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Eusko Alkartasuna se marchita

Una lucha interna de poder y las discrepancias por su encaje en EH Bildu sumen al partido de Carlos Garaikoetxea en la mayor crisis de su historia

Mikel Ormazabal
Eusko Alkartasuna
El exlehendakari Carlos Garaikoetxea participa en 2019 en un acto de Eusko Alkartasuna en San Sebastián.

Carlos Garaikoetxea, uno de los grandes referentes de la política vasca, está muy apenado por la deriva que ha tomado Eusko Alkartasuna (EA), el partido que él mismo creó en 1986 tras la escisión en el PNV. Esta formación nacionalista atraviesa la crisis más profunda de su historia. Dos sectores libran una batalla descarnada que dura ya cinco años y no tiene visos de acabar amistosamente. Al contrario, el enfrentamiento se ha intensificado a las puertas de un congreso nacional, previsto los días 19 y 20 de febrero, donde se escenificará una división total que pone en peligro la continuidad del proyecto que puso en marcha su fundador. La guerra interna de poder y las discrepancias por el encaje del partido en EH Bildu han llevado a EA a una situación límite.

En ese congreso habrá un choque de trenes entre la corriente oficial liderada por la secretaria general, Eba Blanco, y la crítica, encabezada por el parlamentario navarro Maiorga Ramírez, este último respaldado por el exlehendakari Garaikoetxea. Tienen que dirimir sus diferencias en el peor ambiente posible, con un intercambio de acusaciones públicas, expedientes de expulsión del partido abiertos contra cuatro dirigentes críticos y denuncias judiciales cruzadas que hacen imposible el entendimiento.

El problema de fondo, explica Garaikoetxea en declaraciones a este diario, radica en “la diferente concepción de EH Bildu, que fue pensada como una coalición de partidos de diferente ideología y tradición democrática. Una dirección autoritaria la viene convirtiendo en un partido único, integrado con los caracteres de Sortu”. “Por la incuria, la inercia o los intereses humanos, la dirección de EA ha confundido las cosas y ha ido a una integración de facto que significa borrar la virtud principal de una coalición”, añade.

De ser un partido influyente y con amplio respaldo electoral hasta finales de los noventa, en la actualidad EA malvive en la insignificancia política. Tuvo responsabilidades de gobierno en el Ejecutivo vasco ―su techo fueron los 13 parlamentarios en las autonómicas de 1986― y fue muy fuerte en Gipuzkoa, pero su proyecto político fue desinflándose hasta quedarse con un solo representante en la Cámara vasca en 2009. Su incorporación a la coalición electoral Bildu en 2011, junto a la izquierda abertzale, Aralar y Alternatiba, le permitió recuperar protagonismo político, pero este resultó efímero. EA ha sido definitivamente devorada por las huestes de Otegi, sostienen los críticos con la dirección de Blanco.

Iker Ruiz de Egino, portavoz nacional del partido y alineado con el sector oficial, discrepa de plano: “Esos temores son infundados. La entrada en EH Bildu fue un acuerdo estratégico y en EA siempre ha salido apoyada la línea de seguir en EH Bildu como una federación de partidos y no como una alianza electoral. Volver a una EH Bildu como coalición es algo superado y que pertenece al pasado”. En los cuadros directivos de la formación que dirige Arnaldo Otegi no hay ningún representante de EA. La izquierda abertzale (Sortu) tiene el control absoluto del mando: “Es cierto que se echa en falta a gente de EA, pero tampoco tenemos por qué estar en la primera línea” de Bildu.

De izquierda a derechaa, Maiorga Ramírez, Mikel Goenaga, Miren Aranoa e Iratxe López de Aberasturi, del sector crítico de EA.
De izquierda a derechaa, Maiorga Ramírez, Mikel Goenaga, Miren Aranoa e Iratxe López de Aberasturi, del sector crítico de EA.Javier Hernandez
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Se ha dado un “entreguismo total” a EH Bildu, según Maiorga Ramírez, una deglución progresiva que ha acabado en una “sumisión absoluta” de EA: “La ponencia política aprobada en el último congreso de EA (2017) con el respaldo de más de un 80% de la afiliación habla claramente de apostar por una EH Bildu como una coalición de partidos, con portavocías rotatorias; no contempla la necesidad de afiliarse a EH Bildu para poder participar en sus órganos, como ocurre ahora”. Critica que el aparato dirigido por Blanco “quiere vestir de facto lo que ha hecho a espaldas de la afiliación” y reclama que “se reviertan todas las irregularidades y cacicadas que ha hecho la dirección de EA”. Y advierte de que “si EA renuncia a su perfil socialdemócrata y opta por disolverse en EH Bildu, estará dejando libre todo el carril central de la política vasca y supondrá el mejor favor para el PNV”. Ruiz de Egino niega la mayor: “EA no se va a disolver en EH Bildu”.

