La reina ha muerto, el futuro es incierto: 10 interrogantes para un Reino Unido sin Isabel II
La monarca fue durante siete décadas el epicentro del andamiaje real. Su muerte abre un horizonte de incógnitas.
¿Crecerá el republicanismo? ¿Cuál será la agenda de Carlos III? ¿Qué pasará con Gibraltar? ¿Qué será del negocio turístico? Diez expertos aportan su visión de futuro a partir de 10 incógnitas que se abren en el Reino Unido tras la muerte de Isabel II.
01. ¿Qué pasará con Irlanda del Norte, Escocia y Gales?
“Carlos III podría ser el último rey del Reino Unido”, dice David Mathieson, exasesor del Gobierno británico en relaciones internacionales, evaluando los retos territoriales que afronta el Estado cuya jefatura hereda. Considera que la desaparición de su madre “no favorecerá en absoluto” a la relación de fuerzas entre Londres y Escocia, que tiene una Administración nacionalista. “La figura y la voz de Isabel influían. Expresó siempre, de forma sesgada, que valoraba mucho la unidad de su reino y todo el mundo sabía interpretar sus palabras: le dolía la posibilidad de una ruptura. Su muerte complica la tarea de los unionistas con vistas al referéndum de independencia de 2023; era un factor de unidad y ya no la tendrán con ella”. Con respecto a Irlanda del Norte, afirma que la muerte de la monarca es “un problema añadido, porque hizo todo lo posible por apoyar los acuerdos de paz de Viernes Santo”, aunque sustancialmente no afecta en nada a los complejísimos problemas de este territorio, que desbordaban con mucho —y seguirán desbordando— a la jefatura de Estado británica y dependen de Belfast, Londres, Dublín y Bruselas, hundidos ahora en el sudoku fronterizo creado por el Brexit. Por último, Mathieson asegura que el statu quo se mantendrá en Gales: “Tiene una Administración laborista y claramente unionista. No hay ninguna posibilidad de ruptura”.
En la página anterior, el estandarte dela familia real ondea en el palaciode Buckingham. Arriba, un encuentro de familiares reales europeas en Oslo.
02. ¿Cómo puede afectar a las otras monarquías europeas?
La frase es atribuida a Churchill, pero el historiador Enrique Moradiellos aclara que fue Faruq, el último rey de Egipto, quien allá por 1952 —justo un año antes de que accediera al trono Isabel II— dijo que, dentro de poco, solo quedarían en el mundo cinco reyes, los cuatro de la baraja y el rey de Inglaterra. Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura y miembro de la Academia de Historia, dice que “la monarquía británica, al menos desde la caída de la monarquía francesa en la revolución de 1789, se convirtió en el referente más importante para tallar la conducta, el ceremonial y las funciones del resto de las monarquías e incluso de algunas repúblicas que son casi repúblicas reales, como por ejemplo la francesa”. La frase de Faruq de Egipto, explica el historiador, expresaba “la enorme influencia que tenía la institución en aquel momento”. Y añade: “Aunque se diga que hay una crisis de sentimiento monárquico, yo lo dudo”. Lo que sí es cierto, subraya el historiador, es que las monarquías constitucionales tienen que estar sometidas al mismo principio que cualquier otra institución: “Serán apoyadas en la medida en que sean eficaces y cumplan una función de servicio, y por lo tanto deben ganárselo permanentemente”. De la despedida a Isabel II, Moradiellos resalta “el enorme respeto que la institución provoca en sus más acérrimos adversarios. La monarquía sigue teniendo prestigio. El balance entre pros y contras es favorable”.
03. ¿Corren peligro los viejos privilegios que mantenía la reina Isabel II?
No habrá cambios sustanciales. Por lo menos, a corto plazo. Hay que tener en cuenta, como explica Guillermo Íñiguez, doctorando en Derecho en la Universidad de Oxford, que “muchos de los privilegios de la Corona británica forman parte de la compleja arquitectura constitucional del Reino Unido”. Y explica: “Sus funciones políticas, entre las que se incluyen el nombramiento de primeros ministros, la concesión de honores o la sanción de leyes, son limitadas en la práctica; y sus privilegios económicos —la Corona es uno de los principales terratenientes del Reino Unido— forman, a menudo, parte del sistema jurídico del país. Renunciar a ellos supondría, por lo tanto, una transformación constitucional más profunda de la que imaginamos”.
Íñiguez añade que, pese a ello, Carlos III sí se podría ver obligado a modernizar la institución para acercarla a grupos sociales —los jóvenes, los votantes de izquierdas, la población escocesa— que ven la monarquía con recelo. “Esto podría requerir”, advierte, “un proceso de cambio que desemboque en una institución más transparente y cercana, y en el cual no es descartable algún gesto simbólico. Una transformación sustancial de la Corona británica es, sin embargo, difícil de concebir: en un país que atraviesa una crisis constitucional de difícil salida, la pompa y la liturgia que rodean a la monarquía siguen jugando un papel esencial en el imaginario colectivo de sus ciudadanos”.
