20 pequeñas rutas senderistas por España con grandes paisajes
De las pasarelas del río Mao a la vía verde de los montes de Hierro pasando por el desfiladero de las Xanas o la ruta del Tren Petit de la Costa Brava
Esta es una selección de 20 caminatas de pocos kilómetros para recorrer España. Todas ellas son fáciles, de las que siempre dejan buen sabor de boca y que se pueden hacer incluso con niños. Excursiones para ir en bicicleta o a pie que pueden convertirse en aventuras baratas, sencillas y hasta llenas de misterio si se saben mirar con otros ojos
1. Pasarelas del río Mao (Ourense)
Aldeas de otro tiempo, bosques encantados y grandes caseríos permanecen casi en el olvido, mecidos por el sonido de las aguas del río Sil a su paso por las tranquilas comarcas gallegas. El río Mao es perfecto para un gran viaje tranquilo o en familia tras los pasos de la cultura romana. Solo hay que seguir por el cañón del Mao, salvaje y bellísimo afluente que discurre por una pequeña garganta de geologías fabulosas y muy fácil de caminar gracias a la gran pasarela de madera construida, precisamente, para internarse en las tripas de este barranco, a tramos vertiginoso y en general divertido.
2. Los Siete Puentes de Ezcaray (La Rioja)
Una sencillísima caminata circular que discurre entre frondosos álamos y hayas, alegres riachuelos y firmes vestidos de musgo. Como indica su nombre, este camino, cerca de la localidad de Ezcaray, resulta un paseo por el tiempo que asciende el río Usaya buscando los siete puentes que cruzan su cauce. Se trata de un fascinante recorrido por un valle que recoge los fuertes contrastes de los paisajes riojanos, atraviesa los bosques de hayas y, para facilitar las cosas, es un sendero perfectamente indicado y con pasarelas de madera para poder atravesar los cursos de agua.
Más información en la guía 1000 ideas para viajar por España de Lonely Planet y en lonelyplanet.es.
3. La ruta de las Caras (Buendía, Cuenca)
Olor a pino, salvia y romero esperan en este pintoresco escenario de arenisca donde el arte arcaico del cincelado sobre la roca adquiere un carácter mágico. Unas 20 esculturas impresionantes y bajorrelieves de uno a seis metros de altura, esculpidas entre los años 1992 y la actualidad por Eulogio Reguillo y Jorge J. Maldonado salpican los sigilosos bosques de la localidad de Buendía, unos 100 kilómetros al norte de la ciudad de Cuenca, a orillas del embalse al que da nombre el pueblo. Esta es una singular galería al aire libre con todo el misterio de un arte que puede ser fascinante como excursión, tanto para niños como para mayores. El recorrido, de un par de kilómetros, es circular, señalizado, de acceso libre y gratuito.
4. El dragón de piedra de los Siete Picos (Comunidad de Madrid)
A modo de cuchillos, los Siete Picos cortan el firmamento de la Comunidad de Madrid, con la silueta de un gran dragón durmiente. Son una de las formaciones más singulares de la sierra de Guadarrama y componen una línea de cumbres de granito que se elevan sobre los 2.000 metros, excelente reclamo para las actividades al aire libre en familia. La senda de montaña, marcada con hitos de piedra, sube primero al pico oriental (2.138 metros), el más elevado de los siete, y recorre la llamada cresta del dragón hasta enlazar con el camino de regreso al puerto de Navacerrada.
5. Desfiladero de las Xanas (Asturias)
Esta garganta horadada por los torrentes salvajes del río Viescas, o de las Xanas, es toda una llamada a la imaginación de los más pequeños a través de una senda de unos siete kilómetros (algo exigente), con túneles y puentes, en busca de las míticas ninfas del agua asturianas —la Xana es el hada asturiana por excelencia, que vive desde siempre en las cuevas de los ríos y en las fuentes—. Trazado en los años cincuenta del siglo pasado, es un camino espectacular, muy divertido para la vista, que discurre entre paredes que se disparan 500 metros al cielo y hayedos donde persisten nieblas de fantasía. Dos y tres horas bastarán para atravesar esta garganta natural y dar la vuelta al punto de partida.
6. Castillo de Tou (Aínsa-Sobrarbe, Aragón)
El esqueleto de este viejo castillo sirve de balcón al corazón del Pirineo aragonés, como un centinela eterno, desgastado por la erosión y la historia. En las cercanías de la peña Montañesa, vigila el tranquilo divagar de las aguas del río Cinca a su paso por el bonito pueblo de Aínsa. Es una atalaya perfecta para contemplar el regreso de la vida rural a esta naturaleza por mucho tiempo deshabitada. Un camino que se inicia en el Centro de Vacaciones, en Morillo, lleva a las ruinas en media hora larga andando cuesta arriba.
