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20 pequeñas rutas senderistas por España con grandes paisajes

De las pasarelas del río Mao a la vía verde de los montes de Hierro pasando por el desfiladero de las Xanas o la ruta del Tren Petit de la Costa Brava

Rutas senderistas por España
Un senderista en los Lagos de Saliencia, en el parque natural de Somiedo (Asturias).Carlos F Turienzo (Getty Images)

Esta es una selección de 20 caminatas de pocos kilómetros para recorrer España. Todas ellas son fáciles, de las que siempre dejan buen sabor de boca y que se pueden hacer incluso con niños. Excursiones para ir en bicicleta o a pie que pueden convertirse en aventuras baratas, sencillas y hasta llenas de misterio si se saben mirar con otros ojos

1. Pasarelas del río Mao (Ourense)

Aldeas de otro tiempo, bosques encantados y grandes caseríos permanecen casi en el olvido, mecidos por el sonido de las aguas del río Sil a su paso por las tranquilas comarcas gallegas. El río Mao es perfecto para un gran viaje tranquilo o en familia tras los pasos de la cultura romana. Solo hay que seguir por el cañón del Mao, salvaje y bellísimo afluente que discurre por una pequeña garganta de geologías fabulosas y muy fácil de caminar gracias a la gran pasarela de madera construida, precisamen­te, para internarse en las tripas de este barranco, a tramos vertigino­so y en general divertido.

Las pasarelas del río Mao (Ourense).
Las pasarelas del río Mao (Ourense).Alamy Stock Photo

2. Los Siete Puentes de Ezcaray (La Rioja)

Una sencillísima caminata circular que discurre entre frondosos álamos y hayas, ale­gres riachuelos y firmes vestidos de musgo. Como indica su nombre, este camino, cerca de la localidad de Ezcaray, resulta un paseo por el tiempo que asciende el río Usa­ya buscando los siete puentes que cruzan su cauce. Se trata de un fascinante recorrido por un valle que recoge los fuertes con­trastes de los paisajes riojanos, atraviesa los bosques de hayas y, para facilitar las cosas, es un sendero perfectamente indicado y con pasarelas de madera para poder atravesar los cursos de agua.

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3. La ruta de las Caras (Buendía, Cuenca)

Dos de las esculturas en la ruta de las Caras de Buendía, en la provincia de Cuenca.
Dos de las esculturas en la ruta de las Caras de Buendía, en la provincia de Cuenca.Alamy Stock Photo

Olor a pino, salvia y romero espe­ran en este pintoresco escenario de arenisca donde el arte arcaico del cincelado sobre la roca ad­quiere un carácter mágico. Unas 20 escul­turas impresionantes y bajorrelieves de uno a seis metros de altura, esculpidas entre los años 1992 y la actualidad por Eulogio Reguillo y Jorge J. Maldonado salpican los sigilosos bos­ques de la localidad de Buendía, unos 100 kilómetros al norte de la ciudad de Cuenca, a orillas del embalse al que da nombre el pueblo. Esta es una singular galería al aire libre con todo el miste­rio de un arte que puede ser fascinante como excursión, tanto para niños como para mayores. El recorrido, de un par de kilómetros, es circular, señalizado, de acceso libre y gratuito.

4. El dragón de piedra de los Siete Picos (Comunidad de Madrid)

Senderistas siguiendo la ruta de los Siete Picos, de las forma­ciones más singulares de la sierra de Guadarrama.
Senderistas siguiendo la ruta de los Siete Picos, de las forma­ciones más singulares de la sierra de Guadarrama.Alamy Stock Photo

A modo de cuchillos, los Siete Picos cortan el fir­mamento de la Comunidad de Madrid, con la silueta de un gran dragón durmiente. Son una de las forma­ciones más singulares de la sierra de Guadarrama y componen una línea de cumbres de granito que se elevan sobre los 2.000 metros, excelente reclamo para las activi­dades al aire libre en familia. La senda de montaña, marcada con hitos de piedra, sube primero al pico oriental (2.138 metros), el más eleva­do de los siete, y recorre la llamada cres­ta del dragón hasta enlazar con el camino de regreso al puerto de Navacerrada.