04. ¿Crecerá el republicanismo?
El apoyo al republicanismo sigue siendo escaso en el Reino Unido, pero el respaldo a la monarquía viene cayendo, advierte Giles Tremlett, corresponsal en España de The Guardian. Según datos de la encuestadora Ipsos, los partidarios de la república pasaron de un 16% en 2012 a un 22% este año; los de la monarquía, de un 79% a un 68%. “Lo más notable es el escepticismo entre los jóvenes, donde reina el empate técnico, algo insólito en el Reino Unido”, destaca el periodista. “De todos modos, es poco probable que la muerte de la reina pueda fortalecer el republicanismo hasta el punto de poner en cuestión la monarquía. Dependerá de cómo se comporte el nuevo rey. Es viejo y altivo, así que puede meter la pata. Además, le espera un proceso de memoria y revisión histórica en el que los jóvenes más moralistas (y otros) no van a perdonar el pasado colonial del Reino Unido y no comprarán el relato de una descolonización modélica, ni mucho menos el de una colonización civilizante”.
05. ¿Qué sucederá con la Commonwealth?
Uno de los logros de Isabel II fue el fortalecimiento de la Commonwealth. Durante los 70 años en que lideró, esta organización de cooperación intergubernamental pasó de 7 a 56 miembros. “Ella invirtió mucho capital político y humano en esta institución. Se educó en la cultura política del Imperio Británico y vio la Commonwealth como una manera de mantener unida a la familia imperial”, explica el historiador Charles Powell, director del Real Instituto Elcano. En 2018 los países de la organización decidieron que su hijo Carlos asumiera el mando a la muerte de su madre. Pese a ello, Powell presume que “la aceleración de los tiempos históricos” podría llevar a que este punto se vuelva a replantear en busca de una relación “democrática y horizontal” entre miembros, en la que el monarca británico dejase de tener preponderancia. “Sería como la Comunidad Iberoamericana de Naciones, en la que Felipe VI tiene el mismo estatus que por ejemplo el presidente de México o el de Panamá”, dice el historiador, que piensa que Carlos III no pondría obstáculos a dicho cambio. Lo fundamental para el Reino Unido no es seguir encabezando formalmente la organización, sino que siga sirviéndole como herramienta global de poder blando. “Hay que tener en cuenta que agrupa a 2.500 millones de personas, una tercera parte de la población mundial”, resalta Powell.
06. ¿Qué papel jugarán Enrique y Meghan?
En esta gran superproducción, a la actriz Meghan Markle le ha tocado el papel de mala, y no parece que tras la muerte de Isabel II y el ascenso al trono de Carlos III vaya a cambiar el guion. A la pregunta de qué pasará ahora con el príncipe Enrique y su esposa, Simon Hunter, corresponsal de The Times en España, advierte de que por el momento solo se puede hablar desde el terreno de la especulación, y que las posibilidades son únicamente dos: “O la muerte de la reina supone un punto de inflexión y se restablecen un poco las relaciones con el resto de la familia, o por el contrario siguen como están, que es lo más probable, porque la crisis con la familia ha tenido las mismas proporciones que el escándalo del príncipe Andrés”. Hunter recuerda que tanto la prensa británica como la americana analizan con lupa todo lo que concierne a la pareja, y en especial a las esposas de los príncipes Guillermo y Enrique: “Y en esta historia está claro que Meghan es la mala de la película y Kate la buena, y hay muchos ejemplos. Un mismo gesto, o incluso el gusto por los aguacates, se puede interpretar de forma negativa o positiva en función de si lo hace una u otra. Se demoniza a Meghan y se santifica a Kate. Y me temo que eso va a seguir no solo en la prensa, sino también entre el público”.
07. ¿Qué asuntos pueden lastrar al nuevo monarca?
