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Diez geoparques en España para conocer el país con otra mirada

Del entorno protegido de Cabo de Gata-Níjar, en Almería, al de Lanzarote y Archipiélago Chinijo. No hace falta ser geólogo para disfrutar con las caprichosas formas geológicas: planes para hacer senderismo entre dunas y playas, reinos de fósiles, bosques petrificados o coladas de lava

Geoparque Isla de El Hierro
Una senderista en el mirador de Isora, en el geoparque de la Isla de El Hierro (Canarias).Hemis / Alamy

La Tierra tiene muchas historias que contarnos a través de sus rocas, de sus formas y de sus paisajes. Paisajes que hablan de su formación, de su evolución y también de sus habitantes. Volcanes, fósiles, extrañas formaciones rocosas, dunas... el patrimonio geológico se ha convertido en un gran atractivo de interés turístico para los amantes de la naturaleza, una especie de archivo geológico que lleva a un apasionante viaje al pasado más remoto. Y los mejores espacios en los que adentrarse son los llamados geoparques, que cuentan con una geología extraordinaria y, además, desarrollan el geoturismo y cumplen un importante papel en la conservación del medioambiente.

España es uno de los países que cuenta con mayor número de geoparques, unos espacios naturales reconocidos por la Unesco por su valioso patrimonio geológico. Actualmente hay 15 geoparques mundiales españoles, todos ellos muy diferentes entre sí y todos espacios de gran belleza natural. No hace falta ser geólogo para disfrutar con las caprichosas formas y con los originales hallazgos en estos lugares: todos están preparados para que el viajero descubra curiosidades sobre la Tierra haciendo senderismo entre dunas y playas, reinos de fósiles, extraños plegamientos, bosques petrificados o coladas de lava que recuerdan que uno pisa tierra lleva formándose millones de años.

Más información en las guías Lonely Planet de España y en www.lonelyplanet.es.

Podremos, por ejemplo, pasear por lo que fueron las cordilleras del supercontinente Pangea en la comarca de las Villuercas-Ibores-Jara, en Cáceres, o sumergirnos en los mares profundos del flysch de la Costa Vasca, donde hace 65 millones de años se extinguieron los dinosaurios. Podremos también entender la evolución del paisaje y prepararnos para el reto enorme que supone el cambio climático y tendremos la oportunidad de pisar paisajes volcánicos en Lanzarote o El Hierro o contemplar los últimos glaciares del Pirineo.

Aquí van 10 opciones para una escapada sorprendente.

Geoparque de Cabo de Gata-Níjar (Almería)

Los paisajes almerienses son mucho más que sol y playa, o incluso mucho más que el desierto más espectacular de Europa, como se publicita turísticamente. El Cabo de Gata es también, desde 2006, un geoparque en el que practicar un tipo de turismo diferente. Sus aguas cristalinas bañan una costa volcánica y abrazan uno de los paisajes más extremos y peculiares de la Península, resultado del choque entre dos placas tectónicas (África y Europa). Aquí, los fenómenos geológicos nos llevan por dunas, albuferas y playas fósiles.

Formas geológicas en la playa de Mónsul, en Cabo de Gata-Níjar (Almería).
Formas geológicas en la playa de Mónsul, en Cabo de Gata-Níjar (Almería).Anetlanda (Getty Images/iStockphoto)

Es imprescindible la visita a la Casa de los Volcanes, el primer centro específicamente creado en Andalucía para la interpretación de la geología del territorio, que nos ayuda a comprender la geografía de este espacio. Además, una red de 16 senderos permite conocer los 33 georecursos del parque, como las playas fósiles de las Amoladeras si seguimos el sendero El Pocico-Las Marinas; los acantilados volcánicos por el sendero de La Vela Blanca; la cultura del viento y el agua si recorremos el sendero de La Molata o el pasado de este territorio si seguimos el Camino de Requena. Y, además, hay también rutas astronómicas o subacuáticas, que se completan con el descubrimiento del patrimonio arqueológico y minero de la zona, cuyo máximo exponente lo encontramos en las instalaciones de las antiguas minas de oro de Rodalquilar.

Geoparque Sierras Subbéticas (Córdoba)

En el corazón de Andalucía, las Subbéticas de Córdoba son el reino de los ammonites, esos fósiles que nos hablan de antiguos fondos del mar de Tethys en los que se fraguó esta parte de la Península y que hoy están fosilizados en la roca caliza. Una buena red de senderos permite recorrer sus montes y pasar por pueblos blancos.

