuentas pro Kamala Harris han sido etiquetadas como spam o suspendidas por el sistema, incluyendo cuentas dedicadas a la recaudación de fondos de campaña, como Progressives for Harris o White Dudes for Harris. Según un reciente informe del Centro para Contrarrestar el Odio Digital, una ONG británica dedicada a investigar campañas de odio, Musk ha publicado al menos 50 posts con desinformación sobre la campaña en lo que va de año, y han sido vistos más de 1.200 millones de veces.

Cómo ganar dinero repartiendo odio

Donald Trump es solo uno de los numerosos líderes, cabecillas o influencers de ultraderecha que han vuelto a la plataforma después de ser desterrados por incitar a la violencia o distribuir noticias falsas sobre la covid o algún resultado electoral. En este regreso, muchos han sido discretamente favorecidos por los cambios recientes en el algoritmo de recomendación de X. Aquellos que han sido “verificados” con un tick azul tienen privilegios especiales, incluyendo más visibilidad, promoción de publicaciones e inmunidad en la moderación. También permiten monetizar la viralidad.

El Centro para Contrarrestar el Odio Digital dice que X permite que sus usuarios “azules” propaguen el odio con impunidad y que ganen dinero haciéndolo. Calcula que solo 10 de las cuentas extremistas reinstaladas por Musk han ingresado hasta 19 millones de dólares [unos 17,4 millones de euros] por publicidad a través de 2.500 millones de tuits. Cuentas como la de Andrew Tate, el influencer machista, racista y homófobo acusado de agresión sexual y delito de explotación, y el estadounidense Andrew Anglin, fundador de la web de conspiración neonazi The Daily Stormer.

Lanzado como un presunto sistema para erradicar cuentas falsas, X otorga las verificaciones de forma poco transparente; a veces por dinero, a veces por número de seguidores, a veces por presunta relevancia mediática. A veces incluso contra la voluntad del propio usuario, que puede renombrar su cuenta con un “non consensual tick [tick no consensuado]”. La Comisión Europea ya ha advertido a X que su sistema de verificación incumple la Ley de Servicios Digitales (DSA) de la UE en áreas relacionadas con patrones oscuros, transparencia en la publicidad y acceso a datos para investigación.

Durante las protestas racistas en el Reino Unido, Musk ha amplificado personalmente noticias falsas de activistas de ultraderecha como Tommy Robinson, fundador de la extinta y violenta Liga de la Defensa Inglesa (English Defence League), actualmente en Chipre. Sus contenidos han sido vistos 434 millones de veces desde que empezaron los disturbios, incluyendo un documental ilegal en el que culpa falsamente a musulmanes de distintos crímenes y exige deportaciones masivas. También ha compartido un post de Ashlea Simon, colíder del partido supremacista blanco Britain First, con la cabecera (falsa) de The Daily Telegraph, diciendo que los manifestantes arrestados durante los disturbios serían enviados a centros de detención en las Islas Malvinas. Musk lo borró 15 minutos más tarde, cuando ya tenía un millón de visitas. También ha anunciado la inevitabilidad de una guerra civil.

El pasado junio privatizó los likes, de forma que solo el autor de un mensaje puede ver quién pone un “me gusta” en su publicación. “Muchas personas se sienten desalentadas a dar ‘me gusta’ a contenido que podría ser ‘polémico’ por miedo a represalias de los troles, o para proteger su imagen pública”, explicó. Ahora los usuarios pueden votar las publicaciones sexistas, racistas y clasistas, haciéndolas más virales sin castigar su reputación. También garantiza más opacidad al sistema. Ya no se puede ver si una noticia ha sido popularizada de forma genuina o artificialmente, por un ejército de bots.

Poder sin transparencia

El informe del comité sobre el asalto al Capitolio dice que un solo tuit fue capaz de provocarlo. Decía: “Estadísticamente imposible haber perdido las elecciones de 2020. Gran manifestación en [Washington] DC el 6 de enero. Venid, ¡será salvaje!”. En ese contexto, cabe preguntarse qué influencia está teniendo en la campaña electoral el único usuario capaz de modificar el servicio para garantizar su visibilidad y la de sus amigos. Lamentablemente, Musk también ha restringido el acceso de investigadores y académicos a la API [interfaz de programación de aplicaciones] y de herramientas de análisis forense, bloqueando el trabajo de grupos que trabajan para prevenir las campañas racistas y la desinformación online.

¿Para qué compró Twitter en octubre de 2022? Económicamente, no ha sido un buen negocio. En los primeros seis meses de su reinado, los ingresos cayeron casi un 40%. El valor de las acciones ha caído un 71%. Musk ha demandado a la Global Alliance for Responsible Media (GARM), una iniciativa voluntaria que agrupa a un centenar de anunciantes para promover la responsabilidad en los medios, porque sus miembros han dejado de anunciar en X por amplificar teorías de conspiración antisemita. Los contenidos antisemitas se han duplicado en X desde junio de 2022 a febrero de 2023.

“Justo cuando pensaba que estaba fuera, vuelven a involucrarme”, tuiteó al anunciar finalmente que compraría la compañía por 44.000 millones de dólares, enterrando una demanda en el Tribunal de Cancillería de Delaware por querer retractarse del acuerdo original de adquisición. Es una cita de Michael Corleone, en El Padrino III. Poco después se le vería en un palco del estadio Lusail de Qatar viendo la final del mundial con Jared Kushner, yerno de Donald Trump, y un montón de gente interesante. Mansoor Bin Ebrahim Al Mahmoud, CEO de Qatar Investment Authority, uno de los múltiples inversores árabes en la compra de Twitter; Lakshmi Mittal, presidente de la mayor siderúrgica del mundo; Nailya Asker-Zade, presentadora de televisión rusa y novia del banquero Andrei Kostin, supuesto jefe de la hucha de Putin, y Sebastian Kurz, excanciller democristiano de Austria, contratado como “estratega global” en Thiel Capital, la compañía del multimillonario Peter Thiel.

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