7. Parque regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar (Región de Murcia)
Molinos de viento, alegres flamencos, dunas y playas esperan bajo la brisa encantadora del mar Menor. Este imponente humedal con una extensión de 856 hectáreas, donde paran a reposar los cormoranes y las garzas, las gaviotas y los somormujos, ofrece diferentes rutas senderistas de pequeño y medio recorrido para despertar la curiosidad por la observación de aves en un entorno de equilibrada conservación. Un plan perfecto si vamos con niños.
8. Parque nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real)
Podemos encontrar hasta 250 especies de aves acuáticas dentro de los espacios protegidos de las tablas de Daimiel y las lagunas de Ruidera, un genial ecosistema de humedales en Ciudad Real que peligra por la falta de aguas desde hace décadas. Aquí se escucha el rugir de las aguas de los ríos del Guadiana y el Cigüela, cuyos caudales han alimentado una impresionante biodiversidad. Hay varias rutas indicadas para toda la familia, como la de la Laguna Permanente, una pequeña y sugerente senda de menos de dos kilómetros que se adentra en un bosque de tarayes y está llena de paneles informativos sobre la antigua vida de los campesinos manchegos.
9. El Tejo de Barondillo (Comunidad de Madrid)
El valle de Lozoya oculta lugares bellísimos y poco alterados, como el valle de la Angostura que, encajonado entre las moles de Cuerda Larga y el macizo de Peñalara, forma un corredor forestal repleto de joyas botánicas como el tejo de Barondillo, el árbol más viejo de Guadarrama, con 1800 años de existencia. Declarado árbol singular por la Comunidad de Madrid, ya crecía en este territorio antes de que los romanos construyesen sus célebres calzadas en la sierra. No es el único ejemplo, ya que aquí se concentran diversos árboles vetustos, milenarios y centenarios, como tejos, abedules, acebos y pinos de todos los colores.
10. Senda del Oso (Asturias)
Esta senda es una mítica ruta entre cañones, puentes y bosques, que discurre por una de las vías verdes más cuidadas y transitadas de todo el Principado de Asturias. Es perfecta para realizar en familia por su trazado sencillo, especialmente para un paseo en bicicleta. Una excursión muy asequible que pasa por los concejos de Quirós, Santo Adriano, Proaza y Teverga, que juntas componen la denominada comarca de los Valles del Oso, por ser refugio de una de las últimas poblaciones de oso pardo cantábrico. La excursión culmina en un cercado de cuatro hectáreas para estos animales que deja ojipláticos a los más pequeños.
11. Miradores de la Ribeira Sacra (Galicia)
Bravos desfiladeros tallados por los ríos Miño y Sil, cicatrices milenarias de las provincias de Ourense y Lugo, esperan en la Ribeira Sacra, un paisaje fluvial fabuloso —declarado reserva de la biosfera por la Unesco—, salpicado de viejos monasterios, laberínticos bosques de robles y castaños, todo ello junto a la espiritualidad gallega que se ha desarrollado en la zona a lo largo de los siglos. Una expresión viva del mundo rural a recorrer a través de una senda pensada para pisar todos los balcones naturales del Sil, en poco más de 10 kilómetros de recorrido. Un camino para disfrutar a lo grande, pausadamente.
12. Lagos de Saliencia (Asturias)
Es esta una de las rutas más clásicas y visitadas de la geografía ibérica, en el parque natural de Somiedo. A pesar de su popularidad, sigue resultando bellísima, con brañas y osos, bosques y cimas, profundos valles y tímidos ríos. Una fabulosa maravilla asturiana, de ambiente alpino, acompañada por los mugidos del ganado y las monumentales paredes de caliza que custodian estos lagos de origen glaciar. Los lagos de Saliencia son cuatro: Calabazosa o lago Negro, Cerveriz, laguna de Almagrera o La Mina y La Cueva. Son 16 kilómetros de puro gozo natural.
13. Hayedo de la Boyariza (León)
Hay muchos secretos esperando a ser descubiertos en los valles de la cordillera Cantábrica, enclaves tan desconocidos como auténticos, colgados de las eras y repletos de huellas perdidas de otros tiempos. Así es, por ejemplo, esterecorrido por la cuenca del Alto Bernesga, en la montaña central leonesa. Entre grandes cimas cantábricas, vertiginosos desfiladeros y la suave brisa que se cuela por hayedos como el de la Boyariza, este paraje declarado reserva de la biosfera es un conjunto de fantásticos miradores, sobre todo durante la temporada otoñal.
