_
_
_
_
La imagen
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La perplejidad del gato

Escuchaba las noticias de los incendios en Grecia y parecía que estaba ardiendo el mundo clásico

Incendios Grecia
Un bombero sostiene a dos conejos y a un gato después de rescatarlos entre las localidades de Kiotari y Gennadi, en la isla griega de Rodas, el pasado 24 de julio.SPYROS BAKALIS (AFP)
Juan José Millás

Los incendios forman ya parte del paisaje veraniego (aunque empiezan a tomarle también gusto al invierno). Allá donde vayas de vacaciones, puedes visitar uno o dos como el que visita un hayedo, un robledal, una reserva de animales en extinción. El pasado julio se cebaron en lugares míticos de Grecia tales como las islas de Rodas o de Corfú. Escuchabas las noticias y parecía que estaba ardiendo el mundo clásico. No se podía subir a la Acrópolis del calor provocado por el cambio climático. Acabarán derritiéndose las piedras, pensaba uno, hundido en el sofá, observando por la tele las lipotimias de los turistas que volvían de ver el Partenón, o de que el Partenón, más bien, los viera a ellos, pues con aquellas temperaturas era imposible disfrutar de nada. Hasta las Cariátides del Erecteion sudaban bajo aquellos rayos del Sol que parecían llegar a la Tierra sin atravesar ningún filtro atmosférico que mitigara su crueldad.

Y, como suele suceder en medio de los grandes desastres, lo pequeño adquiría de repente un valor simbólico incalculable. Ahí tienen, en medio del infierno, a un bombero que acaba de rescatar del fuego a dos conejos y un gato. Ese hombre cuyo rostro ocultan las gafas protectoras y la mascarilla no lleva en sus brazos tres pobres animales, lleva la Vida, con mayúsculas. Está poniendo a salvo, metafóricamente hablando, la Vida misma del planeta, incluidas la de usted y la mía, la de todos. Y se lo agradecemos con la docilidad que muestran las tres mascotas asustadas. No se pierdan la expresión del gato, ni su perplejidad, que es un fiel reflejo de la nuestra.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_