5. Desfiladero de las Xanas (Asturias)

Uno de los tramos del desfiladero de las Xanas, en el Principado de Asturias.
Uno de los tramos del desfiladero de las Xanas, en el Principado de Asturias.Amaia Arozena & Gotzon Iraola (Getty Images)

Esta gar­ganta horadada por los torrentes sal­vajes del río Viescas, o de las Xanas, es toda una lla­mada a la imaginación de los más pequeños a través de una senda de unos siete kilómetros (algo exigente), con túneles y puentes, en busca de las míticas ninfas del agua asturianas —la Xana es el hada asturiana por excelencia, que vive desde siempre en las cuevas de los ríos y en las fuentes—. Trazado en los años cincuenta del siglo pasado, es un camino espectacular, muy di­vertido para la vista, que discu­rre entre paredes que se disparan 500 metros al cielo y hayedos donde persisten nieblas de fantasía. Dos y tres horas bastarán para atravesar esta garganta natural y dar la vuelta al punto de partida.

6. Castillo de Tou (Aínsa-Sobrarbe, Aragón)

El esqueleto de este viejo castillo sirve de balcón al corazón del Pirineo aragonés, como un cen­tinela eterno, desgastado por la erosión y la historia. En las cercanías de la peña Montañesa, vigila el tranquilo divagar de las aguas del río Cinca a su paso por el bonito pueblo de Aín­sa. Es una atalaya perfecta para contemplar el regreso de la vida rural a esta naturaleza por mu­cho tiempo deshabitada. Un camino que se inicia en el Centro de Vacaciones, en Morillo, lleva a las ruinas en media hora larga andando cuesta arriba.

7. Parque regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar (Región de Murcia)

Una mujer recorre en bici el parque regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar.
Una mujer recorre en bici el parque regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar.Anetlanda (Getty Images/iStockphoto)

Molinos de viento, alegres fla­mencos, dunas y playas esperan bajo la brisa encantadora del mar Menor. Este imponente humedal con una extensión de 856 hectáreas, donde paran a reposar los cormoranes y las garzas, las gaviotas y los somormujos, ofrece diferentes rutas senderis­tas de pequeño y medio recorri­do para despertar la curiosidad por la observación de aves en un entorno de equilibrada conservación. Un plan perfecto si vamos con niños.

8. Parque nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real)

El turismo ornitológico es uno de los atractivos del parque nacional de las Tablas de Daimiel.
El turismo ornitológico es uno de los atractivos del parque nacional de las Tablas de Daimiel.Franz Aberham (Getty Images)

Podemos encontrar hasta 250 especies de aves acuáticas dentro de los espacios protegidos de las tablas de Dai­miel y las lagunas de Ruidera, un genial ecosistema de hume­dales en Ciudad Real que peligra por la falta de aguas desde hace décadas. Aquí se escucha el rugir de las aguas de los ríos del Guadiana y el Cigüela, cuyos caudales han alimentado una impresionante biodiversi­dad. Hay varias rutas indicadas para toda la familia, como la de la Laguna Permanente, una pe­queña y sugerente senda de me­nos de dos kilómetros que se adentra en un bosque de tarayes y está llena de paneles informativos sobre la antigua vida de los campesinos manchegos.

9. El Tejo de Barondillo (Comunidad de Madrid)

El valle de Lozoya oculta lugares bellísimos y poco alterados, como el valle de la Angostura que, encajonado entre las moles de Cuerda Larga y el macizo de Peñalara, forma un corredor forestal repleto de joyas botánicas como el tejo de Barondillo, el árbol más viejo de Guadarrama, con 1800 años de existencia. Declarado árbol singular por la Comuni­dad de Madrid, ya crecía en este territorio antes de que los romanos construyesen sus célebres calza­das en la sierra. No es el único ejemplo, ya que aquí se concentran diversos árboles vetustos, milenarios y cente­narios, como tejos, abedules, acebos y pinos de todos los colores.

10. Senda del Oso (Asturias)

La senda del Oso (Asturias) es ideal para realizar en fami­lia por su trazado sencillo.
La senda del Oso (Asturias) es ideal para realizar en fami­lia por su trazado sencillo.Alamy Stock Photo

Esta senda es una mítica ruta entre cañones, puen­tes y bosques, que discurre por una de las vías verdes más cuida­das y transitadas de todo el Principado de Astu­rias. Es perfecta para realizar en fami­lia por su trazado sencillo, especialmente para un paseo en bicicleta. Una excursión muy asequible que pasa por los concejos de Quirós, Santo Adriano, Proaza y Teverga, que juntas componen la denominada comarca de los Valles del Oso, por ser refugio de una de las últimas poblaciones de oso pardo cantábrico. La excursión culmina en un cercado de cuatro hectáreas para estos animales que deja ojipláticos a los más pequeños.

