Leonor Watling y Paco León, amor en tiempos de Covid
Desde que se conocieron, hace años, suspiraban por trabajar juntos. La oportunidad les ha llegado por partida doble: protagonizan ‘Besos al aire’, la primera comedia romántica española con temática covid y han rodado juntos la película ‘Desde la sombra’
Cuando dentro de unos años alguien escriba la crónica de esta época oscura en frío, tendrá que hablar de las luces que nos han ayudado a soportarla. Entre ellas, el amor. Hasta eso ha sufrido sus percances. Pero se ha adaptado a las circunstancias. “¡La vida! La vida prevalece, la vida se impone y busca sus maneras para que trabajemos, follemos o nos enamoremos”, dice Paco León. Lo cuenta —mejor, lo proclama— con el convencimiento de quien no habla de oídas, sino por experiencia. Con una fe y una confianza en las capacidades de la especie, aliadas con su propio arte no solo para la supervivencia, como asegura el actor, sino para devorar cada trago de oxígeno en cualquier brete.
De hecho, supervivencia es una palabra que se le queda corta. Insuficiente en su limitada dimensión. Paco León cree firmemente que esto va más allá del mero ventajismo o la simple resignación al hecho de sobrevivir. Vivir es lo que quiere. No sobrevivir. También es lo que ve y observa alrededor. Vida con más hambre que hace un año. Vida con ese ímpetu que te da el hecho de afrontar cada día la muerte. A Leonor Watling le ocurre algo parecido. “Aunque yo soy distinta, lo llevo más hacia dentro”, asegura. Pero eso no le impide sentirse feliz ante el sueño cumplido de trabajar juntos: una aspiración que compartían desde que hace años se juntaron para un anuncio.
“A ver si un día…”, se decían cuando se reencontraban por ahí. Y ese día llegó. Y fueron dos. El primero, cuando Félix Viscarret les ofreció trabajar juntos en Desde la sombra, su adaptación de la novela de Juan José Millás, que acaba de rodar en Navarra, y otro, el segundo, cuando Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset, y Aitor Gabilondo, responsable de Alea Media —productor y guionista, creador de Patria o El Príncipe—, los involucraron en Besos al aire, la primera miniserie rodada en España con temática de la pandemia, que se desarrolla en un hospital. Esta última se estrenará el 26 de marzo en Star, dentro de la plataforma Disney +. Más tarde —con fecha no cerrada aún— se emitirá en abierto dentro de Telecinco. De hecho, se trata de una serie en la que se ha involucrado mucho el propio Vasile. Fue él quien pidió personalmente a Paco León que la interpretara. “Me lo dijo con verdadera emoción”, comenta el actor. “Él quería hacer un homenaje a ese sector sanitario que tanto ha dado por nosotros y le parecía que yo podría hacer el personaje protagonista. Finalmente cuadró. Me lo ponían todo tan fácil…”.
Javi, su personaje, es un celador que ayuda a los pacientes a pasar el trago por medio de mensajes en los que mezcla las circunstancias personales de cada uno con cinefilia. La doctora Cabanas (Leonor Watling), enfangada en la dinámica de salvar vidas, ni lo ve. Pero sí lo escucha un día de refilón dirigirse a los enfermos mezclando argumentos que ella también controla. A partir de ahí… Comedia romántica. Besos al aire… Es decir, amor en tiempos de covid.
No será la serie definitiva sobre el asunto, pero se trata de la primera. Y tanto Vasile como Aitor Gabilondo han querido enfocarlo en clave de risas y lágrimas sin evadir la tragedia. Necesitaban dos actores con enganche para esta obra coral con historias entrelazadas a lo Love Actually, escrita por Darío Madrona y dirigida por Iñaki Mercero, con un reparto en el que también se juntan María León, Mariam Hernández, David Castillo, Nuria Herrero, Nancho Novo o Gracia Olayo.
El italiano convenció a León y Gabilondo tentó a Watling, a quien había convertido en villana con un papel en Vivir sin permiso. Cuando a Watling le llegó la propuesta quiso ser cauta en su planteamiento del personaje. Le preocupaba transmitir una frialdad que no debe confundirse con desgana, sino con rigor. Su doctora Cabanas carece en principio de empatía con los enfermos, al contrario que el personaje de Paco León. Y le pide ayuda para resolverlo. “Tengo un infinito respeto por los médicos y el personal sanitario. Si llegas a la sala de urgencias hecho un saco de huesos rotos, tú no quieres que te miren ni se compadezcan. En urgencias no buscas a alguien que te diga: ‘Ay, pobrecita’, sino a alguien que resuelva”.
