Alicante, donde el crimen organizado del Este trata de camuflarse
El asesinato del piloto Kuzmínov en Villajoyosa resulta excepcional en una costa donde residen y han sido arrestados numerosos delincuentes vinculados a la mafia exsoviética
Villajoyosa (Alicante, 36.000 habitantes), donde fue asesinado el piloto ruso Maxim Kuzmínov el 13 de febrero, no es la primera vez que queda marcada en el mapa internacional de la delincuencia protagonizada por ciudadanos de las antiguas repúblicas soviéticas. En marzo de 2003, varios miembros del crimen organizado se reunieron en el hotel Montíboli de la localidad alicantina para celebrar el cumpleaños del vor v zakone (literalmente, ladrón de ley, el equivalente eslavo del capo italiano) Zakhar Kalashov, un georgiano de origen kurdo que había vivido al sur de Alicante y que era conocido con el sobrenombre de El Fantasma, ya que “nadie le ponía cara”, recuerda el periodista Alejandro Riera, experto en mafia rusa. La Guardia Civil consiguió grabar al escurridizo delincuente durante esa fiesta, en el transcurso de la Operación Avispa, uno de los mayores golpes a la trama exsoviética asestados en España. Kalashov logró escapar a Dubái, donde fue detenido en 2006 y llegó a cumplir pena de prisión en la cárcel de Villena (Alicante).
Riera, autor del libro La Organizatsja: Mafia rusa, mafia roja (Arcopress, 2008), considera que Alicante es “un magnífico asentamiento” para los miembros del crimen organizado exsoviético. “Primero, por el clima y la calidad de vida”, sostiene, “pero también porque aquí residen muchos extranjeros, porque nadie se mete demasiado en la vida de los vecinos” y, por último, porque hay disponible “un aeropuerto internacional con vuelos directos a Moscú”. La colonia de ciudadanos del Este asentada en la provincia es muy numerosa, con rusos y ucranios en cabeza, ya que ambas nacionalidades suman unos 30.000 empadronados, con lo que “cualquier compatriota puede pasar desapercibido”. Torrevieja, con más de 8.000 residentes entre rusos y ucranios, Orihuela Costa, y los 50 kilómetros de litoral que separan El Campello de Altea, Villajoyosa incluida, con la excepción de Benidorm, son los asentamientos principales para estas nacionalidades.
Es este, quizá, el motivo por el que Kuzmínov eligió asentarse en la zona residencial vilera de La Cala, en la vivienda en la que finalmente fue acribillado el pasado 13 de febrero. Y puede que fuera también su mayor error. “Al parecer”, continúa Riera, “no cambió de aspecto, por lo que alguien le pudo reconocer” y dar aviso a las autoridades rusas, instigadoras del asesinato, según fuentes de la inteligencia española. Según estas mismas fuentes, dos pistoleros dispararon media docena de veces y atropellaron al piloto ruso en el garaje de su domicilio en Villajoyosa. En primera instancia, su pasaporte señalaba que era un ucranio de 33 años, pero los investigadores no tardaron en descubrir que la documentación era falsa. Casi una semana después, desde Kiev se desveló que la víctima era en realidad un militar ruso que había desertado en Jarkov en agosto y al que Moscú había puesto en su punto de mira.
La presencia de Kuzmínov en España, que las autoridades españolas desconocían, era una piedra en el zapato de las bandas organizadas asentadas en Alicante. “Existen zonas de gran proliferación de este tipo de delincuentes”, apuntan fuentes de la Policía Nacional especializadas en delitos internacionales, “que suelen esconderse en lugares y urbanizaciones costeras y pequeñas”. Para sacarlos de sus madrigueras, además de los clásicos “vigilancia y seguimiento”, es fundamental “la implementación de nuevas tecnologías”, explican las mismas fuentes. Las estafas y delitos se cometen con ordenador, “tenemos que contar con agentes encubiertos o incluso colar troyanos en sus dispositivos”, desvelan. Asestar varios tiros en un aparcamiento privado no es el estilo de los vor. “Tratan de evitar los crímenes de sangre, que llaman demasiado la atención”, dice Riera.
Los especialistas policiales en este tipo de delincuencia señalan que los ladrones de ley echan mano de sus poderosas cuentas corrientes para buscar “un bufete de abogados de confianza y un asesor fiscal” en las zonas en las que echan raíces y, con esta mediación, localizar “inversiones interesantes” y llenar su agenda de contactos. Compran complejos hoteleros, casas y apartamentos de lujo. Y, si pueden, cargos políticos y agentes de la ley, como demuestra la Operación Testudo, de la Policía Nacional, que el año pasado llevó al banquillo a Alexey Shirokov, abogado ruso y “lobista del PP”, según indicó una jueza de Benidorm. Shirokov, junto a otros empresarios rusos afincados en Alicante, maniobraba desde Altea, donde había sabido ganarse el favor de concejales y agentes gracias a favores y sobornos.
Izgilov, alias ‘La Fiera’
Sucesos como el de Kuzmínov vuelven a poner sobre los grupos del Este el foco de los cuerpos de seguridad y los medios de comunicación, como sucedió con las Operaciones Avispa y Troika, esta última desarrollada desde Baleares en 2008, pero también con implicaciones en Alicante. Ambas hicieron temblar los cimientos que el crimen organizado había construido en la costa española. Vitali Izgilov, conocido como La Fiera, estuvo implicado en las dos tramas. Desde su residencia en El Campello, ejercía de enlace para Kalashov y movía los hilos de varias organizaciones diseminadas por toda Europa. En 2015 fue condenado por la Audiencia Nacional a cinco años y nueve meses de prisión y una multa que superaba los 700.000 euros, pero eludió las rejas tras pactar su salida inmediata de España.
El asesinato de Kuzmínov es excepcional, el primero que, según la inteligencia española, podría haber ordenado presuntamente Moscú en suelo español. También es mínimo el porcentaje de ladrones de ley con residencia en Alicante, en una población censada de 17.500 rusos en toda la provincia. Y extraordinariamente infrecuente fue el último crimen cometido en Alicante y relacionado con ciudadano con pasaporte de esa nacionalidad. Se trata del asesino en serie Nikolay T., acusado del asesinato de una abogada en la pedanía de La Hoya, de Elche, y de un agricultor en Los Montesinos, además del intento de homicidio de una mujer en Torrevieja, todos ellos en 2020. La labor de Guardia Civil y Policía Nacional, que llegaron a difundir un vídeo con imágenes de Nikolay por si alguien podía reconocerlo, hiló los tres casos, sin conexión evidente en principio. Finalmente, fue encontrado en 2022 en un centro psiquiátrico de Moscú, donde fue ingresado por las autoridades de su país tras cometer otro homicidio. Nada que ver con el crimen organizado. Según contaron los investigadores, este asesino en serie volvió seriamente trastornado de su paso por el servicio militar, al que fue convocado pese a que residía desde su adolescencia en Torrevieja.
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