Desde 2006, esta zona es también un geoparque, que además de aprender sobre geología permite otras experiencias como saborear algunos de los mejores aceites de oliva del mundo, probar quesos artesanos o catar el vino de Montilla-Moriles, pasear entre pintorescos pueblos blancos en la montaña como Luque, Carcabuey o Zuheros, visitar cuevas como la de los Murciélagos o conocer Priego de Córdoba, la capital de barroco andaluz.

Vista del pueblo de Zuheros, en la Subbética cordobesa.
Vista del pueblo de Zuheros, en la Subbética cordobesa. Peter Schickert / Alamy

En lo que se refiere a la geología, aquí la roca caliza ha sido modelada por el agua durante miles de años y lo que hoy vemos es un curioso relieve con todo tipo de figuras como los lapiaces, las dolinas, las simas y más de 800 cavidades. Y por supuesto, los ammonites, antiguos animales con concha espiral que, con su abundancia y diversidad de formas, son el emblema de este lugar.

El geoparque de las Subbéticas está constituido por ocho municipios: Cabra, Carcabuey, Doña Mencía, Iznájar, Luque, Priego, Rute y Zuheros. Entre los rincones imprescindibles: el Lapiaz de los Lanchares (Cabra), un paisaje rocoso irregular que ha sido modelado por la acción del agua de lluvia sobre la roca caliza, o el mirador del Picacho de Cabra (conocido como el “balcón de Andalucía”), con unas vistas únicas a Sierra Morena, la cuenca del Guadalquivir y la cordillera Bética. Y por supuesto, la cueva de los Murciélagos (Zuheros), una de las joyas subterráneas del geoparque y un yacimiento arqueológico de extraordinaria importancia con pinturas rupestres del neolítico.

Geoparque de Granada

Es el último en unirse a la red de geoparques, en julio de 2020. Una de sus singularidades más llamativas es que reúne la mayor concentración de dólmenes de España, pero también es famoso por el peculiar desierto de Gorafe y por las casas-cueva que aún conservan muchos de sus pueblos y que le han dado el sobrenombre de la Capadocia de Granada. Aquí la geología ha condicionado la vida y la cultura de sus habitantes desde la prehistoria hasta nuestros días.

El geoparque de Granada se extiende por 47 pueblos de las comarcas de Guadix, Baza, Huéscar y Montes que se corresponden geológicamente con los valles fluviales del Cuaternario y con el territorio tradicionalmente conocido como las hoyas de Guadix y Baza. Es uno de los pocos desiertos naturales de Europa que se puede recorrer a pie, en bicicleta o a caballo entre las sugerentes formas esculpidas por la erosión en forma de profundas cárcavas, crestas arcillosas, gargantas, farallones rocosos o cañones fluviales.

Dos ciclistas observan el desierto de Gorafe, en el geoparque de Granada.
Dos ciclistas observan el desierto de Gorafe, en el geoparque de Granada.Gonzalo Azumendi (Getty Images)

Entre sus paisajes más icónicos hay algunos imprescindibles, como el mirador del Fin del Mundo (Beas de Guadix), el mirador del Jabalcón (Züjar) o la pasarela de la Cerrada del río Castril, unidos por supuesto al espectacular desierto de Gorafe. Y entre las experiencias más interesantes hay que destacar la visita al yacimiento paleontológico musealizado de Fonelas, que muestra cómo era el territorio hace dos millones de años, y la visita al centro de Interpretación, en Gorafe, y las rutas por los dólmenes de su Parque Megalítico. Y por supuesto, alojarse en una cueva: Baza, Benamaurel, Orce, Galera, cuevas del Campo, Castilléjar, Guadix o Purellena conservan aún populares barrios de cuevas, muchas convertidas en bodegas, museos, restaurantes o alojamientos.

Geoparque de Sobrarbe-Pirineos (Huesca)

En el Pirineo la roca, la vegetación y el agua han creado un auténtico paraíso para los senderistas, pero también un escenario perfecto para comprender cómo se formaron. Desde 2015, en el Pirineo de Huesca, hay un geoparque de altura: Sobrarbe-Pirineos, con 2.202 kilómetros cuadrados que coincide nexactamente con todo el territorio de la comarca de Sobrarbe, en el norte de la provincia y en el corazón de la cordillera pire­naica.

Sobrarbe puede presumir de su espectacular geodiversidad. Su menú geológico abarca desde el Paleozoico hasta la actualidad, en un viaje de más de 550 millones de años que nos lleva a descubrir fósiles a 3.000 metros de altitud, a reconocer las huellas de las últimas glaciaciones o a asombrarnos ante sistemas kársticos importantísimos.

