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Los expresidentes Rajoy y González reivindican los Pactos de La Moncloa frente al actual “pacto fiscal Frankenstein”

El socialista redefine la función de los exmandatarios: “Seguimos siendo grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños. Y sí, estorbamos, no es mala fe, es historia”

Los expresidentes, Mariano Rajoy (a la izquierda) y Felipe González, en su charla del Foro de La Toja (Pontevedra) moderada por la periodista Anabel Díez, este viernes.
Los expresidentes, Mariano Rajoy (a la izquierda) y Felipe González, en su charla del Foro de La Toja (Pontevedra) moderada por la periodista Anabel Díez, este viernes.Lavandeira jr (EFE)
Javier Casqueiro

Felipe González y Mariano Rajoy estuvieron otra vez de acuerdo en casi todo en su cita anual del Foro La Toja Vínculo Atlántico. Hasta en su función de expresidentes o “jarrones chinos” sin responsabilidades. A ninguno de los dos les entusiasma esta carrera fiscal desordenada de propuestas tributarias, que Rajoy etiquetó como “pacto fiscal Frankenstein” y González de “Ejército de Pancho Villa”. Rajoy apuntó ahí sobre todo al Gobierno central. González a todos y recordó su apuesta por una “armonización de los impuestos básicos en la Unión Europea”. Ambos han abogado este viernes por un gran acuerdo de rentas y han destacado la “necesidad” de reeditar ahora otros Pactos de La Moncloa.

La charla entre Rajoy y González en la isla de A Toxa (Pontevedra) es ya un clásico otoñal del inicio del curso político para los nostálgicos del bipartidismo que ha gobernado España en la mayoría de la actual etapa democrática. Se citan en el lujoso Gran Hotel del balneario, se reúnen con dirigentes en activo o en la retaguardia empresarial del PP y del PSOE, conversan en privado y sin apenas tensiones partidistas con los magnates de las grandes empresas españolas del Ibex 35 y concluyen siempre al final de las jornadas: hacen falta más pactos de Estado, más consensos y más unidad sobre las bases de las democracias liberales. Todos los años hay alguna pequeña discrepancia o polémica que les diferencia algo, sea sobre la solución a Cataluña, el papel del rey emérito o la redistribución de la riqueza. Cada vez se conocen mejor, sus manías, latiguillos, ironías o sarcasmos y ya se permiten apostillarse sus exposiciones con bromas y chascarrillos.

El contexto, este año, lo marcaba la guerra en Ucrania y sus consecuencias. Los dos expresidentes elogiaron la labor de la Unión Europea, la unidad en la respuesta, admitieron el error en su día de intentar “estabilizar y occidentalizar” a la enorme Federación Rusa de Boris Yeltsin y Vladímir Putin y volvieron a estar de acuerdo en que ahora hay que aplicar las leyes y prepararse para cualquier escenario. Incertidumbre. Inquietud. Repitieron.

González enfatizó ahí, en ese contexto, lo que señaló que podría ser “un regalo para Feijóo”, el actual líder del PP. Un regalo con una intención clara, como explicó en conversación informal con un grupo de periodistas. En público, el expresidente socialista destacó que en las democracias “se hacen las leyes, y a veces no nos gustan, pero la única manera de superar los conflictos es aplicar esa ley, aunque no nos guste, y luego si eso la cambio”. La referencia era sobre el actual conflicto por la renovación pendiente hace casi cuatro años del Consejo General del Poder Judicial. Tenía previsto soltárselo a Feijóo, y lo hizo. Tampoco le agrada nada esa función mediadora que se atribuye al comisario europeo de Justicia, el belga Didier Reynders, estos días en España y que claramente se ha decantado por esa solución ahora apoyada por el PP de que solo los jueces elijan a los representantes de la dirección del Poder Judicial “entre sus pares”. González bromeó sobre qué pasa entonces con “los impares” y subrayó que con “el modelo belga, por el momento, no nos fue muy bien” para refrescar que el expresidente catalán Carles Puigdemont sigue allí fugado de la justicia española.