Javi, ese celador que lo mismo te deja un clínex que te suelta un chiste, cumple un papel fundamental en esos apoyos psicológicos que se bifurcan en los pasillos de los hospitales. “Su papel en este caso consiste en contarte un cuento”, dice León. “No sé si se trata de una mentira, yo lo veo como la parte bonita y conveniente de la verdad en esas situaciones”. La habilidad del personaje radica además en que domina los géneros y sus ingredientes: ternura para el drama y capacidad de enredo en la comedia. Eso sí, puntualiza Leonor Watling, “la crudeza de lo que retrata, sobre todo lo que nos pasó en la primera ola de la pandemia, no se esconde”.
Cuando le hicieron la oferta a León, casi ni se lo pensó, recuerda. Su relación con Vasile entraña una especie de lealtad de por vida desde que el responsable de Mediaset ayudara lo suyo a convertirlo en estrella con el Luisma de Aida. “Tengo buena relación con él. Además, produjeron Carmina y amén, una película que en su día representaba un experimento. Yo le debo una fidelidad a eso y a lo que entonces supuso su apuesta por un creador a fondo perdido”, asegura León. “Es un hombre audaz y también mordaz: tiene algo imprevisible que te puede parecer arbitrario, pero que no lo es. Yo creo que le he correspondido en una lealtad mutua. Para mí, eso es natural: la lealtad. Y que sepan respetar también mi libertad. Quien me conoce entiende que yo hago lo que me da la gana. Incluso cuando es difícil saber lo que uno quiere…”.
Las dudas le han perturbado a menudo. Por ejemplo, cuando tanto él como su entonces pareja, Anna R. Costa, decidieron no repetir temporada de Arde Madrid después de haber anunciado una segunda. “La primera nos llevó mucho tiempo. Cinco años. Fue muy trabajoso. Cuando nos pusimos, dijimos: ‘¡Coño, pa qué!’. Y decidimos no hacerlo. Que igual dábamos lo mismo o peor. Para eso, que se quede así. Los éxitos hay que saber matarlos, y cuando tienes una vida, la sensación de que hay cosas que ya has hecho o has visto o experimentado te echa para atrás. Yo algunas veces me aburro de mí mismo. No me asusté, no me muevo por miedo. Era una mezcla de pereza y responsabilidad”, dice León.
Arde Madrid, esa crónica sobre los desvaríos y pasotes de Ava Gardner en España, se movía entre los aires del Mankiewicz de La condesa descalza y el Azcona / Berlanga de Plácido o El verdugo. Glamour de trastiendas en Chicote, junto a estragos de la polio, tufo de la Sección Femenina y trapicheo quinqui de toda calaña. Fue un hito en la carrera de León como creador, como antes lo había sido el retrato familiar de Carmina y amén. Otra jugada medida de un artista que sabe combinar como pocos el tirón popular con el experimento.
Tan en la brecha está León que a lo largo de este año ha filmado como director e intérprete cinco proyectos: desde Destino, un corto grabado en su casa con móvil que se volvió viral, hasta proyectos internacionales como la comedia francesa Papá y mamá; la superproducción The Unbearable Weight of Massive Talent, con Nicholas Cage y Pedro Pascal (el agente Peña de Narcos), o ahora Besos al aire y Desde la sombra.
También ha tenido suerte en ese sentido Leonor Watling. Esa misma serie y película en estos tiempos acompañan su carrera de actriz. A eso ha unido también la grabación de Harry Potter para audiolibro. Otra cosa es la música. “Ahí va todo peor, por no decir tragedia”, afirma. Ser dos en Marlango —Alejandro Pelayo y ella, piano y voz— lo hace más fácil. “No para componer. Apenas nos han salido dos canciones en todo este tiempo. Pero sí hemos podido dar algunos conciertos, sobre todo en teatros. Para crear necesitamos sincronía, estar juntos, como las luciérnagas que se conectan al tiempo entre ellas y alumbran a la vez. Sin embargo, un concierto suscita mucha emoción. La alegría es más intensa, y la tristeza, también. Todo se multiplica en sus reacciones este tiempo, lo raro es verlas detrás de las mascarillas, pero se perciben”.
