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El espionaje a Bárcenas ahonda la fractura entre Sánchez y Casado

El líder del PP se desmarca de la época de Rajoy: “Yo no tenía ninguna responsabilidad”

El presidente del PP, Pablo Casado, y el expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tras la ceremonia de toma de posesión de Feijóo en el Parlamento gallego, el pasado sábado.
El presidente del PP, Pablo Casado, y el expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tras la ceremonia de toma de posesión de Feijóo en el Parlamento gallego, el pasado sábado.Lavandeira jr (EFE)

El fantasma de Luis Bárcenas y el caso Gürtel, la bestia negra del PP desde hace 11 años, persigue de nuevo al partido y amenaza con desgastar su imagen justo cuando la dirección creía que la justicia podía debilitar al Gobierno por la investigación sobre Unidas Podemos. Pablo Casado trató este martes de desvincularse de la era de Mariano Rajoy —fue vicesecretario en la última etapa, desde 2015 a 2018— para que el espionaje a Bárcenas no le desgaste. El líder del PP aseguró que mientras el Gobierno de su partido organizaba desde Interior una operación con dinero público para frenar el caso Gürtel, él solo era “diputado por Ávila”. Las nuevas informaciones sobre el caso han provocado nuevos enfrentamientos entre el PSOE y el PP y han ahondado la fractura entre los dos líderes que estaban muy dañadas tras la última reunión de ambos en La Moncloa.

Este martes, Casado usó la maniobra de contrataque, primero contra Podemos, al recordar la investigación judicial que sufre sobre sus finanzas, y después contra el PSOE, porque acusó a la fiscal general, Dolores Delgado, de estar impulsando el caso por motivos políticos. Tras estas palabras, Sánchez reprochó al PP los ataques a su socio en la coalición. El jefe del Ejecutivo rechazó el argumento de los populares de que no renuevan las instituciones por la imputación de Podemos “Si por esto fuera nadie se podría acercar al PP a menos de 100 metros de distancia”.

El PP lleva 11 años pendiente de los tribunales de justicia. El partido que dominó España dos veces con mayoría absoluta y que se convirtió casi en una suerte de partido único en 2011, cuando aprovechó el hundimiento del PSOE tras la crisis económica para hacerse con un poder inédito en La Moncloa, las autonomías —llegó incluso a gobernar las inexpugnables Extremadura y Castilla-La Mancha— y los Ayuntamientos ha visto cómo poco a poco sus votos, su poder y sus perspectivas de recuperarlo se diluían ante la catarata de investigaciones judiciales que demostraban cómo le había devorado por dentro la corrupción y la utilización del poder para intentar taparla.

La corrupción facilitó la ruptura en tres de la derecha española, según un análisis muy extendido dentro del PP. Fue clave en el ascenso de Ciudadanos, al que votaban incluso los hijos de algunos ministros alejados por los escándalos del partido; fue definitiva en la caída de Rajoy —la moción de censura se desató por una sentencia judicial sobre el caso Gürtel—; ayudó también al ascenso de Vox como alternativa, y tiene mucho que ver en el éxito de una nueva generación del partido, dirigida por Casado, que se hizo con el poder con la promesa de que romperían con esa pesada herencia.

Hace unos meses, una de las críticas más duras que le hacían a Casado en el PP es que había destruido toda la experiencia del partido, al descartar a casi todos los cargos de la era Rajoy. En la cúpula de la calle Génova prácticamente solo quedan de esa época Ana Pastor y Elvira Rodríguez, dos mujeres con mucha experiencia —la primera muy cercana a Rajoy— que Casado ha recuperado para la primera línea precisamente frente a esas críticas internas.

El líder del PP, preocupado por esa necesidad de romper con todo lo que oliera a los escándalos del pasado, incluso forzó la salida de María Dolores de Cospedal, que fue fundamental en su victoria, por su relación con Villarejo. Eso, que en su momento supuso un problema interno, se convirtió este martes en una tabla de salvación para Casado. Es una técnica clásica y eficaz. Ya la usó José Luis Rodríguez Zapatero con los escándalos del felipismo, Pedro Sánchez con el caso de los ERE, e incluso a veces lo probó sin mucho éxito Rajoy para hablar de la época de Aznar: yo no estaba allí.