Vista de Peña Montañesa, en el entorno del geoparque de Sobrarbe-Pirineos (Huesca).
Vista de Peña Montañesa, en el entorno del geoparque de Sobrarbe-Pirineos (Huesca).Manuel Breva Colmeiro (Getty Images)

Pero lo mejor del geoparque es la enorme belleza de sus paisajes. Es una buena idea comenzar visitando el Centro de Interpretación Espacio del Geoparque en el castillo medieval de Aínsa, y después recorrer alguna de sus muchas georutas a pie o en BTT, o acercarse al itinerario histórico Geo-Minero de Parzán. También podremos visitar el Museo Paleontólogico en Lamata o escalar la vía ferrata de la Cascada del Sorrosal.

A través de su red de 30 itinerarios autoguiados se pueden ver más de 100 lugares de interés geológico y los enclaves más singulares de la comarca. Casi todas las georutas están diseñadas para ser recorridas a pie y están balizadas, en la mayoría de los casos aprovechando sendas de pequeño recorrido (PR) o de gran recorrido (GR), algunas también combinan algún tramo de carretera y vehículo con senderismo.

Geoparque del Maestrazgo (Teruel)

Entre la depresión del Ebro y la fachada mediterránea, el Maestrazgo es un territorio fronterizo de montañas, crestas y cañones, todo dominado por la caliza. Estamos en la provincia de Teruel y el variado patrimonio geológico y paleontológico ha convertido esta tierra en un interesante geoparque, en el que, además, abundan los pueblos y conjuntos monumentales. Así que su aspecto de observatorio científico y didáctico para comprender procesos geológicos se puede combinar perfectamente con otros atractivos como conocer sus yacimientos paleontológicos (hay 75), sus monumentos naturales y también sus pueblos y ciudades.

El paisaje de los Órganos de Montoro, en el geoparque del Maestrazgo (Teruel).
El paisaje de los Órganos de Montoro, en el geoparque del Maestrazgo (Teruel).MIGUEL_ANGEL_ORTEGA (Getty Images)

Todo el territorio cuenta con una variada red de rutas para conocer los últimos 200 años de la historia de la tierra a través de 67 Lugares de Interés Geológico y dos entornos geológicos de Relevancia Internacional (Global Geosites), que sirven como base para el desarrollo de un turismo sostenible.

Geoparque de la Costa Vasca (Gipuzkoa)

Aquí el protagonista es el flysch: una espectacular formación de capas de roca que a lo largo de 13 kilómetros de acantilados y playas muestra más de 60 millones de años de historia de la Tierra. Un lugar donde es posible tocar el meteorito que acabó con los dinosaurios o admirar la mejor colección de arte rupestre del País Vasco en la cueva de Ekain (patrimonio mundial de la Unesco), caminar por acantilados, observarlo desde el mar en barco o simplemente disfrutar de unos espectaculares atardeceres. Pero lo más singular será adentrarse por valles y montañas que nos hablan del mundo kárstico y en los que perderse por pueblos donde el tiempo parece detenido.

El 'flysch' de Zumaia, ubicado en el geoparque de la Costa Vasca (Gipuzkoa).
El 'flysch' de Zumaia, ubicado en el geoparque de la Costa Vasca (Gipuzkoa).EKATERINA POKROVSKY (Getty Images/iStockphoto)

Desde 2010, estos paisajes de Zumaia, Deba y Mutriku están declarados geoparque de la Unesco. Sus 13 kilómetros de acantilados guardan la espectacular formación de capas de roca y permiten a geólogos y a turistas caminar para descubrir fenómenos únicos. Conviene comenzar por la playa de Itzurun de Zumaia, donde el flysch adquiere su máxima relevancia y se contempla como en ninguna otra parte este espectacular fenómeno geológico. En Elorriaga, podemos asomarnos al mirador de Baratzazarrak, una espectacular plataforma de madera sobre los acantilados más importantes del flysch desde la cual vislumbrar una parte importante de la Costa Vasca. En Sakoneta las fuerzas de la naturaleza toman protagonismo y los acantilados luchan con el Cantábrico para no caerse en pedazos. Es territorio de surfistas y caminantes valientes. Y para ver una playa diferente, solo hay que asomarse a Saturraran, la playa escondida del flysch negro, que coincide con las capas más antiguas del geoparque.