El príncipe Carlos no encarnaba la imagen de uno de esos herederos a la vieja usanza, aquellos que llegaban al trono relativamente jóvenes y con la lectura aún fresca de la obra de Bagehot sobre la Constitución inglesa, que desde mediados del XIX se considera el catecismo de la monarquía. Lo cuenta Ángeles Lario, profesora titular de Historia Contemporánea de la UNED y miembro de la cátedra Monarquía Parlamentaria, quien explica que, “en el caso de Carlos III, resultan atípicas muchas circunstancias. En primer lugar, la avanzada edad con la que llega al trono, tras toda una vida detrás que no tuvo buena acogida entre la ciudadanía, dados los bajos índices de popularidad en comparación con Isabel II y con el ahora príncipe de Gales y su esposa, Guillermo y Catalina”. Lario señala también “el dilema” surgido tras el divorcio y el fallecimiento de Diana: “Aunque el debate se ha enfriado, queda en el aire la preferencia por Guillermo y la propuesta en su momento de que Carlos abdicara —posibilidad que todavía planeó en el momento de la muerte de Isabel II—”. La profesora recuerda además que Carlos dejó claro en numerosas ocasiones que quería llegar a ser rey para llevar a cabo una profunda renovación: “Pero las actitudes que todos pudimos observar en los momentos delicados de los últimos días, y que tan mal encajan con el espíritu de figura neutral y armónica, parecen desmentir todo espíritu de modernidad, incluso de permanencia de las virtudes características de la monarquía”. Ángeles Lario añade que las investigaciones de que es objeto por sus actividades económicas, y que saltaron en fecha tan reciente como el mes de julio último, “encajan mal con la figura que encarna desde la muerte de Isabel II”. En realidad, concluye la experta en monarquías parlamentarias, “surgen bastantes dudas respecto al legado que pueda llegarle a Guillermo tras el reinado que se inicia”.
08. ¿Cuál será la agenda propia de Carlos III?
Si la reina Isabel II se esforzó en darle solidez a la Commonwealth, se espera de Carlos III que sea un rey involucrado en la lucha contra el cambio climático, un tema con el que lleva comprometido décadas. “El asunto que más le interesó a ella fue esta organización porque, ante la desaparición de su imperio, le tocó definir la nueva identidad posimperial del Reino Unido; de Carlos sabemos que ha liderado muchos proyectos e iniciativas medioambientales, y creo que esa será la dimensión principal de su agenda”, dice Eduardo Barrachina, presidente de la Cámara de Comercio de España en el Reino Unido. Cree que también se podría emplear con especial cariño en la puesta en valor del mundo rural. Y ve posible que en su mensaje se pueda leer un mayor grado de reconocimiento de la identidad intercultural del Reino Unido contemporáneo. “Él, que tiene el título papal de defensor de la fe, ha llegado a decir que le gustaría ser un defensor de las fes”, recuerda Barrachina. Por lo demás, y pese a que la percepción popular del nuevo rey es la de un individuo algo tendente a pisar charcos, apuesta porque apostará por prolongar “la exquisita neutralidad” de su madre, como le corresponde al monarca por mandato constitucional.
09. ¿Qué será del negocio turístico, afectará al ‘merchandising’?
Detrás de una barata tacita de té con el rostro de Isabel II hay un formidable fenómeno de atracción turística e influencia cultural. La familia real es una máquina de hacer dinero para el Reino Unido, aunque a ciencia cierta no se sabe cuánto hace. “Es difícil concretarlo con precisión porque la naturaleza de su influencia tiene muchos factores distintos”, dice Nicola J. Palmer, coautora con Philip Long del libro Royal Tourism. El último estudio de una consultora cifró en 67.500 millones de euros su valor de marca y en 1,7 billones su contribución anual a la economía británica, sumando efectos indirectos en turismo, comercio, medios y artes. Según Visit England, la agencia nacional de turismo, un 60% de los turistas visita lugares relacionados con la familia real. ¿Y afectará en algo la pérdida de la totémica Isabel a esta dinamo económica? “El significado de su pérdida queda muy claro con el impacto emocional que ha tenido, pero es pronto para ir más allá en lo que respecta a su impacto a largo plazo en la sociedad británica y, a su vez, en el aspecto turístico”, afirma la académica de la Universidad Sheffield Hallam.
10. ¿Qué pasará con Gibraltar?
No hay espacio para la incertidumbre. La frase, tan rotunda, la pronuncia Jennifer Ballantine Perera, historiadora y directora de la biblioteca Garrison de Gibraltar. “En cuanto me enteré de la muerte de la reina”, explica, “vine enseguida a la biblioteca y puse la bandera a media asta. A pesar de la distancia, el protocolo fue idéntico al del resto de Gran Bretaña e igual de auténtico el sentimiento de tristeza. Hemos sentido de corazón la muerte de Isabel II, pero también tenemos la tranquilidad de que todo seguirá igual con Carlos III. Mi madre, que tiene 87 años, ha vivido bajo el reinado de cinco monarcas británicos. Nada puede cambiar. Carlos III será nuestro rey de la misma forma que Isabel II fue nuestra reina. Así es la sucesión en Inglaterra”.
Ballantine Perera añade que, como historiadora y gibraltareña, vive estos momentos históricos con especial intensidad. Explica que Isabel II estuvo en Gibraltar en 1954, durante el viaje que realizó tras su coronación por los países de la Commonwealth y que duró seis meses, pero aún desconoce si Carlos III tiene previsto realizar un viaje similar. De lo que no duda, insiste, es de que la vida de Gibraltar no tiene por qué sufrir ninguna variación por el cambio de rey en el trono británico.
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