El comisario Villarejo ajusta cuentas con el CNI en la reapertura de la comisión de las cloacas de Interior
El policía jubilado señala que la Operación Cataluña la montó el Gobierno del PP de Rajoy, con Sáenz de Santamaría al mando, para socavar la ofensiva independentista
El comisario jubilado José Manuel Villarejo se encuentra en su salsa en las comparecencias de las comisiones de investigación del Congreso y este miércoles volvió a demostrarlo. Acudió por tercera vez en los últimos años para exponer en este caso lo que conocía sobre la llamada Operación Cataluña, montada en 2012 durante los gobiernos de Mariano Rajoy para, mediante una campaña de intoxicación informativa con supuestos informes policiales cargados de graves acusaciones de corrupción, desacreditar a los principales dirigentes secesionistas catalanes. Según ha recalcado Villarejo en varias ocasiones, fue el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) quien “coordinó, diseñó y dirigió” aquel operativo para “neutralizar” y “desactivar” el independentismo catalán, aunque también aseguró que en ella tuvieron intervención tanto él, como la Policía Nacional y la Guardia Civil. Aun así, en la comparecencia el policía retirado no ha aportado ninguna información nueva o relevante sobre las cloacas del Estado.
La comparecencia de Villarejo ha sido, básicamente, un ajuste de cuentas contra el servicio secreto y, sobre todo, contra el que entonces era su director, el general Félix Sanz Roldán, ya jubilado, con el que está fuertemente enfrentado con denuncias cruzadas en los juzgados. Y, en el camino, ha vuelto a poner en marcha su ventilador contra todo y contra todos: los gobiernos “poco serios” del PP; el rey emérito Juan Carlos I; excompañeros comisarios, políticos, periodistas y editores de diversos medios de comunicación. Su memoria fue muy selectiva, siempre encauzada a presentarse como un “agente encubierto” que en realidad era un peón secundario en la Operación Cataluña, en la participó, ha recalcado, por su condición de servidor del Estado.
El polémico comisario estrenaba así la tercera comisión de investigación parlamentaria sobre las cloacas políticas y policiales auspiciadas presuntamente desde el Ministerio del Interior en la etapa de Jorge Fernández Díaz, contra adversarios políticos del PP. Esta nueva investigación en el Congreso, que parecía abocada al fracaso, comenzó así con el compareciente más ruidoso a dos días del inicio de la campaña para las elecciones municipales y autonómicas del 28-M, aunque no permitirá más comparecencias hasta después de los comicios. Antes de la intervención de Villarejo, la comisión acordó ponerse un plazo hasta el próximo viernes para que los partidos presenten una nueva lista de peticiones de hasta ocho personas para que comparezcan en el futuro, y que se votarán individualmente el miércoles de la semana que viene.
En teoría, esta nueva versión de la comisión de investigación sobre las cloacas policiales del Estado estaba pensada para indagar principalmente sobre las presuntas presiones de los ejecutivos de Rajoy a directivos de la Banda Privada Andorrana para que estos facilitaran pruebas de la fortuna que ocultaba en esa entidad el expresidente catalán Jordi Pujol y su familia a cambio de impedir la intervención del banco por riesgo de blanqueo de capitales. Por aquellos hechos, una jueza andorrana imputó hace casi un año por supuestas coacciones y falsedad documental al expresidente Rajoy, a los exministros de Hacienda, Cristóbal Montoro; e Interior, Jorge Fernández Díaz, al exsecretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, y al exdirector general de la Policía, Ignacio Cosidó. Sin embargo, los diputados presentes en la comisión apenas preguntaron nada a Villarejo sobre esa actuación ni tampoco sobre aquella supuestas injerencias. Los intereses de cada partido eran otros.
El portavoz del PSOE, Felipe Sicilia, se centró en saber si Villarejo había llegado a tener contacto directo o por teléfono entonces con el propio presidente Rajoy. El comisario, que se escudó varias veces en que tiene ahora 72 años y su memoria falla para no entrar en detalles, solo llegó a recordar que contactó con Rajoy, pero no sabe muy bien si directamente porque le pasó el teléfono móvil la entonces secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, cuando el comisario estaba con ella o porque la política le trasladó un mensaje de felicitación del entonces presidente por los resultados de la Operación Cataluña.
