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Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal
Japón
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Qué es el ‘momiji’ y los mejores sitios de Japón para disfrutar de sus paisajes

Este colorido fenómeno del otoño es efímero y caprichoso. De los jardines Yuushien al Jozankei Onsen en la isla de Hokkaido, estos son los 10 mejores lugares del país asiático para observarlo

Japon
El templo de Kiyomizu-dera, en la ciudad de Kioto, es uno de los destinos de Japón más populares para disfrutar de los colores del otoño.Jasmine Leung (SOPA Images / LightRocket / Getty Images)
Paco Nadal

Japón es un destino apetecible todo el año, pero hay un momento especial que lo hace único: el momiji. Eso es, el acto de contemplación de la increíble paleta de colores rojos y ocres que ofrecen los arces en otoño que, junto con el amarillo intenso de los ginkgos biloba, convierte esta estación en el país asiático en uno de los mayores espectáculos cromáticos del mundo. Un fenómeno, además, efímero y caprichoso. De hecho, este 2024 viene un tanto retrasado por efecto de las altas temperaturas que está sufriendo Japón. Se espera que el pico de la otoñada llegue a Kioto, por ejemplo, hacia el 26 de noviembre, más tarde de lo habitual.

Acabo de volver de un nuevo viaje a Japón, y estos son 10 de los mejores lugares que te puedo recomendar para disfrutar del momiji.

Jardines Yuushien (Matsue)

Situados a 17 kilómetros de Matsue, capital de la prefectura de Shimane, al suroeste de la isla de Honshū, los jardines Yuushien están considerados de los más bellos del paí­s. Abren todo el año, pero en otoño es un espectáculo sensacional por la cantidad de tonos arces que alberga. Es especialmente recomendable la visita nocturna, cuando un juego de luces y música magnifica las tonalidades de las hojas y te llevan a un éxtasis sensorial. En primavera se llena de peonias, mirtos, lirios y otras docenas de tipos de flores.

Museo de Arte Adachi (Yasugi-shi)

Vista del jardín diseñado por Kinsaku Nakane desde una de las salas del Adachi Museum Art.
Vista del jardín diseñado por Kinsaku Nakane desde una de las salas del Adachi Museum Art.Magda Rittenhouse (Alamy / CORDON PRESS)

El Adachi Museum Art, ubicado también en la prefectura de Shimane, es posiblemente el museo más original de Japón. Fue concebido por un mecenas para acoger la obra del pintor local Yokoyama Taikan (1868-1958), uno de los maestros de la técnica nihonga. Lo que lo hace único es que el edificio está rodeado de un perfecto jardí­n japonés, cuidado hasta el más mí­nimo detalle, y premiado muchas veces como el mejor del país, ¡a pesar de que no se puede acceder! El jardí­n es una obra de arte más del museo y se observa desde el interior, a través de unas grandes cristaleras o de unos vanos practicados en las salas, a modo de marcos de cuadros. Como si se tratara de otra pintura de la colección.

Kōyasan (Wakayama)

Es la montaña sagrada del budismo shingon, ubicada en la pení­nsula de Kii, al sur de Osaka, y se suele ir a ella para vivir la experiencia de alojarse en un shukubo u hospederí­a monástica. Además de dormir sobre un tatami, cenar en el refectorio del monasterio y asistir al rezo matinal de los monjes, se puede disfrutar de los colores del otoño que realzan la belleza de sus casi 120 monasterios, muchos de ellos con siglos de historia. También es colorido el Okunoin, el famoso cementerio del monte Kōya, un camposanto entre altos cedros, estelas de granito, estatuas y linternas que se ilumina al atardecer.

Los Alpes japoneses

Paisaje otoñal en el parque nacional de Kamikochi, en los Alpes japoneses, en la prefectura de Nagano.
Paisaje otoñal en el parque nacional de Kamikochi, en los Alpes japoneses, en la prefectura de Nagano.Walking TK / Alamy / CORDON PRESS

Se conoce como Alpes japoneses a una cadena montañosa del centro de la isla de Honshū, que ocupa buena parte de la prefectura de Nagano. Sus bosques caducifolios se visten de mil tonalidades al llegar el mes de noviembre. Una verdadera orgía visual. Aquí esperan postales maravillosas en cualquier rincón de la carretera que va de la ciudad de Nagano a Matsumoto y de allí a Takayama. También en los alrededores de la estación termal de Karuizawa.

