El PSOE a Podemos: “No podéis ser oposición y Gobierno a la vez”
Reconstrucción de la reunión en la que el PSOE y Unidas Podemos abordaron las tensiones de la coalición al año de su nacimiento
Llevan demasiada tensión a las espaldas como para que sea una reunión normal. Las 10 personas que se dan cita este miércoles en el Congreso para calmar las aguas de la coalición y buscar una mayor coordinación, cuatro del PSOE y seis de Unidas Podemos, entran en la sala con una larga lista de agravios a sus espaldas. Quieren resolverlos, y tratarán de hacerlo al final, pero antes necesitan decirse unas cuantas verdades a la cara. Esta es una reconstrucción de ese encuentro elaborada con fuentes de los dos sectores.
—Esto es muy sencillo. No podéis ser oposición y Gobierno a la vez. Tenéis que elegir, les suelta Adriana Lastra, la portavoz parlamentaria y persona de absoluta confianza de Pedro Sánchez.
A lo largo de la reunión, de unas tres horas, casi todos los interlocutores socialistas —también están la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, y el número dos de Lastra en el Congreso, Rafael Simancas— repetirán esta idea una y otra vez de distintas formas. “No se puede ser oposición y Gobierno”.
El mensaje es claro. El PSOE no aguanta más lo que entiende como un doble juego de Unidas Podemos. Por un lado están en el Ejecutivo con cinco ministros, y por otro pretenden ser el movimiento alternativo del que nacieron, con sus críticas al poder y sobre todo, lo que más indigna al PSOE, con ese mensaje permanente de que ellos son la verdadera izquierda mientras los socialistas están comprometidos con el poder económico. “Somos la izquierda”, clama Pedro Sánchez en sus discursos, como respuesta.
Los representantes de Unidas Podemos —Irene Montero, ministra de Igualdad, Pablo Echenique, portavoz, Nacho Álvarez e Ione Belarra, los dos secretarios de Estado de la vicepresidencia social de Pablo Iglesias, Jaume Asens, representante de los comunes, y Enrique Santiago, secretario general del PCE— desmienten durante la reunión esta versión frívola que creen que el PSOE quiere trasladar de ellos, como un partido que no acepta que estar en el Gobierno implica asumir las decisiones.
Ellos creen, y así lo dicen una y otra vez, que los socialistas no acaban de entender que estar en coalición implica que el socio minoritario tiene que enterarse de todo, negociar cada decisión y respetar el acuerdo de Gobierno que firmaron. Esa es su palabra clave. Negociar. La repetirán varias veces.
—Nosotros no queremos ser oposición y Gobierno, tenemos muy claro que estamos en el Gobierno. Pero esto es una coalición. Y hay que negociarlo todo y ser fieles al acuerdo que tenemos, contesta Irene Montero.
El que más insiste sobre esta idea es Nacho Álvarez, el gran negociador de todas las decisiones económicas. La sensación que tienen en Unidas Podemos es que algunos ministros del área económica del PSOE, y en especial la vicepresidenta Nadia Calviño, funcionan como si el PSOE tuviera mayoría absoluta y no 120 escaños, que no le permiten sacar nada adelante sin el concurso de sus socios y de varios grupos más. Álvarez saca el ejemplo reciente de la reforma de las pensiones. Es una línea roja para Unidas Podemos. Los socialistas están indignados porque se ha llevado al debate público una discusión que creen que debería ser interna. El grupo de Iglesias les reprocha que en vez de negociar un asunto tan sensible dentro de la coalición, el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, envió un documento que incluía aumentar el periodo de cálculo de 25 a 35 años —lo que implica en la mayoría de los casos una reducción de las pensiones futuras— como un trágala. Después se eliminó el número, aunque quedó la idea.
—Nosotros no vamos a aceptar el aumento del periodo de cálculo, no lo vamos a votar, dejan claro los representantes de Unidas Podemos, sobre todo Álvarez, que lleva el asunto, y Belarra, siempre encima de todas las negociaciones como interlocutora directa de Bolaños.
—Buscaremos un acuerdo del diálogo social, como en 2011. Y si hay acuerdo entiendo que todos lo llevaremos adelante, señala María Jesús Montero.
La reunión, que no deja de ser un compendio de lo que se ha vivido en este durísimo primer año de la coalición, todavía se complicará un poco más, porque cada uno tiene sus propios reproches que hacer. Hay muchas heridas encima de la mesa, aunque todos hacen un esfuerzo por rebajar el tono, lo que permitirá que la cita acabe con acuerdos y la intención de mejorar el funcionamiento de este experimento inédito.
Hay un asunto que ha dolido especialmente a los socialistas. La reciente posición de Unidas Podemos con la desorbitada subida del precio de la luz, por encima del 30%, después de la gran nevada en el centro de España. El grupo de Iglesias hizo un vídeo explicando a sus electores que ellos no pueden hacer más porque solo tienen 35 escaños y el PSOE, con 120, está en contra de nacionalizar Endesa, que es lo que en su opinión resolvería el problema. El vídeo era muy claro: si más gente vota a Unidas Podemos la próxima vez en el mundo progresista, se podrá bajar el recibo de la luz. Esto, según la visión del PSOE, supone culparles a ellos directamente de la subida, algo que consideran una grave deslealtad. Simancas, un socialista con largo recorrido, estalla indignado.