Rafa Larreina, exsecretario de Organización, parlamentario vasco durante casi dos décadas, exdiputado de Amaiur y uno de los cuatro dirigentes que inscribieron a EA en el registro de partidos en 1986, reconoce estar “muy triste” por el tono “melodramático” que ha tomado la crisis interna: “No se han hecho bien las cosas porque EA ha desaparecido de hecho dentro de EH Bildu, una coalición que apoyé mucho en su momento porque era un instrumento necesario para lograr el final de ETA”. Larreina no pierde la esperanza de que “en el último minuto se llegue a un consenso”.

La división en EA comenzó a hacerse visible en el congreso de 2017, del que salió reelegido secretario general Pello Urizar, la persona que en 2011 había liderado la entrada de EA en la coalición soberanista tras los fracasos electorales que venía cosechando su partido. Aventajó en solo 14 votos a Ramírez, la voz crítica que reclamaba una mayor autonomía, más visibilidad y peso dentro de EH Bildu y contaba con el apoyo de Garaikoetxea y otros históricos del partido. La dimisión de Urizar en junio de 2019 dio lugar, por primera vez, a un proceso de primarias muy convulso para nombrar a su sucesor. Ahí arrancó el enfrentamiento que hoy mantienen Blanco y Ramírez, los dos cargos del partido con mayor rango institucional, al ser miembros de la mesa de los Parlamentos vasco y navarro, respectivamente.

Blanco presentó cerca de 60 avales en las primarias, frente a los 400 de Ramírez, pero este fue apartado de la carrera electoral por supuestos errores en unas firmas recabadas entre los afiliados del País Vasco francés (solo había 19 afiliados). Este hecho desencadenó un proceso judicial que aún sigue abierto y ha llegado hasta el Tribunal Supremo tras el recurso presentado por la dirección del partido contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Álava que en julio de 2021 ordenó la repetición de las primarias. Estando abierto este litigio, la línea oficial del partido proclamó a Blanco secretaria general en funciones a finales de 2019.

En el frente abierto por el control del partido, el sector de Ramírez asegura contar con el apoyo mayoritario de las organizaciones de Navarra, Gipuzkoa y Álava, mientras que la cúpula es más fuerte en Bizkaia. Esa lucha por el poder ha llevado a Ramírez y los suyos a denunciar por la vía penal a varios dirigentes del partido por los delitos de revelación de secretos y falsedad documental por presuntamente acceder a los ficheros protegidos de afiliados del partido. El próximo 11 de marzo, Ruiz de Egino y el secretario de Organización, Mariano Álava, declararán en el juzgado como investigados por permitir supuestamente que la directora de Organización de EH Bildu, Maider Karrere, entrara en 45 ocasiones a la base de datos de los afiliados camuflándola como trabajadora de EA, pese a que había dejado de serlo en junio de 2017.

Karrere también está citada ese día como investigada. Se la acusa de acceder a esos ficheros confidenciales desde mediados de 2017 a finales de 2019, cuando estaba en juego el logro de avales entre los afiliados durante la pugna por el liderazgo entre Blanco y Ramírez. La dirección del partido, por su parte, ha contratacado con la apertura de un expediente disciplinario de suspensión de militancia contra Maiorga y los coordinadores territoriales de Navarra, Álava y Gipuzkoa (Miren Aranoa, Iratxe López de Aberasturi y Mikel Goenaga, respectivamente) y la responsable de EA en Pamplona, Esther Korres, por haber denunciado públicamente irregularidades en las primarias de 2019. El primero se enfrenta a una sanción que le apartaría durante 12 años del partido y durante 17 años los cuatro expedientados restantes.

“Se está produciendo un auténtico ensañamiento contra todos los que defendemos las tesis de Garaikoetxea. El aparato del partido pretende condicionar y ganar un congreso repleto de irregularidades”, lamenta Ramírez. Ruiz de Egino considera “sorprendente” que el sector contrario esté “tratando de condicionar la voluntad de los afiliados con falsas acusaciones de manipulación” contra la dirección. Asegura que en el cónclave “pasará lo que la militancia quiera y estará garantizada la representación de todas las organizaciones locales”.

El congreso se celebrará en Vitoria, pero no se ha dado a conocer el lugar. Se celebrará en un “formato mixto”, tanto presencial como telemático, asegura el portavoz de EA. Garaikoetxea desea que esa cita nacional se dé “con todas las garantías democráticas y sea fiel reflejo de la afiliación”. Y avisa: “Si persiste la línea de la actual dirección, [Eba Blanco] perderá una parte sustancial de sus apoyos”. Eusko Alkartasuna eligió una hoja de roble como distintivo. Esa hoja está marchita y partida en dos.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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