Lavanda, romero, azahar... El éxito español en la industria de la cosmética natural

España posee una cultura de ingredientes y materias primas sostenibles de gran calidad. No en vano, muchas marcas de cosmética internacional vienen a sus campos a proveerse de lavanda, espliego, tomillo, flor de azahar, romero… o a comprar aceites esenciales por su gran calidad y sus cultivos ecológicos. En principio, los términos eco, bío u orgánico se refieren a lo mismo y su uso depende de la normativa de cada país (los certificados Cosmos, Ecocert o Natural Skin Care). En España se suele decir que un producto es ecológico; en Alemania y Francia, biológico; y el término orgánico se suele utilizar más en Estados Unidos y el Reino Unido. Algunos ingredientes frecuentes en cosmética, como son el agua o las sales minerales, no pueden ser certificados como ecológicos ya que no se obtienen de la agricultura, y es por esto por lo que en el etiquetado suele poner que tiene un 95% o 99% de ingredientes naturales. Una excepción son los aceites esenciales puros (sin agua); estos si pueden ser 100% ecológicos.

No hay región española donde ávidos creadores de formulaciones no estén experimentando con productos que no dañen el medio ambiente, que respeten los cultivos biológicos y que eviten químicos o tóxicos perjudiciales para la piel. Desde el Pirineo gerundense (Alqvimia, Planthia) hasta la huerta murciana (Alma Secret), pasando por los campos extremeños (La Chinata, Olivita), Bilbao (Lavigor), Toledo (Ártica), Galicia (Herbolario Bio, Muuhlloa), Segovia (Los Jabones de Mi Mujer), Oviedo (Pure Skincare), Mallorca (G19)…

En La Garrotxa (Girona), con terrenos de cultivo de huerto biodinámico y ausencia de fertilizantes químicos, la firma Alqvimia, creada por Idili Lizcano, lleva 38 años fabricando productos 100% naturales basados en la aromaterapia y fitoterapia. Cada uno de sus aceites se extrae de campos de cultivo que siguen las leyes de sostenibilidad y pautas naturales (luna y sol). Sostenibilidad y ecología son la base de sus principios; desde la siembra y recolección de plantas y flores hasta su formulación y cartonaje, que proviene de bosques con certificado de gestión forestal, pasando por el vidrio y los tapones biodegradables hechos de plástico reciclable. Además, Alqvimia declara que no genera emisiones de CO2 ni ruido en su fábrica —la energía que consume se genera por placas fotovoltaicas—, apoya a los artesanos de la zona y compra a proveedores cercanos para reducir la huella de carbono.

Por su parte, la firma Alma Secret se empezó a forjar hace más de 30 años de la mano de un farmacéutico amante de las plantas que, desde la rebotica de su farmacia en Librilla (Murcia), elaboraba fórmulas magistrales de cosmética natural. En 2016, su hija, también farmacéutica, decidió continuar con el sueño de su padre. Hoy, Alma Secret es un referente en cosmética de origen botánico.

También los ingredientes de moda CBD y aceite de caña contribuyen a crear cosméticos orgánicos como los que elabora Laboratorios Lavigor, empresa con sede en Bilbao. “Es un laboratorio de referencia nacional e internacional en el sector de la medicina natural. Actualmente sus productos se comercializan en más de 30 países del mundo”, informa Gorka Rubio Lavin, CEO del Grupo Tegor, del que forma parte la marca vizcaína. Tras más de tres décadas desarrollando cosmética natural, Lavigor ha creado la Familia Cannabisan, una línea compuesta por cannabidiol o CBD (cannabinoide que no posee efectos psicoactivos). Se trata de una molécula que se encuentra en la planta del Cannabis sativa con propiedades antiinflamatorias. Además, el aceite de cáñamo, rico en omegas 3 y 6, nutre y restaura la elasticidad de la piel.

Otro producto adherido a la idiosincrasia española es el aceite de oliva virgen extra. La cosmética La Chinata, elaborada con este preciado elixir, se desarrolla en la sierra de Gata. Después de crear artículos gourmet han desarrollado una alta gama de géneros naturales basados en las propiedades del aceite español.

Remontándonos a 1880, el farmacéutico Calduch, preocupado por el mal que tanto afectaba a sus paisanos al trabajar al aire libre (grietas y sequedad en los labios), se dedicó a investigar en búsqueda de un remedio. En su rebotica consiguió crear una eficaz pomada que se popularizó rápidamente. Los vecinos de todas las localidades cercanas acudían a comprarla y comenzaron a llamarla Ungüent de Vila-real, para pasar a denominarse años después Dermo-Suavina. Hoy, este reparador labial es comercializado en varios países por Vicente Calduch, CEO y quinta generación de estos laboratorios.

Algo más reciente, pero no menos interesante, es la historia de Alberto López Iglesias, CEO de Herbolario Bio, cosmética nacida en 2015 tras tres años de investigación en formulaciones biológicas. “Nuestro mercado principal es España, que concentra el 87% de las ventas: un 71% proviene de clientes finales a través de nuestra web y un 16% de puntos de venta físicos. En los demás países europeos, un 9% representa a Bélgica y el Reino Unido con puntos de venta físicos y un 4% a las ventas online en otros países europeos”, enumera López Iglesias. Con fábrica en Silleda (Pontevedra), la marca ha sido galardonada con el premio al mejor producto sostenible en 2019 y todas sus fórmulas han obtenido los reconocimientos de la Agencia Europea de Medicamentos y Cosmética. López Iglesias opina que el mercado bío está saturado: “Cada día hay una moda nueva… y, sinceramente, creo que los sellos y las certificadoras privadas están perjudicando al sector”, afirma. No se calla y su objetivo más firme es simplificar la cosmética sin añadidos superfluos.