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De la uni al adobe y TikTok contra el silencio rural

Un grupo de jóvenes de Valladolid busca divulgar el medio rural tras encandilarse por un proyecto de clase

Los jóvenes estudiantes de periodismo charlan con Elisa Cerrillo, alcaldesa de San Pelayo, en febrero de 2024.
Los jóvenes estudiantes de periodismo charlan con Elisa Cerrillo, alcaldesa de San Pelayo, en febrero de 2024.Emilio Fraile
Juan Navarro

La curiosidad solucionó elegir temática para un encargo de clase. La asignatura Ciberperiodismo del grado en Periodismo de la Universidad de Valladolid (UVa) implicaba un proyecto cibermedia para desarrollar el tratamiento informativo de una cuestión, la que fuese. Yago Costoya y Rubén Aparicio, de 20 años, y Andrés Barreiro, de 22, tiraron de ojo de buen cubero. ¿Qué les llamaba la atención?, pensaron. La solución, en la carretera: esos nombres de pueblos desconocidos, señalizados en los desvíos de las autovías. Los chavales se lanzaron y descubrieron ese mundo rural tantas veces ignorado por ellos y su generación. Así hallaron localidades decadentes o ilusionantes, una mezcla que tratan de explicar en Silencio Rural, un espacio digital acreedor de la nota máxima en la asignatura y de mucha ilusión de los universitarios. Los autores quieren mantenerlo para seguir difundiendo, mediante TikTok, Instagram, YouTube y una página web, qué hay fuera de las ciudades.

El terceto se ha convertido en cuarteto gracias al fichaje de Diego Carreras, de 20, atraído por el énfasis de sus compañeros por aprovechar huecos en el calendario para patear nuevos municipios. Los cuatro pasean por el pequeño San Pelayo, cuyos 45 censados cabrían holgadamente en las aulas de la UVa. Sus deportivas a la moda, los gruesos abrigos de plumas y las cabelleras maqueadas a los lados contrastan con los usos y costumbres de municipios como este, aunque ningún vecino se deja ver para contrastar el estilismo. El lugar los impactó, sorprendidos cuando llegaron y se encontraron vistosos murales en las clásicas paredes de adobe. Niñas jugando al fútbol, una mujer de rasgos africanos, una anciana en una casa tradicional y más dibujos adornaban el coqueto San Pelayo, enclavado entre las suaves lomas de los Montes Torozos. “San Pelayo nos ayudó a ver algo distinto y optimista, en vez de ver solo casas viejas había esperanza, colores, murales e iniciativas locales”, describe Costoya, aunque también la localidad sufre casas hundidas y vacías.

Yago Costoya toma una foto en las calles de San Pelayo.
Yago Costoya toma una foto en las calles de San Pelayo.Emilio Fraile

Los recorridos para fundamentar el trabajo de Ciberperiodismo por Villavieja del Cerro, Velilla, San Martín de Valvení, Aguasal, Torrecilla de la Torre, junto a los despoblados La Granja de San Andrés y Honquilana, arrojaban escenas rurales convencionales: poca gente, mucho pesimismo, decaimiento y poca fuerza para resucitar. Los contenidos audiovisuales los han acompañado de documentación sobre la evolución demográfica y sociológica de la provincia, tendente a acumularse en Valladolid mientras se vacían sus alrededores, incluso núcleos otrora cabeceros de comarca y con músculo económico.

El escenario cambió en San Pelayo, adonde arribaron caminando desde Torrecilla de la Torre, pues no había autobús directo y ellos no tenían coche. A la vuelta los recogió un colega. La vida rural y sus desequilibrios. La satisfecha alcaldesa, Elisa Cerrillo, de Valladolid Toma La Palabra, valora el cariño recibido por los universitarios, que se decantaron por sus dominios porque conocieron el festival Cuatro gatos, pues pese a la despoblación se organizan en verano conciertos, encuentros y citas culturales bien cotizadas por decenas de asistentes. “Ellos vinieron un día de invierno entre semana, ya oscuro, no en verano, cuando las cosas son muy distintas, e igualmente les gustó”, comenta la regidora, cuyos tres hijos suponen toda la población infantil local. Cerrillo les ha explicado escenarios inauditos en la ciudad, como depender del coche para cualquier compra, las dificultades para hallar vivienda disponible e instalarse en el campo, la lentitud de los trámites públicos o cómo sus niños acaban desperdigados por la zona para ir al colegio o clases extraescolares.

Mural en uno de los edificios municipales de San Pelayo.
Mural en uno de los edificios municipales de San Pelayo.Emilio Fraile
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Los estudiantes tienen ciertos lazos personales hacia la ruralidad y algo les sonaba, aunque hay aspectos que igualmente les chocan. Barreira procede de La Valgoma, una aldea en El Bierzo (León) y el fichaje Carreras es de Tordesillas (Valladolid), con cierto empaque pero también conocedor del progresivo castigo demográfico. Los paseos por las calles semivacías, al principio, escamaron a Aparicio: “¿Con quién hablamos si no hay nadie?”. Poco a poco localizaban a habitantes y, tras ganarse su confianza pese al inicial recelo castellano, recibían hospitalidad e historietas de otros tiempos: “En Molpeceres nos contaron que el médico bajaba a caballo desde una colina con las medicinas”.

Tantas batallitas, algunas de tinte negativo y otras más ilusionantes, van encontrando acogida entre sus amigos. “¡Nos están subiendo mucho los seguidores y visualizaciones en TikTok!”, celebra el cuarteto, pues muchos de sus coetáneos no tenían ni idea de las complejidades rurales. “Los contenidos cortos y visuales les llaman mucho la atención, algunos ni siquiera sabían que la despoblación era un problema y los estamos concienciando, queremos dar voz a quien no la tiene porque siempre hay algo que contar”, argumentan los integrantes de Silencio Rural. La profesora, Pilar Sánchez-García, les puso la máxima nota y ellos han decidido seguir con la iniciativa, sacando huecos en un no demasiado exigente grado de Periodismo para seguir cultivando este interés genuino e inesperado hace no tanto. Los universitarios acudieron a Madrid hace unas semanas para escuchar a los agricultores movilizados con sus tractores y seguir conociendo este escenario desde otros puntos de vista, curtiéndose además como plumillas a pie de calle.

Últimamente han visitado el también fantasmal Salto de Castro (Zamora) y los vallisoletanos Molpeceres y La Santa Espina. Castilla y León tiene 2.248 municipios, de modo que aún tienen trabajo si quieren seguir informando sobre todos. De momento, ya planean un pequeño documental… encargado asimismo por otra asignatura de Periodismo. Todo sea por optimizar esfuerzos con motivos estimulantes.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.
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