Sánchez intenta arrastrar a Feijóo a la economía y amenaza con un caos en los fondos si el PP y Vox ganan las elecciones
La Moncloa pone a Calviño como ariete y parte del equipo del presidente tiene que dimitir este martes para poder ir en las listas
El PSOE necesita cuanto antes que empiece el ambiente de campaña electoral propicio para movilizar a un electorado que, según los primeros sondeos, está mucho menos activado que el de la derecha. Y, para eso, Pedro Sánchez y su equipo empiezan a definir con claridad los ejes de su discurso esta precampaña. Con él, intentan por todos los medios que el PP y su líder, Alberto Núñez Feijóo, abandonen la cómoda posición de favorito que no necesita mojarse para entrar de lleno al choque con los socialistas. Sobre todo al debate económico, en el que el Gobierno cree que tiene todas las de ganar.
Según el análisis muy extendido en la cúpula del Gobierno y del PSOE, y también en Sumar, el gran problema de las elecciones municipales y autonómicas ―un desastre para la izquierda― es que no se habló apenas de economía, pero sí, y casi en exclusiva, de Bildu y del fraude en el voto por correo en Melilla y otros pequeños municipios. Eso fue demoledor para el mensaje de la izquierda, que quedó diluido.
Esta vez en La Moncloa van a intentar que sea diferente y por eso en esta primera semana, tras resolver la tensión de las listas, Pedro Sánchez y los suyos han colocado todo el foco en la economía, con Nadia Calviño como ariete. El PSOE trata de arrastrar al PP a un debate económico porque los populares no tienen un claro portavoz —Feijóo no da ni pistas sobre quién sería su ministro de economía y se limitó a decir el lunes pasado de forma irónica que será “alguien que sepa de economía”—. Y porque los datos benefician el discurso del Ejecutivo, al menos según su visión, y complican el de la oposición, que sigue hablando de estancamiento.
No solo la propia Calviño, que de forma inédita fue la encargada de comparecer como cara visible en el PSOE —aunque sigue siendo independiente y ni siquiera está en las listas— ofreció ese debate, sino que Pedro Sánchez remató después el lunes la idea, durante el acto en el Teatro Real por el 45º aniversario del diario económico Cinco Días. El presidente fue más lejos y trató de retar al PP para evitar que deje pasar los días sin concretar, la estrategia típica de quien quiere evitar los debates. El secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, ya ha llamado a Elías Bendodo, su homólogo en el PP, para empezar a negociar los debates, pero de momento ha recibido largas.
“En esta campaña hay alguien que no habla claro”, explicó el presidente en el acto organizado por Cinco Días ante un nutrido grupo de empresarios y los líderes de la patronal y los sindicatos. “Si con algo no se puede jugar es con la economía. ¿El PP tiene un plan? El PP debe responder ya al emplazamiento de debates generales y sectoriales, en especial económicos, con Nadia Calviño. Sus planes para la economía no son un secreto que les pertenezca. La ciudadanía tiene derecho a conocerlos. Eso es la democracia: información y contraste, no disimulo. No pueden seguir escondiendo sus intenciones y su equipo”, sentenció Sánchez.
Pero el presidente esta vez fue más lejos también al explicar la amenaza que puede suponer la llegada del PP y de Vox al Gobierno. No solo está en juego, para él, una involución política en las leyes sociales, como ha dicho otras veces. Está en riesgo también un modelo económico exitoso y hasta los fondos europeos, que se han concedido por una serie de políticas económicas y reformas clave, como la laboral o la de las pensiones, que los populares ahora quieren derogar o al menos modificar sustancialmente, y que rechazaron en el Congreso. Mientras los líderes de la patronal y los sindicatos defendían poco antes de que hablara Sánchez la reforma laboral que ellos pactaron con el Gobierno y el PP estuvo a punto de tumbar en el Congreso —no lo logró por un error de un diputado suyo— el presidente sentenció que a España le puede pasar como otros países en manos de la derecha más extrema, que están teniendo problemas para recibir esos fondos, como Italia, Polonia o Hungría.
