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Senado
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Feijóo y la solvencia provinciana que insulta sin despeinarse

El líder del PP muestra en el Senado su estrategia: ataca con dureza y se queja de la crispación; se ofrece como aliado frente a los socios del Gobierno, pero rechaza cualquier pacto

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene en el pleno del Senado celebrado este martes.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene en el pleno del Senado celebrado este martes.Claudio Alvarez
Javier Casqueiro

Feijóo es más poliédrico de lo que parece. Descalifica con acritud y se queja de que le insulten. Expone una idea más o menos “sensata”, que está en el foco de un debate internacional, la cataloga como propuesta propia, la exhibe y envía como documento de Estado y luego, si el rival la asume en algo, puede rechazarla y hasta votar en contra. Se acaba de estrenar hace cuatro meses en la compleja, crispada y muchas veces inextricable política nacional, tras gobernar con comodidad en su reducto galaico varios lustros, y considera que ya es el único dirigente con capacidad y conocimiento para resolver la descontrolada crisis energética mundial por la guerra en Ucrania. A Pedro Sánchez, en algún punto, esa capacidad camaleónica “y sin despeinarse” propia del Zelig de Woody Allen le descoloca bastante.

A Feijóo comparar “los últimos días de gobierno” de Sánchez con los sanguinarios déspotas de El otoño del patriarca del nobel Gabriel García Márquez no le parece un insulto, solo “una crónica”, como ha asegurado este martes en el debate que le ha enfrentado al presidente del Gobierno en el Senado. Ante el enfado de este, muy especialmente cuando cuestionó su pedigrí “socialdemócrata”, el líder popular le matizó que sí le considera un “presidente democrático”, pero precisó con maldad que no podría ser un dictador porque no manda de manera absoluta en todo su Gobierno.

El debate, en realidad, se había convocado oportunamente sobre la crisis energética y el terrible contexto económico global en que ha derivado, pero Sánchez gastó la mayoría de los 134 minutos de todas sus intervenciones sin límite y Feijóo casi todos sus acotados 25 minutos en atizarse, objetar sus respectivas solvencias para sus actuales cargos y corroborar que se mienten, sin engañarse, cuando se ofrecen mutuamente manos tendidas y pactos sobre los grandes asuntos de Estado. No se aceptarán ninguno.

Nada de lo que ocurrió en su primer y duro cara a cara en el Senado frente al presidente sorprendió en realidad a Feijóo, aunque intentó parecer asombrado por la virulencia de las respuestas que recibió de Sánchez. Quería y buscaba ese duelo. “Para ser un líder provinciano sin ideas energéticas y al que España le queda grande, hoy Sánchez ha vuelto a copiarle una medida y habló cinco o seis veces más que Feijóo para atacar al aspirante. Ni soñábamos con este escenario, vamos a pedirle una comparecencia así cada semana”, comentaba con sorna uno de sus principales asesores.

El equipo del nuevo líder del PP aguardaba las intervenciones contra “la solvencia o mala fe” de muchas declaraciones o propuestas anunciadas en estos meses por Feijóo. Sánchez cumplió ampliamente esas expectativas. Recogió todas esas “meteduras de pata” del relevo del “defenestrado” Pablo Casado y hasta les equiparó cuando acusó al presidente del PP de usar los males de la guerra como utilizó su antecesor en el drama de la covid-19. Sánchez le auguró a Feijóo el mismo fracaso que Casado y hasta recordó su capacidad de resiliencia, que han experimentado en sus carnes rivales y compañeros de partido. Feijóo se mofó del nivel de la mayoría de los ministros del Gabinete de Sánchez, al ironizar con que le había llevado solo unos segundos examinar sus currículums.

El líder popular no asumió como ciertos ninguno de los logros o batallas que Sánchez se apuntó como ganador en el campo energético o en favor de las clases medias y más desfavorecidas, para contraponer sus prioridades a las de los anteriores o futuribles gobiernos del PP. No le da ningún crédito. Así parece inviable que Sánchez se tomara en serio su reiterada apelación final a que abandone a sus socios, particularmente EH Bildu y ERC, para acoger al PP “no como socio permanente pero sí como aliado de país”. Sánchez se lo aclaró en tres actos: las ofertas del PP no tienen rigor; solo persiguen echarle de La Moncloa y, en realidad, no pretende consensuar nada, sino agradar a los grandes empresarios de la banca y las eléctricas que le colocaron ahí y a sus terminales mediáticas.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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