—¿Os imagináis que nosotros hacemos un vídeo con imágenes de los prostíbulos diciendo que si esta explotación no se ha resuelto es porque el ministerio de Igualdad, en manos de Unidas Podemos, no ha sido capaz de resolverlo en todo este año?, suelta en la reunión mirando a Irene Montero, que está allí sentada. Fuentes cercanas a Simancas señalan que el diputado no se reconoce en esta anécdota que confirman varios de los presentes.
El mensaje se entiende bien en la mesa: si los dos partidos empiezan a jugar a culparse de lo que sale mal, se hundirán juntos. Todos lo entienden, y están dispuestos a buscar soluciones. Porque en ningún momento se pone encima de la mesa en toda la reunión un escenario de ruptura. Al contrario, después de los desahogos, empiezan a hablar de soluciones. Pero aún algún reproche por hacer. Para todos es importante hablar claro a la cara después de tantas semanas de batallas mediáticas.
—Ha habido militantes del PSOE que me han criticado abiertamente en redes sociales, reprocha Irene Montero. La batalla dentro del mundo feminista es muy fuerte, y desde los dos lados se lanzan ataques muy duros.
—Nosotros tenemos miles de militantes, no podemos impedir que un grupo de feministas critique a Podemos, pero nadie autorizado lo ha hecho. Nosotros también vemos muchas críticas al PSOE entre la militancia de Podemos, contesta Lastra.
La portavoz explica que aunque mucha gente aún no ha cobrado los ERTE, el PSOE no critica al ministerio de Trabajo porque sabe las dificultades que hay y el esfuerzo que se está haciendo, y reclama esa misma comprensión con el Ingreso Mínimo Vital para el ministerio que lo gestiona, Inclusión, en manos del PSOE.
Lastra pone otro ejemplo reciente. El lunes, Jaume Asens, que está presente en la reunión, compareció en el Congreso para criticar con dureza a Salvador Illa por irse sin comparecer una última vez en la Cámara.
—No es posible que haya una votación en una diputación permanente sobre Illa y justo ese día salga el presidente del grupo criticando al ministro, dice Lastra mirando al diputado catalán.
—Un momento. Yo no critiqué al ministro Illa, critiqué al candidato Illa, se justifica Asens.
Nadie habla de ruptura, pero se deja todo muy claro.
—Nosotros no vamos a permitir deslealtades, sentencia María Jesús Montero en otro momento de la cita.
—¿Qué nos quieres decir, María Jesús?, lanza Irene Montero, para ver qué se está poniendo encima de la mesa.
—Lo que he dicho, Irene, que no vamos a tolerar estas deslealtades, remata la ministra de Hacienda.
—Y nosotros no vamos a tolerar deslealtades al acuerdo de coalición, contesta la ministra de Igualdad, pensando en la discusión de las pensiones.
Después de sacar los problemas, la reunión se endereza. Se pacta mayor coordinación y se deja muy claro que no hay alternativa a la coalición. Es la historia de estos 12 meses resumida en tres horas. Hay tensión, y más ahora con las catalanas a la vista, pero al final siempre se encuentra una solución porque todos saben que no hay alternativa. “Hemos acordado reducir el nivel de dramatismo en público”, resumen los socialistas. “Hemos pactado que tenemos que estar en todas las decisiones”, sintetizan en Unidas Podemos.
Todos los caminos conducen al mismo punto: a nadie le conviene romper. Un miembro del Gobierno del PSOE lo tiene claro: “¿Qué sentido tendría sacar a Unidas Podemos del Gobierno? ¿Para no poder aprobar nada? O ir a elecciones. ¿Para qué? Tenemos un Presupuesto aprobado y muy expansivo por ejecutar. Vienen 72.000 millones de Europa que hay que usar para modernizar el país. Para ir a elecciones, antes tendremos que liquidar la pandemia y salir de la crisis. La legislatura será larga”. Otro remata: “El problema es que Podemos necesita diferenciarse todo el tiempo porque está en retroceso. Si Iglesias no estuviera en el Gobierno, como planteamos nosotros, tendría mucha más libertad para hacer estas críticas, les iría mejor. Pero ellos se empeñaron y ahora no hay marcha atrás”. Un ministro de Unidas Podemos coincide en que la legislatura será larga: “Hay discusiones y las habrá, y es importante que se den en el Gobierno y no en el Congreso porque así no se habla de la agenda de la derecha, que es la destrucción de España por los socialcomunistas. Pero al final, España tiene la coalición más estable de Europa. Mientras en Italia cae el Gobierno, aquí consolidamos la legislatura. Al final todo sale. Esta semana se han aprobado cinco decretos. Nos pelearemos, pero la legislatura se va a agotar, para desesperación de la derecha”.
Vienen semanas tensas con las catalanas. Pero tras la tormenta llegará la calma, o eso al menos creen los ministros consultados. Eso, siempre que Unidas Podemos no se desplome en Cataluña. Eso sí podría abrir escenarios más delicados. Quedan dos semanas para saberlo.
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