Así fue la caza de Nikolay, el asesino en serie de Alicante que estaba preso en Rusia
El rastro de ADN y la colaboración ciudadana condujeron a la identificación del autor de cuatro crímenes, uno de ellos en Rusia, que volvió trastornado del servicio militar en su país
El comportamiento de Nikolay T., presunto autor de tres homicidios, uno de ellos en grado de tentativa, en el sur de Alicante, se transformó al volver de prestar dos años de servicio militar en su país. A su regreso, sus familiares y amigos notaron un evidente cambio de conducta. Se volvió peligroso, consumía alcohol y drogas en grandes dosis e incluso hablaba consigo mismo como si tuviera personalidad múltiple. Su madre llegó a contactar con el Hospital de Torrevieja en marzo de 2020, meses antes de los crímenes, para informar de que tenía miedo porque su hijo sufría un brote psicótico. En noviembre de ese mismo año, ya había asesinado a un agricultor en Los Montesinos y a una funcionaria judicial en la pedanía ilicitana de La Hoya, y agredió a una limpiadora doméstica en un portal de Torrevieja. El rastro de su ADN condujo a su identificación: está internado en un psiquiátrico ruso después de ser juzgado por otro asesinato, cometido en Moscú en diciembre de 2020. La Guardia Civil y la Policía Nacional han contado hoy cómo dieron con él, gracias, principalmente, al ADN y a la colaboración ciudadana.
La operación Phoenix-progreso, en la que han intervenido ambos cuerpos, comenzó el 11 de agosto de 2020, narra Francisco Balsalobre, jefe del Grupo contra las Personas de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) del instituto armado en Alicante. Ese día “un trabajador de la finca Lo Blanc de Los Montesinos”, un pequeño municipio cercano a Torrevieja, “avisa de que ha encontrado el cadáver de Antonio Joaquín Huerta”, uno de los trabajadores. El cuerpo presentaba diez heridas de arma blanca, entre ellas, una que seccionó la carótida y otra que podía considerarse casi un degollamiento. La investigación arrancaba con la reconstrucción de las costumbres de la víctima, 44 declaraciones de su entorno, una toma de ADN de un desconocido hallada en el escenario del crimen y un intenso visionado de imágenes de cámaras cercanas.
Tres meses después, el 6 de noviembre, la unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional se hace cargo de la investigación de un homicidio, el de la funcionaria judicial Alicia Valera en un canal de riego de la pedanía rural de La Hoya, en Elche, una tarde que paseaba a su perro. Según relata Pedro Puigcerver, jefe de la UDEV en la comisaría ilicitana, un vecino testifica que un hombre con mascarilla, capucha y acento del Este le preguntó la hora en las inmediaciones del lugar de los hechos y le había resultado sospechoso, “porque tenía muchas ojeras y le había mirado fijamente durante un buen rato”. Otro vecino que paseaba con sus hijos por la zona vio a una persona con el agua del canal por las rodillas atacando a otra. Al descubrir su presencia, el agresor huyó con las zapatillas de su víctima, blancas y con abundantes manchas de sangre. La inspección ocular descubrió más sangre junto al canal y trazas de ADN en la correa del perro de la víctima. Diez días después, al cruzar datos con la Guardia Civil, descubren que es el mismo criminal del caso de Los Montesinos.
Ambos cuerpos suman esfuerzos. “Buscamos hechos similares que pudieran haber ocurrido en la zona”, la franja meridional de la provincia de Alicante, “y dimos con una tentativa de homicidio realizada con un arma blanca de grandes dimensiones hacia una mujer”, Josefa Samper, atacada unos meses antes, el 16 de julio, en el portal donde trabajaba de limpiadora, situado en pleno centro de Torrevieja. Tras asestar cuchilladas en el hombro y el omoplato de su víctima, el agresor escapa al intervenir un vecino, que lo define como varón de 1,75 metros de altura, entre 25 y 35 años, pelo rapado y caucásico. “En principio, no parecía haber conexión”, señala Balsalobre, “pero lo relacionamos con los homicidios porque no había móvil aparente, ni personal, ni económico, ni sexual, por la proximidad espacial y temporal y por el uso de un arma similar”.
Las pruebas genéticas se compararon con 200 investigados, continúa Puigcerver. Sospecharon de un ciudadano de Ucrania, que había vuelto a su país, al que descartaron después de analizar a su padre, al que localizaron en una visita a España. Mientras tanto, las imágenes captadas en Los Montesinos desvelaron la presencia de “ocho vehículos y un hombre que circulaba en bicicleta” cerca del momento del crimen. La apariencia del ciclista “era similar a la del agresor de Torrevieja”, registrado también en vídeo, con lo que “cuadraba en los tres casos”. Los investigadores decidieron difundir las imágenes para recabar testimonios. Y dio resultado. “Recibimos llamadas de amigos del asesino que certificaron, sin duda, que era el autor del homicidio en tentativa”. Uno de ellos contó que en marzo, “había allanado el domicilio de un amigo en Torrevieja con intención de matarlo”.
Con Nikolay T. ya identificado, las pesquisas requirieron apoyo internacional. Y se descubrió que el día en que mató a Alicia en La Hoya, su madre, una agente inmobiliaria que trabajaba entre Torrevieja, Ciudad Quesada (Rojales) y La Marina, otra pedanía ilicitana cercana al lugar del crimen, le había comprado un billete de avión para volar de regreso a Rusia, tras haber vivido 15 años en España sin más interrupción que el periodo en el servicio militar que lo trastornó. La Interpol confirmó el viaje, que se produjo el 20 de noviembre, cuatro días después del homicidio. Las autoridades rusas también informaron de que Nikolay estaba ingresado en un psiquiátrico en su país, tras haber sido juzgado por un homicidio cometido en Moscú el 20 de diciembre de 2020, el cuarto crimen de su serie. Las pruebas genéticas coincidían con los asesinatos españoles.
El carácter y los síntomas del presunto asesino en serie, además, coincidían con un análisis de conducta realizado por especialistas de la Universidad de Santiago de Compostela, consultados por los agentes. Avanzaba que el autor de los crímenes debía de ser “un asesino en serie desorganizado, de carácter psicótico”, características que evidenciaban sus víctimas, completamente diferentes y, al parecer, elegidas al azar. En una rueda de prensa en la que han comparecido Balsalobre y Puigcerver, además de la subdelegada de Gobierno, Araceli Poblador, el coronel de la Comandancia de Alicante, José Hernández, el jefe provincial de la Policía Nacional, Manuel Lafuente, el jefe de la UOPJ, Juan Antonio Gómez, y el de la brigada central de Delitos contra las Personas, Félix López, han indicado que se ha solicitado la extradición de Nikolay a Rusia, para juzgarle por tres homicidios, uno en grado de tentativa.
Mientras tanto, los vecinos de La Hoya respiran tranquilos, asegura María Antón, integrante de la junta vecinal. “El asesinato de Alicia fue un shock para nosotros, teníamos miedo de que fuera alguien de aquí”, declara, “no pensábamos que fuera algo tan descabellado y siniestro”. En una reunión celebrada precisamente anoche, jueves, comentaron el esclarecimiento del crimen. “Por una parte está la tranquilidad de que ya está localizado el asesino”, sigue Antón, “y por otra, la rabia por no haber sabido de esas imágenes con anterioridad, que hubiesen ayudado”. Durante meses, se preguntaron “por qué a esta chica, por qué a esas horas, por qué muchas cosas que ahora se han calmado al saber que fue un asesino en serie psicótico”, zanja.
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