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El Gobierno saca adelante la reforma laboral por el error al votar de un diputado del PP

El Ejecutivo salva el escollo por un solo voto, después de que los dos parlamentarios de UPN se rebelasen contra su partido. Casado anuncia un recurso al Constitucional

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, felicita a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ante la mirada de Nadia Calviño, vicepresidenta primera y ministra de Economía, este jueves tras la aprobación en la Cámara baja. Foto: ANDREA COMAS | Vídeo: BELÉN H. GÓMEZ-MANSILLA / ÁLVARO DE LA RÚA / NELLY RAGUA
Xosé Hermida

La reforma laboral ha salido adelante, al menos de momento, pero en una escena de infarto y además rocambolesca: ha sido el error en la votación telemática de un diputado del PP lo que ha permitido al Gobierno salvar la votación por la mínima, 175 a 174. La mayoría, aunque ajustada, que el Gobierno parecía tener la víspera se ha roto después de que los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro (UPN) se rebelasen contra las instrucciones de su partido de apoyar la reforma y votasen no. La tensión ha ido a más cuando la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, al anunciar el resultado, ha dicho que el decreto quedaba “derogado”, porque los letrados, en otro error, así se lo hicieron constar. Ha habido unos segundos de desconcierto en las filas del Gobierno, mientras la euforia estallaba en los escaños de la derecha ante lo que parecía su victoria. Batet ha corregido rápido y la euforia ha cambiado de bando, con los dos grupos del Ejecutivo unidos en una estruendosa ovación, acompañado por los miembros de Unidas Podemos con el cántico de “Sí se puede”. Al momento, ha salido el PP a pedir a la Mesa que subsanase un “error informático”, explicado después: su diputado Alberto Casero usó el voto telemático y este se contabilizó como un sí, aunque los populares sostienen que la equivocación no ha sido de su parlamentario, sino del sistema de registro telemático de la Cámara. Batet ha rechazado sus protestas en primera instancia y el PP ha abandonado el hemiciclo entre gritos de “tongo”. Su presidente, Pablo Casado, que no ha asistido al pleno, ha anunciado en Twitter que está dispuesto a llegar hasta el Tribunal Constitucional.

Cuca Gamarra durante la votación en el congreso de los diputados en Madrid. Foto: ANDREA COMAS | Vídeo: EUROPA PRESS

La insólita escena ha sido la culminación de varias semanas de incertidumbre y ha permitido al Gobierno salvar del modo más inimaginable uno de los grandes proyectos de la legislatura. O al menos de momento, porque el PP ya anuncia batalla para anular el resultado. Según la versión de los populares, Alberto Casero, que votó desde casa porque estaba enfermo, cayó en la cuenta de que el sistema informático había registrado al revés su voto y se ha presentado en el Congreso para pedir que lo corrigiesen. Batet no se lo ha permitido alegando que no lo contempla el reglamento. Vox también se ha lanzado a calificar lo ocurrido de “pucherazo” y a anunciar que recurrirá al Tribunal Constitucional. También el PP anuncia que recurrirá al Supremo.

Solo ese error, humano o informático, ha permitido al Ejecutivo superar el escollo que ha supuesto que sus principales socios de investidura, con ERC y el PNV a la cabeza, le diesen la espalda. UPN, una formación de derecha regionalista, parecía que iba a completar una mayoría alternativa integrada además por Ciudadanos, PDeCAT, Más País-Equo, Compromís, Coalición Canaria, Nueva Canarias, Partido Regionalista de Cantabria (PRC) y Teruel Existe. Los parlamentarios navarros ya habían sorprendido por la mañana criticando la decisión de su partido de apoyar la reforma. Y aunque luego aseguraron que acatarían la disciplina, evitaron intervenir en el debate y, a la hora de la verdad, Sergio Sayas y Carlos García Adanero han acabado haciendo lo contrario. La dirección de UPN no ha tardado en exigirles que entreguen el escaño, pero Sayas ha afirmado en la SER que no piensan hacerlo. Otro detalle añade aún más tintes folletinescos a lo ocurrido: sin la equivocación del parlamentario popular, el Gobierno hubiese perdido la votación porque Unidas Podemos no ha cubierto aún el escaño del expulsado Alberto Rodríguez.