“La izquierda está diciendo que yo tenía altas responsabilidades en ese momento. Lo que se está investigando es de 2012 y 2013. Yo era un diputado por Ávila, concurrí a las elecciones con otros 186 compañeros que salimos elegidos, yo no estaba en la dirección nacional, esa fue mi responsabilidad”, contestó Casado preguntado en una entrevista en El Mundo por el escándalo.

Casado también usó la maniobra de contrataque, primero contra Podemos, al recordar la investigación judicial que sufre sobre sus finanzas, y después contra el PSOE, porque acusó a la fiscal general, Dolores Delgado, de estar impulsando el caso por motivos políticos. Pero el mensaje de fondo era el primero: yo no estaba allí. Casado se ha rodeado de un equipo de fieles que provienen de Nuevas Generaciones y que, efectivamente, no tenían mando en la época de Rajoy. Los veteranos que estaban en primera fila han abandonado en su mayoría la política —es lo que sucedió con el último Gobierno de Rajoy prácticamente en pleno, después de la caída de Cospedal— o han pasado al Senado, donde siguen en activo pero ya sin apenas peso político.

Control del partido

Los críticos de Casado sostienen que no lo hizo por romper con la corrupción, sino para controlar de forma rígida el partido, pero el resultado le sirvió este martes para reforzar la estrategia de desvincularse de la etapa de Rajoy.

En un primer momento de su mandato, Casado sí contó con personas implicadas ahora en la causa. Sobre todo Cospedal, clave en su victoria, pero también Jorge Fernández Díaz, un superviviente muy amigo de Rajoy que parecía que lograría seguir también con la nueva etapa. Casado lo sacó de las listas en 2019, y ahí lo defenestró y lo dejó sin aforo.

Estas decisiones, según coinciden varios dirigentes del PP consultados, pueden salvar la imagen de Casado, pero no evitar que la marca PP se siga deteriorando en un momento en que los populares necesitan recuperar a toda costa votantes de Vox, su gran herida, y cerrar un posible crecimiento de Ciudadanos, algo que les preocupa menos. Gürtel y sus derivadas, como el caso Kitchen, que desvela el uso fraudulento del Estado para proteger al PP, seguirán dando malas noticias a los populares durante meses, temen algunos en el partido.

Unidas Podemos y el PSOE se lanzaron este martes en tromba contra el PP. Adriana Lastra, portavoz parlamentaria socialista, trató de cerrar la salida de “yo no estaba” recordando que “Casado es presidente del PP gracias al apoyo de Cospedal”. Pablo Iglesias, líder de Podemos, acusó al PP en una entrevista en la cadena SER de “haber abandonado el bando de la democracia”. El caso Gürtel aún tiene combustible para seguir abrasando al PP 11 años después del primer incendio.

Ciudadanos apoyaría una investigación del caso

Los demás partidos también apretaron al PP por el escándalo del caso Kitchen. Edmundo Bal, portavoz de de Ciudadanos, dijo que apoyaría una comisión de investigación sobre este asunto en el Congreso, aunque también la reclamó sobre la financiación de Podemos. “Por Cs no va a quedar que se pueda investigar cualquier corrupción de cualquier partido”, señaló. Mi partido apuesta por la regeneración y no va a quedar por Ciudadanos que no se creen comisiones de investigación. Si aquí hay hechos de corrupción, se tienen que investigar todos. Se lo contesto de forma muy sencilla: investiguemos todo", aseguró.

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, fue mucho más lejos: “La guerra sucia en el PP o la utilización de mecanismos del Estado no solo fuera sino dentro, da incluso para ilegalizar al partido”, sentenció. ERC, Junts, PNV, Bildu, Más País-Equo, Compromís, BNG y CUP ya han iniciado conversaciones para pedir esa comisión de investigación que Ciudadanos no descarta.


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