11. Miradores de la Ribeira Sacra (Galicia)

El mirador de Los Balcones de Madrid es uno de los más conocidos para observar el paisaje de la Ribeira Sacra.
El mirador de Los Balcones de Madrid es uno de los más conocidos para observar el paisaje de la Ribeira Sacra.Iñigo Fdz de Pinedo (Getty Images)

Bravos desfiladeros tallados por los ríos Miño y Sil, cicatrices milenarias de las provincias de Ourense y Lugo, esperan en la Ribeira Sacra, un paisaje fluvial fabuloso —declarado reserva de la biosfera por la Unesco—, salpicado de viejos monasterios, laberínticos bos­ques de robles y castaños, todo ello junto a la espiritualidad gallega que se ha desarrollado en la zona a lo largo de los siglos. Una expresión viva del mundo rural a recorrer a través de una senda pensada para pi­sar todos los balcones naturales del Sil, en poco más de 10 kilómetros de recorrido. Un camino para disfrutar a lo grande, pausadamente.

12. Lagos de Saliencia (Asturias)

Es esta una de las rutas más clásicas y visitadas de la geogra­fía ibérica, en el parque natural de Somiedo. A pesar de su popularidad, sigue resultando bellísima, con brañas y osos, bos­ques y cimas, profundos valles y tímidos ríos. Una fabulosa ma­ravilla asturiana, de ambiente alpino, acompañada por los mugidos del ganado y las monu­mentales paredes de caliza que custodian estos lagos de origen glaciar. Los lagos de Saliencia son cuatro: Calabazosa o lago Negro, Cerveriz, laguna de Almagrera o La Mina y La Cueva. Son 16 kilómetros de puro gozo natural.

13. Hayedo de la Boyariza (León)

El Faedo de Ciñera, en la reserva de la biosfera del Alto Bernesga (León).
El Faedo de Ciñera, en la reserva de la biosfera del Alto Bernesga (León).A.A.P. (Getty Images/iStockphoto)

Hay muchos secretos esperando a ser descubiertos en los valles de la cordillera Cantábrica, en­claves tan desconocidos como auténticos, colgados de las eras y repletos de huellas perdidas de otros tiempos. Así es, por ejem­plo, esterecorrido por la cuenca del Alto Bernesga, en la monta­ña central leonesa. Entre grandes cimas cantábricas, vertigi­nosos desfiladeros y la suave brisa que se cuela por hayedos como el de la Boyariza, este pa­raje declarado reserva de la biosfera es un conjunto de fan­tásticos miradores, sobre todo durante la temporada otoñal.

14. Hoz de Alarcón (Cuenca)

El paisaje de la hoz de Alarcón, en la provincia de Cuenca.
El paisaje de la hoz de Alarcón, en la provincia de Cuenca.Alamy Stock Photo

Caminando por antiguas fronte­ras, este sendero propone una inmersión en el pasado, resonan­do en la memoria el sonido de las armaduras y las espadas que bata­llaron a orillas del Júcar. El río ha trazado unas sugerentes hoces que parten el terreno como si fueran también el resultado de una dura batalla. La senda sumerge al viajero entre fortines y farallones, y ofrece vis­tas incomparables de las fortifica­ciones de Alarcón o de los insólitos meandros de Cuenca, rodeados de pinos, álamos y sabinas.

15. Penyagolosa por el barranco de la Pregunta (Castellón)

El centro de interpretación del parque natural Penyagolosa, en Castellón.
El centro de interpretación del parque natural Penyagolosa, en Castellón.Alamy Stock Photo

El emboscado barranco de la Pre­gunta, en el término municipal de Vistabella del Maestrat (Castellón), abre una ruta muy asequi­ble para subir hasta la cumbre que da nombre al parque natural del Pen­yagolosa. A 1.815 metros de altitud rinde sus secretos esta reina de la comarca del Maestrazgo, tras ascender, paso a paso, desde el antiguo cenobio de Sant Joan de Penyagolosa, popu­lar rincón de peregrinación desde hace ya varios siglos. Mucho atractivo ambiental para una cómoda ascensión que no debe fal­tar en ningún zurrón.