14. Hoz de Alarcón (Cuenca)
Caminando por antiguas fronteras, este sendero propone una inmersión en el pasado, resonando en la memoria el sonido de las armaduras y las espadas que batallaron a orillas del Júcar. El río ha trazado unas sugerentes hoces que parten el terreno como si fueran también el resultado de una dura batalla. La senda sumerge al viajero entre fortines y farallones, y ofrece vistas incomparables de las fortificaciones de Alarcón o de los insólitos meandros de Cuenca, rodeados de pinos, álamos y sabinas.
15. Penyagolosa por el barranco de la Pregunta (Castellón)
El emboscado barranco de la Pregunta, en el término municipal de Vistabella del Maestrat (Castellón), abre una ruta muy asequible para subir hasta la cumbre que da nombre al parque natural del Penyagolosa. A 1.815 metros de altitud rinde sus secretos esta reina de la comarca del Maestrazgo, tras ascender, paso a paso, desde el antiguo cenobio de Sant Joan de Penyagolosa, popular rincón de peregrinación desde hace ya varios siglos. Mucho atractivo ambiental para una cómoda ascensión que no debe faltar en ningún zurrón.
16. Camino natural por los senderos tradicionales de El Hierro (Canarias)
Ejemplo de vida sostenible, esta joya del archipiélago canario contiene tanta biodiversidad que se pueden combinar bosques de laurisilva con cristalinas piscinas naturales, o cráteres volcánicos con exuberantes fondos oceánicos. En el año 2000, la Unesco reconoció estos paisajes declarando a la menor de las islas canarias como reserva de la biosfera. Estos contrastes paisajísticos y climáticos de la isla de El Hierro son perfectos para pequeñas escapadas en las que disfrutar de su aislamiento y su aura legendaria en cualquier actividad que a uno se le ocurra: kayak, buceo, bicicleta de montaña, senderismo o simplemente dejarse llevar por sus brisas atemporales.
17. A los pies del Moncayo (Aragón)
La soberbia mole del Moncayo reina sobre valles de antiguas culturas, donde pervive el alma rural del sistema Ibérico. Bosques centenarios de hayas y robles cubren sus faldas y los campos de las provincias de Zaragoza y Soria custodian sus accesos. Todo ello forma un hermosísimo paisaje de arroyos, huertas y pasado, declarado como un parque natural de 11.000 hectáreas en 1979 y que es posible circunvalar tanto a pie como en bicicleta de montaña.
18. Parque natural del Cabo de Gata-Níjar (Almería)
Rincones costeros fascinantes, viejos refugios de piratas, poblados de pescadores tan brillantes como la espuma del mar y la luz cálida del Mediterráneo bañando un mundo volcánico y desértico asombroso y singular. Las playas y calas escondidas del parque natural de Cabo de Gata-Níjar crean un mosaico de formas caprichosas, colores intensos y rarísimas bellezas petrificadas. Se pueden descubrir paseando por postales como la playa de Mónsul, la cala de los Amarillos o la cala del Playazo.
19. Por la vía verde de los montes de Hierro (Bizkaia)
La red de vías verdes de los montes de Hierro es un conjunto de caminos transformados para senderistas y ciclistas que recorren antiguos paisajes mineros de la comarca de las Encartaciones. Es la vía verde más extensa de Bizkaia y realiza un recorrido de 42 kilómetros que se puede hacer cómodamente a pie o en bicicleta, en su totalidad o por tramos, entre entornos naturales preciosos. El camino sigue las huellas de los antiguos trenes mineros, comenzando en Artxentales y pasando por Sopuerta, Galdames, Muskiz, Abanto-Zierbena y Zierbena. Durante el recorrido, el sendero se adentra en lugares tan impresionantes como el biotopo protegido de los montes de Triano y la playa de la Arena. Y a lo largo del camino, se descubren numerosos vestigios mineros, como cargaderos, ferrerías, minas y hornos de calcinación.
20. La ruta del Tren Petit de la Costa Brava (Girona)
Esta es una de las rutas verdes más agradables y sencillas de Cataluña, apta para todos los públicos, para hacer en tren o en bicicleta. Son solo seis kilóemtros entre las localidades de Palafrugell y Palamós, siguiendo parte del trazado de un antiguo recorrido de ferrocarril de vía estrecha llamado cariñosamente el Tren Petit (el tren pequeño, en castellano) y que conectaba la Costa Brava con la ciudad de Girona, pasando por la Bisbal d’Empordà. Este camino ha sido acondicionado para que tanto senderistas como ciclistas puedan disfrutar de unos paseos fantásticos en plena naturaleza y acercarse a lugares como la playa del Castell, una sorpresa natural de la Costa Brava.
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