“Hemos puesto en marcha un modelo de éxito y el PP se lo quiere cargar. Al menos deben explicar cómo y con quién. No puedo entender que el PP no tenga a estar alturas a alguien que pueda explicar este programa”, dijo Sánchez. Y continuó preguntándose: “Si allí donde miremos encontramos datos económicos esperanzadores, ¿qué sentido tiene desmantelar las políticas que lo han hecho posible? ¿Por qué debería España dar marcha atrás y derogar lo avanzado? Esa es la encrucijada de las elecciones. La oposición solo exhibe el verbo derogar. Pero muchas de estas medidas que quieren derogar estaban incorporadas en las recomendaciones de Bruselas. La revocación es contravenir el mecanismo del fondo de recuperación, y tiene consecuencias claras: procedimientos sancionadores, paralización de los fondos. Otros gobiernos escorados a la derecha ya están sufriendo esta situación. No sé qué opinará Feijóo. Puedo imaginar Abascal. Pero yo no quiero que España se parezca a esos países. Es una cuestión de interés económico nacional. ¿Qué sentido tiene sumir a España en ese riesgo cuando hemos sido el país pionero en recibir los fondos?”.
Sánchez juega fuerte, pues, con la economía, con la idea de que los ciudadanos deben decidir conscientes de que si gana el PP y Vox vendrá un giro económico muy importante de consecuencias inciertas. “A veces se necesitan décadas para recuperarse de una mala elección”, llegó a advertir Sánchez. “Nosotros tenemos un plan y enfrente no hay nada. Tenemos un equipo curtido con Calviño al frente. Al otro lado, nada. Contamos con Teresa Ribera, Margarita Robles, María Jesús Montero, José Luis Escrivá. Tenemos proyecto, tenemos equipo ―diría equipazo― estamos en el puente de mando de Europa y ellos solo aparecen por Europa para montar numeritos. Atravesamos momento crucial para nuestro país”, insistió, en modo claramente de campaña.
El presidente está lanzado en modo electoral, pero los comicios tendrán este martes un nuevo pistoletazo de salida con una consecuencia clara de la decisión de Sánchez de colocar a buena parte de su equipo más estrecho en las listas, algo que ha creado algunas críticas en sectores del PSOE. La ley es muy estricta, y los cargos por debajo de secretario de Estado son inelegibles. Por eso, este martes el Consejo de Ministros tendrá que aprobar un número importante de dimisiones y relevos temporales en el círculo más estrecho del presidente y en otros cargos importantes, como la dirección general de la Guardia Civil. Todos los que van en las listas y tienen ese nivel por debajo de secretario de Estado —solo se libran ellos y los ministros— tendrán que dimitir este martes, lo que proporcionará una imagen llamativa.
No es la primera vez que sucede, la ley siempre es igual. Pero sí resulta destacable que Sánchez haya querido que su núcleo duro esté en el Congreso, lo que otorga la garantía de tener una salida política en el caso de que se pierda el Gobierno en julio. Salvo Óscar López, que es su jefe de Gabinete y no tiene que dimitir porque tiene rango de secretario de Estado, los más destacados miembros del equipo más cercano del presidente en el Edificio Semillas, donde está su Gabinete, sí lo harán. Es el caso de Antonio Hernando, que irá en las listas por Almería y es la mano derecha de López; de Paco Salazar, que salió con la caída de Iván Redondo, pero fue recuperado después y es una persona clave del núcleo de Sánchez, que también irá en las listas en Sevilla; o Pilar Sánchez Acera, también importante en el equipo de López, y que irá en las listas por Madrid aunque en un puesto con pocas posibilidades, el 14. La directora general de la Guardia Civil, Mercedes González, también tendrá que dimitir este martes después de solo dos meses en el cargo. Además hoy serán relevados hasta tres delegados del Gobierno que irán en las listas y tienen que dimitir. Será el último trámite, más simbólico que otra cosa, antes de empezar ya en ritmo total de campaña, con las listas definidas y todo preparado para arrancar la maquinaria de los partidos.
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