Lo que sí ratificó Villarejo es que este operativo existió, que fue una operación de inteligencia y de Estado y que perseguía “evitar que una parte organizada y estructurada de España mantuviera la posibilidad de independizarse y lo que ello conlleva”. Sicilia insistió mucho en relacionar a la puesta en marcha de la misma directamente con Rajoy, pero el comisario solo llegó a afirmar que la iniciativa la había “diseñado Presidencia del Gobierno, aunque la llevaba adelante la vicepresidenta”, en referencia a Soraya Sáenz de Santamaría y el servicio secreto, muy enfrentada en aquellos tiempos a Cospedal, que era con la que Villarejo mantenía relación.
El comisario ha demostrado en todas sus comparecencias en el Congreso su obsesión con el CNI y con su entonces responsable, Sanz Roldán. Este miércoles apuntó que el servicio secreto tenía entonces “constantes relaciones con el PP de Cataluña” para determinar objetivos e, incluso, que uno de sus mandos llegó a plantear en una reunión de la Operación Cataluña sacar los tanques en Barcelona. Villarejo también ha aprovechado para alentar una vez más la teoría de la conspiración en los atentados yihadistas de la capital catalana y Cambrils (Tarragona) de agosto de 2017, que dejaron 16 muertos y decenas de heridos, al asegurar que él trasladó información de que algo se estaba preparando y que fue el CNI el que decidió no investigarlo. Eso sí, como en las anteriores ocasiones en las que ha hecho referencia a este suceso, no ha aportado más prueba que su palabra.
Las cuestiones que planteó a Villarejo el portavoz del PP, Luis Santamaría, se centraron en intentar mostrar que el comisario, que ha trabajado para ministros de todos los gobiernos, se ha visto implicado en operaciones similares para anteriores ejecutivos del PSOE y le preguntó por supuestas irregularidades en el origen del caso Gürtel, que ha terminado destapando la caja b de los populares, o el caso GAL, sobre el terrorismo de estado contra ETA en la etapa de los gobiernos socialistas de Felipe González. La intervención del diputado de Vox, Juan Carlos Segura, fue caótica. No solo no cuestionó los objetivos de la Operación Cataluña contra el independentismo sino que le pareció que se había “espiado poco y mal” a los que identificó como los “enemigos internos” que querían dañar a España.
El portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, centró toda su intervención en lo que denominó “las cloacas mediáticas” que apuntaban “con sus cañones” contra algunos protagonistas políticos, especialmente de su partido. Preguntó por Antonio García Ferreras, periodista de la Sexta; por Ana Terradillos, entonces en la SER y ahora en Cuatro Televisión; por Mauricio Casals, presidente de Atresmedia; y por Ana Rosa Quintana, de Tele 5. Villarejo no habló mal de ninguno de ellos, con los que admitió haber tenido mucha relación. El comisario sí precisó que el informe Granadinas y el informe Pisa (ambos sobre supuestas irregularidades en la financiación de Podemos que se han demostrado como bulos) que fueron aireados por algunos medios pese a su falta de credibilidad, fue “una basura falsa y burda”.
Durante el interrogatorio del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, el policía volvió sobre sus conocimientos de actuaciones para proteger a la corona y al rey emérito y comentó que él ya había advertido de algunas conductas de Juan Carlos I y del general Sanz Roldán, al que acusó de ocultar las irregularidades del anterior jefe del Estado. “La corona es una institución fundamental, pero no se le protege ocultando o alterando, sino corrigiendo los errores”, afirmó. Villarejo aseguró, de nuevo sin aportar pruebas, que el exdirector del CNI ha acudido en los últimos años varias veces a Abu Dabi, donde reside el rey emérito desde 2020, “para hablar de sus problemas económicos y sociedades opacas”. Y añadió que en el CNI “existen fondos súper reservados”, sobre los que no hay ningún control, “para operaciones inconfesables”, y puso como ejemplo una supuesta entrada en el piso que Corinna Larsen, ex amante del rey emérito, tenía en Mónaco.
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