Sander Lak, el creador de la firma favorita de la semana de la moda de Nueva York

Sander Lak (Brunéi, 38 años), el director creativo de la firma de moda Sies Marjan, se convirtió tras su debut de 2016 en el diseñador favorito de críticos y compradores. “El primer desfile de Lak ha dominado la conversación casi de inmediato. Los editores han caído rendidos”, escribían entonces en The New York Times. Mientras, los grandes almacenes Barneys compraban la colección al completo y se aseguraban la exclusiva durante dos años. En las temporadas sucesivas el interés no decayó y el modista fue desarrollando una propuesta distintiva, centrada en el color, que conectó rápidamente con el público, hastiado del minimalismo y del beis. En 2018 ganó el Premio CFDA del consejo de diseñadores americanos al talento emergente y, siempre a la vanguardia, fue de los primeros en contar con modelos trans en pasarela. Pero la marca, que permanecía independiente en un panorama dominado por los grandes grupos, no sobrevivió al parón de la economía durante los primeros meses de la pandemia de la covid. Por sorpresa, en junio

No es habitual poder indagar en la historia de un revés, pero Lak se abre sin insistir, ha reflexionado compulsivamente sobre aquel periodo: “No soy americano, soy holandés, pero he vivido por todo el mundo y siempre me ha gustado aprender de las diferentes culturas. Algo de lo que me di cuenta en Estados Unidos es de que tienen una mentalidad que anima a hacer las cosas cuanto antes. Y cuanto más grande, mejor. No creo que mi trabajo hubiera sido el mismo de haber estado en Europa, allí todo habría sido más lento”, explica por teléfono desde su casa en Nueva York. “Aquí algo nace de repente y, con la misma velocidad, desaparece. Así fue como nosotros empezamos y terminamos. No había nada y casi de un día para otro había una empresa. Y luego todo se esfumó. Es doloroso, pero también es bonito pensar que lo dejamos en lo más alto”.

Él no llegó de la nada: cuando fundó Sies Marjan presumía de una década de experiencia en el sector. Formado en la escuela londinense Central Saint Martins, bajo el manto de la legendaria profesora Louise Wilson (la que ayudó a forjar las carreras de Alexander McQueen o Christopher Kane), Lak aterrizó en Manhattan directo desde Amberes, donde había sido el jefe de diseño de Dries Van Noten cuatro años. Había trabajado en Balmain, Phillip Lim y Marc Jacobs, y logró fundar su propia etiqueta gracias al apoyo financiero de los inversores milmillonarios estadounidenses Howard y Nancy Marks.

Ahora es capaz de ver con perspectiva el cierre de Sies Marjan, la decisión más dura de su carrera: “Profesionalmente, fueron los días más difíciles que he experimentado. Pero, dicho esto, perdí a mi padre cuando tenía 10 años, así que ya había aprendido que la vida cambia drásticamente de un momento a otro. Aquella experiencia también me enseñó muchas lecciones: no puedes esperar que las cosas salgan como quieres. Haber tenido esa pérdida de niño creo que te prepara emocionalmente para algo como esto, porque nada va a ser tan duro. Aunque de alguna manera mi trabajo era como mi hijo”.

En las semanas previas al final de su enseña, en pleno confinamiento, Lak había sido uno de los diseñadores que promovieron Rewiring Fashion, una iniciativa que veía en aquella pausa una posibilidad para ralentizar la vorágine en la que había caído la moda, convertida en un objeto de consumo desechable. Un proyecto ingenuo que se olvidó a la velocidad a la que los compradores volvieron a sacar la tarjeta. “Durante la pandemia parecía que la industria provocaría colectivamente un cambio, pero, tan pronto como pasó la emergencia, cada uno volvió a lo suyo, porque en el fondo cada uno vela por la supervivencia de su negocio. Ahí está el problema, pero esa es la realidad. Y, sinceramente, es lo que yo hubiera hecho si hubiera aguantado: hubiéramos intentado todo para seguir. Es una conversación complicada porque es muy fácil juzgar desde fuera las decisiones que toma una empresa, porque desde fuera se tiende a ver todo en una sola dimensión. ¿Desearía que bajara el ritmo? Sí, pero no estamos ahí ahora mismo. Así no funciona el mundo. Ir más despacio implica que te pierdes cosas. Quizá el cambio más relevante llegue cuando el consumidor realmente decida que solo va a comprar una cosa por temporada”.

Ha rechazado varias ofertas, confiesa, porque antes necesitaba cerrar capítulo: “Pasé mucho tiempo pensando en lo que podría haber sido esta empresa que ya no existía. Hasta que me di cuenta de que necesitaba ponerle punto final”. Algo que hace literal y metafóricamente con la publicación de su libro, The Colors of Sies Marjan (Rizzoli), un recorrido por el estallido de frescura que supuso su aventura. Un volumen que es una oda al color, acompañado de las miradas sobre el tema de artistas como Julie Mehretu, arquitectos como Rem Koolhaas y escritoras como Donna Tartt o Hanya Yanagihara.

Ahora ve el futuro con optimismo y está preparado para lo siguiente. Sin una pincelada de negro, como en aquella primera colección que enamoró a Nueva York. “He pasado el último año trabajando en este libro. Cuando recibí la primera copia sentí que podía cerrar esta etapa y seguir adelante, que podía mirar atrás con cariño, sin dolor. Hoy lo veo como algo bello, algo a lo que podré volver siempre para sentirme orgulloso. Es para mí, pero también para la gente que trabajó para Sies Marjan y para los fans. Es una celebración de lo que fue”.