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España se arriesga a una nueva crisis reputacional por el rebrote del coronavirus

Exteriores asegura que la imagen del país resiste pese a las lecturas catastrofistas

La ministra de Industria, Reyes Maroto, durante una visita a Ibiza el lunes. En vídeo, las negociaciones del Gobierno con el Reino Unido para salvar a Canarias y Baleares de la cuarentena. Vídeo: EFE | ATLAS

La reputación internacional de España salió con feas heridas de la Gran Recesión. Más adelante, sufrió de lo lindo con el desafío catalán y volvió al disparadero la pasada primavera, con elevadas cifras de muertos y contagios por coronavirus. Con los rebrotes, España se arriesga a otro revolcón: el quinto puesto en incidencia por la covid ha provocado que varios países desaconsejen viajar a las zonas más afectadas. Exteriores asegura que la marca España resiste pese a las lecturas catastrofistas. Pero admite que una segunda oleada sería perjudicial para la imagen exterior.

Hace 10 años, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero estaba en pleno viraje de política económica por la Gran Recesión: aquel “me cueste lo que me cueste” del que España salió con profundas cicatrices en su reputación internacional, un concepto etéreo que se forja a través de la opinión pública y de la percepción exterior, construido con datos objetivos pero cargado también de subjetividad, con los inevitables tópicos, clichés e ideas preconcebidas. Allá por 2012, The New York Times publicaba el reportaje ‘España, austeridad y hambre’ y el semanario The Economist abría con un demoledor Pain in Spain (dolor en España) que hizo mucho daño a la imagen exterior: el milagro económico de Aznar y Zapatero, al cabo, consistió durante dos décadas en surfear una burbuja formidable; cuando explotó se armó la marimorena. España volvió a sufrir con el desafío independentista del otoño de 2017, aunque los manuales dicen que las crisis económicas dejan mucha más huella sobre la imagen exterior. Y lo mismo sucedió la pasada primavera con la primera oleada del coronavirus, con España situada en los puestos de cabeza en las métricas de contagios y muertes.

El ruido bajó en las últimas semanas a medida que la curva de positivos se iba aplanando, pero los rebrotes en Cataluña y Aragón vuelven a colocar a España en el disparadero: el Gobierno se enfrenta a una segunda crisis sanitaria y a un nuevo mazazo económico, pero también a un nuevo revés reputacional. Aun así, el Ejecutivo sostiene que los indicadores señalan que la denominada marca España “es más resiliente de lo que parece”, “ha aguantado mejor los embates de esta crisis sanitaria de lo que algunas coberturas negativas de la prensa internacional parecen indicar”, asegura Manuel Muñiz, secretario de Estado de España Global.

“En términos de imagen, no ha habido un desgaste enorme; menos aún después de que el impacto de las cifras se fuera extendiendo a cada vez más países. Con los rebrotes sucede algo parecido: España está sufriendo, pero también varios países europeos e incluso algunos asiáticos considerados un modelo de gestión”. Exteriores puso en marcha hace unos meses la campaña Spain for sure (España seguro que sí), y tiene previsto activar una segunda en septiembre con personalidades de relieve internacional muy vinculadas a España para reforzar la imagen exterior.

Los think tanks españoles e internacionales subrayan que los daños para la reputación son aún muy incipientes, pero advierten de que si los datos empeoran el impacto será mayor. “Si España logra controlar los brotes no tendrá mayores problemas de imagen, pero si la situación se agrava y se enquista la cosa cambia”, apunta Ignacio Molina, del Instituto Elcano. El director de Estrategia de Friends for Europe, Dharmendra Kanani, niega también que España se enfrente a una gran pérdida de prestigio. “No se trata de un problema de reputación: no ha hecho menos que otros países. La cuestión es que los Gobiernos han sido poco claros al comunicar qué es aceptable hacer y qué no, qué protege y qué no. En parte, porque no conocemos aún con exactitud cómo actúa el virus”. Kanani sostiene que debería haber un mayor diálogo entre la Comisión Europea y los países miembros para “quitar dramatismo” a la situación mediante una respuesta común y más coherente, basada en indicadores comunes y objetivables.

Bruselas, a su vez, teme que el deterioro de la situación en algunos países vuelva a suponer un desbarajuste fronterizo, como ocurrió al comienzo de la pandemia. Fuentes comunitarias entienden que algunos países quieran poner a raya la transmisión del virus para estar preparados ante la vuelta al trabajo y a las aulas en septiembre. La primera ministra belga, Sophie Wilmès, lo expresaba en una rueda de prensa tras anunciar que decidía endurecer las medidas que se aplican después de que los casos se dispararan un 71% la pasada semana. “Las cifras son preocupantes: actuamos para evitar un confinamiento generalizado”, dijo.

Turismo

La imposición de cuarentenas para los ciudadanos procedentes de España en el Reino Unido ha sido un mazazo para los intereses españoles; otros países, como Bélgica, han decidido aplicar esa medida a regiones concretas. “Las cuarentenas son posibles, pero esperamos que se respete la regla de no discriminación entre regiones con una situación epidemiológica similar”, sostiene un portavoz de la Comisión Europea. Fuentes comunitarias no esconden su preocupación por el deterioro de una temporada turística que se presentaba ya complicada y que puede lastrar el hundimiento económico hasta las magnitudes más pesimistas que contemplan las instituciones comunitarias.

El laboratorio de ideas World Travel and Tourism Council tacha de “desastre” la decisión del Gobierno británico para el sector. “Urgimos a los Gobiernos a considerar los confinamientos locales en lugar de cerrar las fronteras”, sostiene la presidenta de la entidad, Gloria Guevara. “Si bien entendemos la preocupación sobre destinos como España con los nuevos casos, la mayoría del país y sus islas tienen menos casos que el Reino Unido”, añade.


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