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Ábalos, cataclismo tras una vida a lomos de la política

El exministro, hombre de confianza de Pedro Sánchez desde que ayudó a auparlo al liderazgo del PSOE, fue defenestrado sin explicaciones hace tres años y sale ahora de las filas socialistas tras negarse a dejar su escaño

Ábalos y Koldo
Agustín Sciammarella

José Luis Ábalos (Torrent, Valencia, 64 años) se ha colocado este martes en el centro del mayor seísmo vivido en el PSOE en más de un lustro, rompiendo abiertamente con la dirección del partido e ignorando la orden de abandonar su escaño. Es un punto y aparte después de toda una vida de militancia socialista y carrera política ininterrumpida, en la que ha ido encadenando cargos públicos y orgánicos en el partido y que en la última década había tenido una constante: su cercanía a Pedro Sánchez.

El político valenciano estuvo en primera línea del grupo de cargos socialistas que ayudó a aupar al hoy presidente a la secretaría general del PSOE tras la crisis interna de 2016 y que se mantuvieron fieles a él, y Sánchez lo correspondió dejando en sus manos la gestión interna del partido y nombrándolo titular del mastodóntico Ministerio de Fomento nada más llegar al Gobierno. Ahora, tres años después de que el presidente lo apartara inesperadamente del Ejecutivo, Ábalos pasa al Grupo Mixto en el Congreso de los Diputados y afronta un expediente de expulsión del PSOE. La dirección le había sugerido primero, solicitado formalmente después, que renunciara al escaño para intentar frenar la crisis de imagen derivada del caso Koldo de presunta corrupción. Pero él, que insiste en que es inocente y que ni el juez ni la Fiscalía lo señalan, no ha querido terminar su vida política como “un apestado”.

Diplomado en Magisterio, José Luis Ábalos apenas ejerció unos meses como maestro de primaria. A los 18 años se afilió al PCE; a los 21, al PSOE; y a los 23 arrancó su carrera política como jefe de gabinete del delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana. A partir de ahí empezó a escalar puestos en la federación socialista valenciana, una de las más potentes de España, hasta convertirse en 1995 en su secretario general en la ciudad de Valencia, y en 2000 en vicesecretario general del partido en la comunidad. En 1999 obtuvo su primer cargo público, como concejal del Ayuntamiento de Valencia, donde permanecería hasta 2009 compatibilizando esa responsabilidad con la de diputado autonómico. Después de una década en la política local, dio el salto a la nacional, y lleva otros 15 años ejerciendo como diputado en el Congreso.

En octubre de 2016 se produjo la gran crisis que a punto estuvo de partir en dos el PSOE: Pedro Sánchez, que llevaba dos años como secretario general, dimitió en un agónico Comité Federal, ante la evidencia de que su estrategia de que los socialistas no facilitaran la investidura de Mariano Rajoy —tras 10 meses de Gobierno en funciones— iba a ser derrotada por la mayoría del partido. Se lanzó entonces a una carrera para reconquistar la secretaría general, prácticamente con todos los pesos pesados del PSOE en su contra, y en esa apuesta contó con la ayuda de un reducido grupo de fieles, lo que vino a llamarse “la quinta del Peugeot” (porque en ese coche se recorrió Sánchez media España en busca del apoyo de la militancia). En primera línea de ese grupo había dos personas: Adriana Lastra y José Luis Ábalos. Dos personas que pasaron a ser la mano derecha y la izquierda, o viceversa, del nuevo líder socialista, una vez que este recuperó las riendas del partido en mayo de 2017 y se hizo con un poder total, ya incontestado, que dura hasta hoy.

Pedro Sánchez, entre Adriana Lastra y José Luis Ábalos, llegaba a la sede del PSOE en mayo de 2017, tras ganar las primarias del partido.
Pedro Sánchez, entre Adriana Lastra y José Luis Ábalos, llegaba a la sede del PSOE en mayo de 2017, tras ganar las primarias del partido.Uly Martin
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Ábalos fue nombrado por Sánchez secretario de Organización del PSOE, y llevaba un año en ese cargo orgánico —volcado en pacificar el partido tras el trauma de las primarias— cuando el líder socialista alcanzó La Moncloa con una moción de censura y él fue nombrado ministro de Fomento, el departamento que concentra el grueso de las inversiones de cualquier Gobierno. Ejerció los dos cargos a la vez —número tres del partido y ministro de Fomento o después Transportes, el mismo binomio que había encarnado el antaño todopoderoso Pepe Blanco— durante tres años. El PP recuerda estos días que una prueba de la confianza férrea que Sánchez mantenía en Ábalos es que fue él quien realizó el discurso de presentación de la moción de censura en junio de 2018. Fue Ábalos quien presentó a Sánchez ante la Cámara como la solución para acabar con el daño a la institución que representaba la corrupción del partido de Mariano Rajoy. Y fue también él, año y medio más tarde, quien estuvo en el meollo de las negociaciones con Unidas Podemos para sellar el primer Gobierno de coalición de la democracia.

Esa cercanía entre ambos dirigentes socialistas, jefe y subalterno, se cortó en seco en julio de 2021, cuando Pedro Sánchez anunció una remodelación del Gobierno que dejó fuera, entre otros e inesperadamente, a Ábalos. El presidente no dio explicaciones públicas de esa destitución; y, según Ábalos, tampoco se las dio en privado. “Me molesta que se haya dejado un margen de dudas sobre mi salida”, declaró el ya exministro. Y pareció querer ahuyentar cualquier sospecha de que tras ese movimiento hubiera una duda sobre la limpieza de su gestión: “Estoy muy tranquilo. Es más, ya habría salido todo. Se han inventado más de una, por qué no 21. Estoy absolutamente tranquilo”, dijo. El mismo día que dejó el Gobierno perdió también el cargo de secretario de Organización del PSOE. Sánchez lo mantuvo, eso sí, en las listas electorales, lo que lo llevó a revalidar su escaño en los comicios de julio.

Año y medio antes de su destitución, en enero de 2020, Ábalos se había visto envuelto en el llamado Delcygate, una bronca más política que jurídica —el caso fue archivado en los juzgados— que estalló cuando el entonces ministro se entrevistó de forma secreta en el aeropuerto de Madrid-Barajas con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, a la que la UE había prohibido viajar a territorio europeo. Pero en ese episodio Ábalos tuvo todo el apoyo del PSOE y de Sánchez, y su dimisión ni se planteó. Tampoco hubo consecuencias para el entonces secretario de Organización, al menos inmediatas, tras la catastrófica operación pactada entre el PSOE y Ciudadanos para intentar desalojar al PP del Gobierno de Murcia con una moción de censura en marzo de 2021. Pero tres meses después, y por sorpresa, sí fue defenestrado, en el Gobierno y en el partido.

Ahora, el veterano dirigente valenciano, padre de cinco hijos, fiel escudero de Pedro Sánchez y uno de los artífices de su resucitación, había sido invitado a dejar su último cargo público, el escaño, por orden del presidente. Él se ha negado. “Nunca imaginé mi vida fuera de estas siglas”, ha dicho este martes. El PSOE ya le ha abierto expediente de expulsión.

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