Ética en las aulas: el debate, este domingo, en ‘El País Semanal’
Entre las sucesivas acepciones de la palabra ética que ofrece la RAE —”recto, conforme a la moral”, “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona”, “persona que estudia o enseña la moral”, “parte de la filosofía que trata del bien”, etcétera— no figura la de “motor de controversias”…, aunque debiera. Quizá por eso, en el denominado ‘Aviso antipedagógico’ de su libro Ética para Amador (de cuya primera edición se cumplen estos días 30 años), Fernando Savater ofreció en 1991 su acepción personal: “No creo que la ética sirva para zanjar ningún debate, aunque su oficio sea colaborar a iniciarlos todos”. Y el tiempo le da otra vez la razón al viejo profesor de Zorroaga: un debate áspero aunque a buen seguro constructivo de cara al futuro ha sido el generado por la nueva ley educativa aprobada en diciembre por el Parlamento, la LOMLOE (Ley Orgánica de Modificación de la LOE, esto es, de la Ley Orgánica de Educación de 2006), popularmente conocida como ley Celaá por el nombre de su impulsora y defensora, la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá.
La controversia se centra en la no inclusión de la asignatura de Ética en 4º de la ESO, a la que el Gobierno ha preferido otra, Educación en Valores Cívicos y Éticos, que englobará materias como el valor social de los impuestos, los valores constitucionales, la igualdad de género, los derechos de los animales o cómo comportarse en las redes sociales. Filósofos, profesores, alumnos, directores de centro y la ministra de Educación debaten sobre la polémica en torno a si conceptos como “ciudadanía” y “ética” son compatibles en una misma disciplina.
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