La votación se ha hecho esperar más de seis horas después de concluido el debate, que se había cerrado con la constatación de que los socios de investidura se unían a la derecha en el rechazo, pero con los apoyos en apariencia garantizados. Una discusión de más de tres horas que Ferran Bel, portavoz del PDeCAT, resumía así: “La derecha ha hecho un esfuerzo para adelantar por la derecha a la patronal, y la izquierda ha hecho un esfuerzo para adelantar por la izquierda a los sindicatos”. Estos últimos no han faltado a la cita, con los secretarios generales de CC OO, Unai Sordo, y UGT, Pepe Álvarez, siguiendo el debate desde la tribuna. Al tiempo que ratificaban su no a la reforma, nacionalistas catalanes y vascos prometían que esto no supondrá la ruptura de la base parlamentaria que sostiene al Ejecutivo de coalición. “No se acaba el mundo”, ha dicho gráficamente Gabriel Rufián, de ERC, tras un duro discurso contra un proyecto que ha llegado a calificar de “estafa”.

En su defensa de la reforma, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha traslucido el momento agridulce que para ella ha supuesto este desenlace. Díaz ha sacado adelante su gran proyecto, pero ha tenido que renunciar a los aliados que pretendía y ha dependido de grupos como Ciudadanos, que se había esforzado por evitar. La intervención de Díaz ha sido apasionada por momentos, entremezclada con la confesión de que se siente “entristecida” por las dificultades para salvar un texto que había costado nueve meses de intrincadas negociaciones entre sindicatos y patronal.

Díaz se ha quejado de que algunos de los grupos con los que ha negociado ni siquiera quisieron entrar en el contenido de la reforma. “Ha sido un debate superficial y así no vamos a superar el descrédito de la política”, ha lamentado. La alusión estaba dirigida sobre todo a ERC, ya que la vicepresidenta ha excluido de su reproche expresamente al PNV, al que sí ha agradecido, pese a su no, la actitud mantenida durante la negociación. Díaz, de todos modos, ha evitado confrontar con los socios de investidura que le han dado la espalda y solo ha entrado a debatir con la portavoz del PP, Cuca Gamarra.

La ministra y cabeza visible de Unidas Podemos en el Gobierno se ha afanado en mostrar con ejemplos cómo la reforma influirá en las condiciones laborales de miles de trabajadores. “Yo estoy aquí para mejorar la vida de la gente”, ha proclamado. Y a continuación, incluso con nombres y apellidos, ha ido hablando de las camareras de piso, de los empleados de los centros de llamadas, de los obreros de las empresas auxiliares del naval para explicar con datos cómo van a mejorar sus salarios y cómo se van a librar de la cadena interminable de contratos temporales. Y ahí ha apelado a las fuerzas de izquierda que se oponen a un texto que fomenta los contratos indefinidos e impide que las empresas se descuelguen de los convenios colectivos: “Explíquenle a Cádiz, a los trabajadores de Endesa o a las camareras de piso que, si por ustedes fuera, mañana las personas trabajadoras se levantarían sin ultractividad [la vigencia de un convenio hasta que no se negocie otro]”.

Los dos diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, en el Congreso.
Los dos diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, en el Congreso.Andrea Comas

Su llamamiento solo ha encontrado eco en dos grupos de izquierda, Más País-Equo y Compromís. Mientras, ERC, EH Bildu, BNG o la CUP han golpeado con las mismas objeciones: se ha incumplido el compromiso de derogar íntegramente la reforma del PP, se ha otorgado a la patronal un derecho de veto y se ha perdido “la oportunidad histórica” de aprovechar la mayoría de izquierdas en el Congreso, como ha subrayado el abertzale Oskar Matute. Rufián, que no ha cruzado ni una vez la mirada con Díaz mientras esta seguía su discurso desde el banco azul, ha sido el más hiriente y ha rematado afirmando que su grupo no puede apoyar una reforma que aplauden “la CEOE, FAES, el Banco Santander y Ciudadanos”.