En Besos al aire y Desde la sombra, los dos han tenido que viajar de la ternura que desprende la serie al surrealismo del mundo de Juan José Millás. Cuando el autor publicó la novela ni se planteaba un confinamiento colectivo. Pero ensayó sin querer sensaciones con la historia de un hombre encerrado en un armario que observa la vida cotidiana de una pareja. De alguna manera, ahora conecta con un pálpito colectivo muy familiar para todos. “Eso de esconderse debajo de una piedra, desde ese lugar cómodo en el que te sientes ultraprotegido, como dentro de un útero, y del que a mucha gente le cuesta salir”, afirma Watling.
León lo ve como un ejercicio primordial para lo que debe ser la vida o la actitud de un creador: “Cuando paras, empiezan a pasar cosas. Ese es un ejercicio que nos falta porque siempre andamos como en estampida. Quedarse quieto y mirar me resulta una actitud cada vez más interesante”.
Pero moverse también. Recordemos: cinco proyectos ha firmado León en el año de parón total. ¿Con qué sensaciones? “Pues me he hecho ya ni sé cuántas PCR. Esto nos reta para mostrarnos más ingeniosos y audaces. Al principio me parecía como algo del espacio, con los protocolos y las restricciones, el ‘ahí no se puede pasar’ y la comida en unas bolsas como de astronauta. En la película americana, los directores —Tom Gormican y Kevin Etten— hasta estuvieron dando instrucciones por Zoom. Te decían lo mismo que te indicarían en el plató, pero en plan muy surrealista. Yo no me veo, pero, si te tienes que ver, te ves. Que hay que hacer las cosas a pie cojito, pues a pie cojito; que con un ojo tapao, pues con un ojo tapao; que no hay que pronunciar la erre, pues tampoco pronuncias la erre…El caso es que tenemos ganas y lo sacamos como se pueda”.
Precavidos pero convencidos, eso sí, sorteando el peligro. De hecho, Leonor cayó enferma: “Yo he pasado el virus, pero sin consecuencias. Vivo con sensaciones encontradas. Por una parte veo que nos hemos acostumbrado a que cada día mueran en algunos países hasta la misma cantidad que en las Torres Gemelas. Entiendo que nos sintamos de luto, pero también que nos acostumbremos a vivir con ello”.
Un reto psicológico colectivo del que desconocemos las consecuencias para nuestra maltrecha moral. “Todavía no han llegado en toda su dimensión, seguimos en shock”, cree la actriz. “Hasta la bronca política tiene que ver con eso. Yo no los entiendo. Sus actitudes me resultan una vergüenza. Las de todos, eh. Pero creo que tienen que ver con el hecho de que te distraes con cualquier tontería. Yo he entrado y salido de esos estados en los que te ayuda mucho a superar un trauma el concentrarte en problemas ridículos y pequeños”, afirma.
Como la metáfora del botón. “Cuando murió mi padre, yo tenía 18 años. Al ir al entierro me di cuenta de que me faltaba un botón. Aquello, tan absurdo y tan ínfimo, me distrajo de lo grave. Hasta podías hacer un mundo de esa tontería. Ahora yo veo en las reacciones de los políticos lo mismo: que se agarran al botón cuando lo que nos ocurre es algo mucho más terrible. Se entretienen con la bronca y así no deben enfrentarse a lo fundamental. Al principio hasta llegué a pensar que esto, al menos, iba a ser una cosa que no se podría politizar, y ya ves, a las tres horas…”. Watling se queda con la responsabilidad social. “Pese a las fiestas ilegales, creo que prevalece la cordura en la mayoría”.
Paco León está de acuerdo. En el caso de la responsabilidad, él ha asumido su papel. “Creo que muchos nos hemos examinado y hecho esta pregunta: ¿qué es lo que mejor sé hacer para ayudar a la gente? Pues en mi caso lo tengo claro. Yo soy el payaso”. Y se ha entregado a la tarea de entretener. Sin que por ello a veces le superen los nervios o cierta sensación de pérdida de sentido: “Yo quería aprender más cosas durante estos meses y no estoy aprendiendo nada. Busco mi paz interior y ni rastro, tiro de ansiolíticos y tampoco hay manera. Lo busco, lo busco, pero es tan complicado vivir… Y ahora más. En fin, que no sé nada. No sabemos nada. Menos en esta guerra sin bombas, con un bicho hijoputa y currantes obligados a estar en el frente porque no les queda otra”.
Y aun así… “Pues repito: aun así, la gente se enamora. La vida es muy terca, es muy fuerte, puede más. Y allí estamos todos; aunque andemos contando los muertos, sigue haciéndonos gracia un chiste, nos emociona una canción y somos capaces de disfrutar de una comida rica”.
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