Fue ahí cuando el expresidente González reconoció que no hay un manual de instrucciones para actuar ante las crisis imprevistas, pero sí consideró que ante ese cúmulo de inseguridades podría ser “necesario” y “bueno” firmar ahora un pacto de rentas y recuperar “un pacto del tipo [de los] de La Moncloa para que esto no sea el ejército de Pancho Villa, cada uno por su lado”.

González pide “armonizar” impuestos básicos

Felipe González no cree que ahora sea el momento de apostar a fondo por mantener o aumentar el impuesto individual de Patrimonio ni por soluciones fiscales individuales o autonómicas, según confesó a un grupo de periodistas en una conversación informal. Rememoró que él lo impuso como presidente, en otro momento y otra época, cuando hacía falta poner orden en el caos censal de las propiedades en el conjunto del país, pero no para recaudar más. También comentó que no conoce a nadie que se haya marchado a Portugal para no tributar por una finca en Extremadura. Pero sí planteó la oportunidad de “armonizar” una serie de impuestos básicos, como él intentó sin éxito en su día a nivel europeo, porque reconoció que la actual fiscalidad “está deteriorada por el paso del tiempo” y requiere una revisión. “O nos ajustamos o nos ajustan y si nos ajustamos es mejor ajustarnos equitativamente”, avisó.

Rajoy aceptó el envite del pacto de rentas, porque así se apuntó el tanto de un remedo que se firmó en 2012, cuando él llegó a la presidencia del Gobierno, aunque solo entre empresarios y sindicatos. Pero matizó que ese pacto debe ser global, en alusión a que el Gobierno no debe primar ahí por razones electorales las subidas salariales, por ejemplo solo para los funcionarios públicos. El exlíder del PP rescató una alusión de González a la eterna complejidad política en Argentina para reseñar que un pacto fiscal en España es igual de espinoso y rechazó el proyecto que acaba de plasmar la ministra Montero. “Caminamos a un pacto fiscal Frankenstein”, señaló Rajoy, y González apostilló con un sonoro “sí”, y el popular descalificó las medidas “de la cuadratura del círculo” anunciadas por un gobierno que ve trufado de “populismo, peronismo y Robin Hood” como “peligrosas”.

El expresidente Rajoy se adentró en ese punto en críticas muy sustentadas también por el actual PP de Alberto Núñez Feijóo, que también estaba en la sala, contra la idea de imponer impuestos y perseguir a los ricos en vez de intentar acabar con la pobreza. Rajoy y González rememoraron cruces de citas al respecto de exdirigentes como el sueco Olof Palme o el coronel portugués Otelo Nuno Romão Saraiva de Carvalho. Rajoy consideró que ese tipo de iniciativas “son demagógicas y no conducen a ningún sitio” e insistió en el argumento de que España ahora está recaudando y recibiendo más fondos europeos que nunca. El expresidente popular rechazó que se pueda gobernar “dando tortazos a las empresas” en una sala repleta de varios CEO y presidentes de las principales compañías de España.

González observó ahí que Rajoy se alejaba tanto de la supuesta neutralidad política de los expresidentes que se lo afeó con diplomacia y agarró un planteamiento de la moderadora, la periodista Anabel Díez, sobre una hipotética función apaciguadora de los expresidentes, para retomar aquella metáfora sobre los jarrones chinos que estableció cuando dejó La Moncloa, a dónde llegó va a hacer este próximo 28 de octubre 40 años: “Seguimos siendo grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños, valiosos sí, pero que te dan con el codo y nos rompen. Estorbamos, no es mala fe, es historia”. Para retomar al final el tono amistoso de sus encuentros, González defendió declarar A Toxa “isla independiente del resto del mundo”. Rajoy cerró: “Yo lo apoyo”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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