Aun así, los socios de investidura han asegurado que el bloque no se va a romper por este tropiezo. “Mañana seguiremos hablando”, ha anunciado Rufián, porque ERC es “consciente de cuál es la alternativa” al actual Gobierno. Términos muy parecidos a los empleados por Matute, quien ha prometido que su grupo hará todo lo posible para cerrar el paso a la derecha.

El PNV también confirmó su no a primera hora de la mañana, tras haber estado negociando hasta la noche anterior. Su rechazo ha sido mucho más matizado, envuelto en agradecimientos a Díaz por su voluntad negociadora y centrado en lo que ha sido su reivindicación única, incluir la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los estatales. El portavoz del PNV, Aitor Esteban, se ha permitido una confidencia, al asegurar que el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, confesó a su partido en privado que esa cláusula no hubiese alterado en nada sustancial la reforma. Frente a las amables palabras hacia la ministra, Esteban ha dejado caer reproches a los socialistas por haber asumido la tesis de la patronal de que no se podía “tocar ni una coma” del proyecto. En un discurso muy repetido por otros portavoces, el nacionalista vasco ha manifestado que eso equivale a privar al Parlamento de su exclusiva potestad de legislar.

Aitor Esteban conversa con las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño, en el pleno del jueves.
Aitor Esteban conversa con las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño, en el pleno del jueves.Eduardo Parra (Europa Press)

El decisivo apoyo de Ciudadanos ha permitido a la maltrecha formación liberal recuperar protagonismo. Sus diputados lo hicieron visible incluso físicamente, portando todos mascarillas naranjas que resaltaban sobre el hemiciclo. Su líder, Inés Arrimadas, ha presumido de que su grupo “siempre actúa con responsabilidad en los momentos importantes” y ha conseguido que “pierdan ERC y Bildu” mientras España gana “credibilidad” en Europa por el acuerdo entre los sindicatos y la patronal. “Hoy me siento más orgullosa que nunca de ser presidenta de Ciudadanos”, ha finalizado. El argumento de Arrimadas, que el Congreso no debería ir en contra de un acuerdo entre los agentes sociales, también lo han esgrimido los grupos regionalistas que han dado su apoyo. Joan Baldoví, de Compromís, ha reconocido que no es el proyecto que le gustaría, pero ha señalado: “Tumbar esta reforma no garantiza que vaya a haber otra”. Tanto él como Inés Sabanés, de Más País-Equo, han llamado a “recomponer” el bloque de investidura.

Díaz había basado buena parte de la defensa de su proyecto en atacar la reforma del PP, contra la que, según ha confesado, ella misma hizo huelga y que provocó “la mayor devaluación salarial de nuestra historia”. Ahí ha entrado en combate con la popular Gamarra, quien ha sostenido que fue esa reforma la que permitió a España crear empleo tras la Gran Recesión. Con Pablo Casado, de viaje en Alemania, como único líder ausente, Gamarra ha oscilado entre dos argumentaciones diferentes. Por una parte, ha sostenido que el Gobierno renuncia a su propósito inicial de derogar el modelo del PP. “Usted ha pasado de líder de los piquetes a líder de la troika”, ha espetado a Díaz. Pero, al mismo tiempo, ha señalado que el proyecto está en las “antípodas conceptuales” de la reforma de 2012, una afirmación muy celebrada por la ministra. Gamarra ha dejado para el final una pulla a Díaz por las tensiones que el proyecto ha suscitado dentro del Gobierno: “La maquinaria del sanchismo se ha puesto en marcha contra usted, ha entrado en la sala de despiece”.


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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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