Tragar sables o correr de espaldas, los últimos récords Guinness: “Siempre habrá algo nuevo que batir”
Algunas de las propuestas para nuevas marcas que reciben cada año los responsables del Guinness World Records
Lograr un récord Guinness se reduce a dos aspectos: dedicación continua o una gran idea. Aunque, a veces, lo más simple, como disfrutar de un jamón serrano, puede ser suficiente. Lo asegura Craig Glenday, editor del famoso libro de los récords, que durante una conversación telefónica con esta revista se percata de que nadie ha intentado establecer uno comiendo la mayor cantidad de jamón en un minuto. “Hubo quien propuso hacerlo con croquetas, detallando incluso sus dimensiones”, dice. “Rechazamos esa idea y propusimos albóndigas, aunque ahora, sinceramente, no sé por qué. Prueba con el jamón”.
Guinness World Records recibe más de 100 solicitudes diarias para romper o establecer una marca. Un equipo especializado valora cada propuesta. La espera mínima de 16 semanas para obtener una respuesta refleja lo riguroso del proceso. “Rechazamos entre un 90% y un 95% de las solicitudes que nos llegan”, asegura Glenday. “Pero una de las partes más divertidas del trabajo es la de leer todas estas propuestas; muchas de ellas son verdaderamente ingeniosas y creativas”.
Para ser aceptada, una solicitud debe satisfacer criterios básicos como ser medible, superable y verificable. Además, la organización descarta aquellas ideas que son éticamente cuestionables o que involucran actividades ilegales o peligrosas.
Las páginas de este libro, con sus 3,5 millones de ejemplares vendidos anualmente, rebosan de hazañas que bien podrían haber surgido de la imaginativa mente de Roald Dahl. Recientemente, un hombre en Misuri (Estados Unidos) estableció un nuevo récord al remar 38 millas a bordo de una calabaza gigante. Otra persona logró hace un mes la proeza de realizar el mayor número de dominadas mientras colgaba de las patas de un helicóptero. Y en 2008, cerca de 1.200 individuos se disfrazaron de pitufos en el festival Muknomaniya (Irlanda).
Jaime Oms, artísticamente conocido como Fakir Testa, es uno de los pocos faquires en España. Realiza actos de resistencia al dolor, como “tragar sables rectos y serpenteantes”, “engancharse una bombona de butano a los ojos” o “taladrarse la nariz con una broca gigante”. Empezó a los 23 años, después de pasar por el teatro y trabajar con La Fura dels Baus. El año pasado, Guinness World Records le contactó para proponerle hacer un reto en su programa de televisión. Él propuso un récord sin precedentes: correr lo más rápido posible sobre 28 espadas afiladas. “Me la jugué mucho porque es un desafío extremadamente peligroso”, afirma. Para probar la autenticidad del reto, tuvo que demostrar el filo de las espadas cortando un papel. Además, se le exigió superar una marca mínima. “En un ensayo con zapatos, tardé cerca de dos minutos. Me informaron que debía hacerlo más rápido para obtener el récord. Finalmente, lo logré en un minuto y cinco segundos”.
Christian López (35 años), con 126 marcas, ostenta el título de ser el español con más récords Guinness. “En promedio, bato unos 20 al año”, explica. Diagnosticado con diabetes tipo 1 en su infancia, desoyó el consejo médico: evitar el deporte de alta intensidad. Se federó en atletismo, estudió Ciencias del Deporte y culminó obteniendo un doctorado. Actualmente, combina su rol de profesor universitario con el de conferenciante motivacional. “Mi objetivo es mostrar al mundo nuestra capacidad para lograr lo inimaginable”, defiende.
Esta misma mañana en que tiene lugar nuestra conversación ha comenzado su día corriendo 10 kilómetros de espaldas, disciplina en la que ya ha establecido récords desde los 50 metros hasta 1,5 kilómetros. Tras concluir este desafío, ya tiene claro el siguiente: correr la milla más rápida con aletas de natación. En una ocasión se atrevió a proponer un nuevo reto: gatear con los pies apoyados en una rueda abdominal. Con más fuerza que nunca al inicio de esta temporada, se siente capaz de seguir batiendo récords más allá de los 40 años. “Lo bueno de Guinness es que son 47.000 récords, y siempre habrá algo nuevo que batir”.
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