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Francia e Italia, soluciones de alarma duradera

Los países europeos con situaciones similares a España disponen de poderes a más largo plazo

Silvia Ayuso
Emmanuel Macron (izquierda) y Giuseppe Conte, el pasado 27 de febrero en Nápoles (Italia).
Emmanuel Macron (izquierda) y Giuseppe Conte, el pasado 27 de febrero en Nápoles (Italia).CIRO DE LUCA (Reuters)

Todos los Gobiernos del mundo viven desde hace semanas volcados en la lucha contra la pandemia. Los estragos que ha causado no son iguales de un país a otro, ni siquiera entre vecinos: por eso comparar cifras y estrategias se ha convertido en algo tan habitual como la cita diaria en las ventanas. Desde que se decretó el estado de alarma en España el 14 de marzo, el Gobierno de Pedro Sánchez ha tenido que solicitar tres prórrogas al Congreso: este miércoles llegará la cuarta votación. En todos los casos hubo tensos debates y fuertes críticas de la oposición, pero el resultado de la votación estaba escrito de antemano: un sí con reproches. La indefinición del PP sobre el sentido de su voto complica ahora un poco más la cuarta prórroga, aunque el Ejecutivo español da por hecho que conseguirá sacarla adelante. Pero el tono de las críticas y las abstenciones y votos en contra no tienen comparación respecto a otros países europeos.

No hay dos sistemas jurídicos iguales, pero casi todos los países vecinos han optado por un sistema que permite a los Gobiernos adoptar medidas contra la pandemia con la mayor rapidez. Italia y Francia tienen actualmente activado un sistema similar al estado de alarma español, pero el factor tiempo no corre tan en contra de sus Ejecutivos como en España: el Gobierno ha optado por prórrogas cada 15 días, frente a plazos superiores en París y Roma. El Consejo de Ministros de Italia decretó el estado de emergencia el pasado 31 de enero por una duración de seis meses, mientras que el Gobierno francés lo hizo el 23 de marzo durante dos meses. La oposición de ambos países ya empieza a lanzar mensajes de hartazgo, pero con la mirada a una posible retirada de su apoyo ya bien entrado el verano.

El Senado francés se aprestaba este martes a aprobar el proyecto de ley que prolongará el estado de emergencia. Los senadores discutieron varias enmiendas que provocaron cambios sustanciales en el texto —entre ellos acortar hasta el 10 de julio la prórroga, en vez de la fecha del 23 propuesta por el Gobierno de Emmanuel Macron— pero se disponían a validar la normativa.

Teóricamente, el Senado era el principal obstáculo, ya que el Gobierno cuenta con una holgada mayoría en la Asamblea Nacional que no hace dudar de su aprobación final antes de que acabe la semana. Varias formaciones también se han mostrado críticas con los tiempos, pero en principio no contra el alargamiento en sí de la medida. Es el caso de la ultraderecha de Marine Le Pen: “Pienso que votar el proyecto de ley para prolongar el estado de alarma dos meses es demasiado, creo que debería durar un mes o tres semanas y que el Parlamento pueda revisar esas disposiciones y su necesidad, su dispositivo de manera regular, porque va contra las libertades”, dijo la líder del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional. En plata: la ultraderecha francesa está a favor de un mes adicional de estado de alarma; no dos como quiere Macron.

En Italia, camino ya de completar el cuarto mes de estado de emergencia, la oposición ha comenzado a reclamar que Giuseppe Conte vuelva a someter al Parlamento las decisiones que se tomen durante la alarma. El Gobierno tiene hasta el 31 de julio para seguir utilizando el marco constitucional que le presta la figura del estado de emergencia. Pero si la situación no mejorase, Conte tendría la facultad de alargarlo todavía más. Esa opción resulta altamente improbable porque cuenta con una mayoría demasiado débil y sus socios de Gobierno harían caer al primer ministro.

Otros países, como Bélgica, carecen de equivalente al estado de alarma español. El Ejecutivo puede ordenar el confinamiento de la población e impedir las reuniones masivas por decreto ministerial. La primera ministra, Sophie Wilmès, primera mujer en ocupar el cargo en la historia del país, goza de poderes especiales hasta finales de junio. El principal motivo de incertidumbre es qué sucederá después. A priori, solo hay dos opciones si se quiere evitar la vuelta a las urnas: renovar otros tres meses o forjar un Gobierno estable. Una tarea nada sencilla en el fragmentado mapa político belga.

Países Bajos: críticas por hacer hincapié en las prohibiciones

Las medidas de seguridad impuestas en Países Bajos, en especial la distancia física de 1,5 metros, seguirán en vigor en principio hasta el 20 de mayo. Aunque el Ejecutivo de centroderecha ha reforzado su popularidad durante la crisis, también ha recibido críticas por haber subrayado sin cesar lo que no se puede hacer, de modo que a partir de esta semana hará hincapié “en lo que sí es posible hacer, para que haya mayor perspectiva”, según fuentes gubernamentales.

Este martes, el rechazo a las normas contra el coronavirus derivó en una manifestación de unas 200 personas en La Haya; hubo una decena de detenidos. Si bien se mantiene la recomendación de trabajar desde casa y salir solo para lo imprescindible, se prevé que el Gobierno destaque hoy que quienes tienen síntomas han de quedarse en su casa.

El primer ministro, el liberal Mark Rutte, teme aglomeraciones en la calle y comercios repletos, y evalúa con mucho cuidado la posible reapertura de peluquerías, terrazas y chiringuitos de playa. Los grandes eventos siguen suspendidos, y los bares y restaurantes, cerrados. Sí se pueden dar paseos cortos, también con niños, para tomar el aire. Los asesores científicos del Gobierno de Rutte calculan que será necesario hacer unas 30.000 pruebas diagnósticas diarias.

Con información de Daniel Verdú, Álvaro Sánchez e Isabel Ferrer.


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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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