Camino de Nakasendo (Nagano)

La Ruta Nakasendo es uno de los dos caminos imperiales que conectaban las principales ciudades del país, Tokio y Kioto, en la época Edo. Se conserva en buen estado un tramo de ocho kilómetros entre las localidades de Magome y Tsumago —en la prefectura de Nagano— que se ha convertido ahora en una de las rutas de pequeño recorrido más famosas de la montaña japonesa. La caminata lleva unas dos horas y media, y es lo suficientemente fácil como para que la completen excursionistas inexpertos por su cuenta. Se puede hacer en cualquier época, pero es especialmente recomendable en otoño. Tanto Magome como Tsumago son aldeas tradicionales con casas de madera encantadoras, aunque muy enfocadas ya al turismo.

Nara Kōen (Nara)

Vista del templo de Todaiji, en la localidad nipona de Nara.
Vista del templo de Todaiji, en la localidad nipona de Nara.Marek Slusarczyk (Alamy / CORDON PRESS)

Nara, a una hora de tren de Kioto, es una de las visitas incluidas en todo programa de viajes a Japón. Y lo es por el parque de Nara o Nara Kōen, un gran espacio ajardinado lleno de árboles caducifolios con numerosos templos y santuarios centenarios, pagodas y museos. La vista del Todaiji, el templo que alberga el Gran Buda, reflejado en el lago que la antecede y enmarcado por arces de color rojo intenso. Esa es una de las imágenes más icónicas de todo Japón.

Nikkō Tōshō-gū (Nikkō)

Turistas en el templo de Nikkō Tōshō-gū.
Turistas en el templo de Nikkō Tōshō-gū.HarrisDro (Loop Images / Universal / Getty)

El mausoleo del poderoso shōgun Tokugawa Ieyasu es una de las visitas tradicionales desde Tokio. Con sus viejos muros de piedra comidos por el musgo, sus altos cedros y sus maravillosos templos, Nikkō Tōshō-gū es otro de los lugares donde disfrutar del momiji en una atmósfera pausada y melancólica, a pesar de los miles de visitantes diarios. Al estar situado más al norte y a mayor altitud que las ciudades de Tokio o Kioto, el otoño llega casi un mes antes. De hecho, este año ya pasó (el pico de la coloración sucedió a finales del pasado mes de octubre).

Ladera de Higashiyama (Kioto)

La montaña que cierra Kioto por el este es una gigantesca colección de templos, santuarios, museos y lugares de interés. Templos budistas como el Kiyomizu-dera (el templo del agua pura), el Kodaiji o el santuario Chion-in, con su monumental puerta de acceso, tienen siglos de historia en sus vetustas maderas y emergen emboscados por arboledas que en otoño revientan de tonalidades rojas y anaranjadas. Algunos de ellos incluso están iluminados en las noches de primavera y otoño.

Jozankei Onsen (Hokkaido)

Jozankei Onsen, una zona termal en pleno parque nacional Shikotsu-Tōya.
Jozankei Onsen, una zona termal en pleno parque nacional Shikotsu-Tōya.Sean Pavone (Alamy / CORDON PRESS)

Hokkaido es la más septentrional de las grandes islas habitadas de Japón. Es famosa por su naturaleza salvaje, en la que abundan los bosques caducifolios, por lo que el momiji aquí está asegurado. Uno de los mejores sitios para disfrutarlo es Jozankei Onsen, una zona termal en pleno parque nacional Shikotsu-Tōya, a una hora en coche de Sapporo, la capital de la isla. Hay senderos, arroyos, fuentes termales, un teleférico y un pueblo entero dedicado al turismo para acoger a los muchos visitantes que llegan atraídos por los colores del otoño y la oferta de actividades de naturaleza. Al estar tan al norte, es donde primero empieza el otoño en Japón. De hecho, la temporada de momiji abarca de principio a mediados de octubre.

Kinkakuji (Kioto)

Esta es otra de las postales más famosas de Japón (por no decir la más famosa del país) y uno de los lugares más armónicos y bellos que he visto en mi vida. Aunque el templo Kinkakuji está siempre tan saturado de turistas que es imposible disfrutarlo como se merece, la visión de esta villa de descanso mandada construir por el shōgun Ashikaga Yoshimitsu en 1397 a las afueras de Kioto, en la ladera de Arashiyama, es de las que no se olvidan. El exterior del pabellón está recubierto de láminas de oro. Para realzar el Pabellón Dorado (sala de las reliquias) se rodeó de un precioso jardí­n con coníferas y un estanque con islas y rocas en el que el edificio se refleja como en un espejo. En otoño, la postal es aún más brutal por el increí­ble color rojo de los arces que rodean el lago.


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