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Sánchez se queda sin la ‘quinta del Peugeot’ tras la salida de Lastra

La dimisión de la vicesecretaria general culmina la dispersión del grupo de dirigentes que acompañó al líder socialista en la batalla de las primarias

Sánchez, en el centro, acompañado de Adriana Lastra y José Luis Ábalos, en septiembre de 2019.
Sánchez, en el centro, acompañado de Adriana Lastra y José Luis Ábalos, en septiembre de 2019.Uly Martín
Xosé Hermida

Las imágenes amarillean a toda prisa en el álbum personal de Pedro Sánchez. Como aquel selfi que él mismo se hizo el 7 de febrero de 2017. A su lado, Adriana Lastra, los dos de cazadora, los dos muy sonrientes, y al fondo, el Peugeot 407 con el que el recién defenestrado líder socialista recorría España para desafiar a la vieja guardia del partido. “Con mi compañera y buena amiga @adrilastra de camino a Calasparra, Murcia. Primera parada para tomar un café. ¿Te apuntas?”, consignó Sánchez en su cuenta de Twitter.

Dos meses y medio después, el 24 de mayo, hay otra imagen, esta de los periódicos, que el tiempo ha teñido rápidamente de sepia: Sánchez avanza feliz hacia la entrada de la sede federal del PSOE para tomar posesión del cargo reconquistado tres días antes en unas triunfales primarias. Lo escoltan Lastra, a su derecha, y José Luis Ábalos, a su izquierda.

Ábalos ya desapareció de las fotos el año pasado. Solo aguantaba Lastra y ella misma se ha borrado el lunes, como casi el último vestigio del grupo de dirigentes que acompañó a Sánchez hace cinco años en la aventura del Peugeot 407. Del círculo de máxima confianza que el presidente alistó para aquel combate solo resiste el más discreto de todos, uno de esos rostros desconocidos para el público y que nadie puede olvidar en el aparato: el navarro Santos Cerdán, secretario de Organización, el puesto que sigue en el escalafón al de la dimisionaria Lastra, con quien mantenía desde hace tiempo tensas relaciones, según fuentes socialistas.

La renuncia de la vicesecretaria general es una culminación en diferido de la crisis de Gobierno de julio de 2021. Entonces, más que una remodelación ministerial, lo que se produjo fue un revolcón a fondo en la cúspide socialista. Cayó Ábalos, clave en la odisea del Peugeot, y junto a él otras dos figuras que se habían incorporado algo más tarde y a las que Sánchez había investido de los mayores galones: el jefe de gabinete y consultor para todo, Iván Redondo, y Carmen Calvo. Solo quedaba Lastra, que tres meses después también cambió de funciones, de portavoz parlamentaria a vicesecretaria general.

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Según la versión de ella, Sánchez le había dado a elegir y prefirió el partido. Otros lo interpretaron como un paso al ostracismo. Lo cierto es que su figura perdió presencia. Hacia fuera, sus apariciones públicas se limitaron. Y hacia dentro, dejó de estar en primera línea de las negociaciones con los aliados parlamentarios, hasta entonces una de sus grandes responsabilidades en calidad de portavoz. Como tantas otras cosas, las relaciones con los socios pasaron a las casi exclusivas manos del nuevo baluarte de Sánchez, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños.

Sin mujeres en el núcleo duro del partido

Ahora, la marcha de Lastra, unida a la de Calvo en su día, deja al núcleo duro del poder socialista sin ninguna mujer, como se ha encargado de resaltar en Twitter la exvicepresidenta: “En la Democracia de la Igualdad entre Hombres y Mujeres no es bueno que salgan mujeres de la primera línea de la política. Adriana, mucha suerte”

El grupo que hace cinco años se subió con Sánchez al Peugeot no dejaba de ser producto de un aluvión. El ahora presidente había crecido en las entrañas del aparato del partido, uno de los jóvenes captados para el equipo de José Blanco, el jefe de Ferraz en los tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero. Enfrentarse a la vieja guardia supuso una ruptura con su propio pasado para el dirigente socialista, obligado a buscarse nuevos aliados. Y ahí se formó una especie de coalición de disidentes que hasta entonces poco habían tenido que ver entre sí. Lastra era la oposición organizada en Asturias a Javier Fernández, elegido presidente de la gestora que defenestró a Sánchez. Ábalos controlaba la organización provincial en Valencia, donde ejercía de contrapoder del barón regional, Ximo Puig, entonces muy distanciado del actual presidente. Con ellos y algunos dirigentes andaluces enfrentados a Susana Díaz ―como el actual vicepresidente primero del Congreso, Alfonso Gómez de Celis― armó Sánchez su manual de resistencia frente a todo el poder histórico del PSOE. Ábalos ―que de joven había militado en el PCE― y Lastra ―a la que le encantaba que le llamasen dinamitera evocando a los mineros asturianos― entroncaban muy bien con ese nuevo partido que se presentaba rearmado ideológicamente con el lema “Somos la izquierda”.

Sánchez los mantuvo entre su círculo más próximo tras la llegada al Gobierno, aunque la entrada en escena de nuevas figuras, sobre todo la de Iván Redondo, empezase a trastocar los equilibrios. Las exhibiciones de poderío del jefe de gabinete del presidente, un consultor sin militancia visto por muchos como un intruso, habían relegado a las gentes del partido. Por eso, cuando Sánchez prescindió por sorpresa de Redondo, hace ahora un año, todo el mundo interpretó que era el PSOE el que recuperaba el mando. Solo que en ese PSOE ya no había sitio para Ábalos. Y Lastra no acabó de encontrar el suyo.

El último requiebro de Sánchez ha sido una vuelta a sus orígenes, a los tiempos en que hacía papeles en Ferraz para José Blanco junto a Óscar López y Antonio Hernando, los máximos responsables de su gabinete desde hace unos meses. Los tres habían sido inseparables durante años hasta que López y Hernando rehusaron sumarse a la aventura del 407. Ahora ellos han vuelto y del Peugeot no queda casi nadie.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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