16. Camino natural por los senderos tradicionales de El Hierro (Canarias)

Una mujer camina por el sendero volcánico de la localidad de La Frontera, en la isla de El Hierro.
Una mujer camina por el sendero volcánico de la localidad de La Frontera, en la isla de El Hierro.Picasa (Getty Images)

Ejemplo de vida sostenible, esta joya del archipiélago canario contiene tanta biodiversidad que se pueden combinar bosques de laurisilva con cristalinas piscinas naturales, o cráteres volcánicos con exube­rantes fondos oceánicos. En el año 2000, la Unesco reconoció estos paisajes declarando a la menor de las islas canarias como reserva de la biosfera. Estos contrastes paisajísticos y climáticos de la isla de El Hierro son perfectos para pe­queñas escapadas en las que disfrutar de su aislamiento y su aura legendaria en cualquier actividad que a uno se le ocurra: kayak, buceo, bicicleta de mon­taña, senderismo o simplemen­te dejarse llevar por sus brisas atemporales.

17. A los pies del Moncayo (Aragón)

Un hombre observa el paisaje de montañas nevadas y valles con nieblas de la sierra del Moncayo.
Un hombre observa el paisaje de montañas nevadas y valles con nieblas de la sierra del Moncayo. Juan Francisco Garcia Leon (Getty Images/iStockphoto)

La soberbia mole del Moncayo reina sobre valles de antiguas culturas, donde pervive el alma rural del sistema Ibérico. Bosques centenarios de hayas y robles cubren sus faldas y los campos de las provincias de Zaragoza y Soria custodian sus accesos. Todo ello forma un hermosísimo paisaje de arroyos, huertas y pasado, declarado como un parque natural de 11.000 hectáreas en 1979 y que es posible circunvalar tanto a pie como en bicicleta de montaña.

18. Parque natural del Cabo de Gata-Níjar (Almería)

El arenal del Playazo, en el parque natural del Cabo de Gata-Níjar (Almería).
El arenal del Playazo, en el parque natural del Cabo de Gata-Níjar (Almería).Alamy Stock Photo

Rincones costeros fascinantes, viejos refugios de piratas, pobla­dos de pescadores tan brillantes como la espuma del mar y la luz cálida del Mediterráneo bañando un mundo volcánico y desértico asombroso y singular. Las playas y calas escondidas del parque natural de Cabo de Gata-Níjar crean un mosaico de formas caprichosas, colores intensos y rarísimas bellezas petrificadas. Se pueden descubrir pasean­do por postales como la playa de Mónsul, la cala de los Amarillos o la cala del Playazo.

19. Por la vía verde de los montes de Hierro (Bizkaia)

La playa de Muskiz, en Bizkaia.
La playa de Muskiz, en Bizkaia.Alamy Stock Photo

La red de vías verdes de los montes de Hierro es un conjunto de caminos transformados para senderistas y ciclistas que recorren antiguos paisajes mineros de la comarca de las Encartaciones. Es la vía verde más extensa de Bizkaia y realiza un recorrido de 42 kilómetros que se puede hacer cómodamente a pie o en bicicleta, en su totalidad o por tramos, entre entornos naturales preciosos. El camino sigue las huellas de los antiguos trenes mineros, comenzando en Artxentales y pasando por Sopuerta, Galdames, Muskiz, Abanto-Zierbena y Zierbena. Durante el recorrido, el sendero se adentra en lugares tan impresionantes como el biotopo protegido de los montes de Triano y la playa de la Arena. Y a lo largo del camino, se descubren numerosos vestigios mineros, como cargaderos, ferrerías, minas y hornos de calcinación.

20. La ruta del Tren Petit de la Costa Brava (Girona)

Atardecer en Palamós, en la Costa Brava (Girona).
Atardecer en Palamós, en la Costa Brava (Girona).curtoicurto (Getty Images/iStockphoto)

Esta es una de las rutas verdes más agradables y sencillas de Cataluña, apta para todos los públicos, para hacer en tren o en bicicleta. Son solo seis kilóemtros entre las localidades de Palafrugell y Palamós, siguiendo parte del trazado de un antiguo recorrido de ferrocarril de vía estrecha llamado cariñosamente el Tren Petit (el tren pequeño, en castellano) y que conectaba la Costa Brava con la ciudad de Girona, pasando por la Bisbal d’Empordà. Este camino ha sido acondicionado para que tanto senderistas como ciclistas puedan disfrutar de unos paseos fantásticos en plena naturaleza y acercarse a lugares como la playa del Castell, una sorpresa natural de la Costa Brava.

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