Geoparque de Villuercas-Ibores-Jara (Cáceres)

Envolviendo Guadalupe, la comarca de las Villuercas es uno de los escenarios naturales más espectaculares de Extremadura. Las sierras y valles estrechos y alargados se suceden para crear un original paraje geológico cubierto de bosques de robles y castaños en las faldas de las montañas; y de quejigos, madroños, fresnos y alisos siguiendo los arroyos. La geología es la responsable de un paisaje que resume 580 millones de años, y que en 2015 se convirtió en geoparque. Sus fósiles testimonian la aparición y dispersión de los primeros animales, pero lo más llamativo es la presencia continua de los riscos afilados de cuarcita que coronan cada sierra y que vigilan los muchos senderos por los que ha transcurrido la historia. Otro de sus incentivos es la calidad de los cielos que permiten el astroturismo como en pocas zonas de la Península.

El Itinerario Geológico de la Villuerca se puede hacer en coche, subiendo por ejemplo al llamado risco de La Villuerca, el monte más alto del macizo montañoso al que da nombre y el primer geositio. Hay otros muchos rincones llamativos dentro del geoparque (rutas, miradores, geositios), como la Chorrera de Calabazas, donde se encuentran un puñado de castaños centenarios de imponente porte (se llega por una ruta senderista que parte de la localidad de Castañar de Ibor, sencilla, circular, de apenas 12,5 kilómetros).

Paisaje del geoparque mundial de la Unesco de Villuercas-Ibores-Jara, en la provincia de Cáceres.
Paisaje del geoparque mundial de la Unesco de Villuercas-Ibores-Jara, en la provincia de Cáceres.Rafael Ruiz Fuente (Getty Images/iStockphoto)

Las cuarcitas de la zona y sus desfiladeros sobre el río Ruecas son muy apreciados por los escaladores, que obtienen desde lo alto una nueva perspectiva del geoparque. Los caminos siempre convergen en Gua­dalupe, cuyo monasterio —patrimonio mundial de la Unesco— lleva atrayendo visitantes y peregrinos desde el siglo XIII.

Tres propuestas para completar la visita al geoparque: despedir el día desde el Risco Carbonero, con unas vistas panorámicas que muestran el territorio en todo su esplendor; visitar la mina Costanaza, abandonada en 1946 y un magnífico ejemplo de arquitectura industrial; y la ruta circular de senderismo que arranca y finaliza en Campillo de Deleitosa, unos kilómetros por la garganta de Descuernacabras que descubre el elegante y curvilíneo acueducto de las Herrerías.

Geoparque de Molina y el Alto Tajo (Guadalajara)

En el corazón de la Península, allí donde nace el río Tajo, quedan paisajes realmente sobrecogedores en los que parece que el hombre apenas ha conseguido alterar la naturaleza. Las areniscas son la clave para comprender estos imponentes cañones de paredes verticales que esconden en el fondo ermitas románicas en medio de solitarios paisajes. Sobre las areniscas se alzan castillos como el de Zafra, en lo alto de una atalaya; se encuentran bosques fósiles como el de la sierra de Aragoncillo y también algunos de los mayores bosques vivos de la Península.

Una mujer obserba el barranco de la Hoz, un cañón en el geoparque de Molina y el Alto Tajo (Guadalajara).
Una mujer obserba el barranco de la Hoz, un cañón en el geoparque de Molina y el Alto Tajo (Guadalajara).Iñigo Fdz de Pinedo (Getty Images)

El geoparque de Molina y el Alto Tajo cubre una sucesión de estratos que cuentan una historia de más de 600 años, y encierra, además de parajes geológicos, muchos yacimientos arqueológicos y una intensa vida natural entre la que resulta una delicia pasear. El centro geográfico de todo ello es el castillo de Molina de Aragón, que con sus torres protege desde lo alto la ciudad medieval en la que coexistieron tres grandes culturas durante siglos. El geoparque cuenta con 11 georutas señalizadas y el mirador del Tajo es especialmente bonito en otoño.

Geoparque de la Isla de El Hierro (Canarias)

Es la isla más joven de Canarias, aunque tiene un millón de años a sus espaldas. A eso se debe que sus volcanes estén casi en activo y las coladas de lava tapicen todo su territorio, dejándonos ver cómo se ha ido construyendo El Hierro a golpe de fuego y lava. A pesar de ser una de las islas más pequeñas de España, cuenta con la mayor concentración de conos volcánicos del archipiélago. Su última erupción submarina fue la de La Restinga, en 2011, en el llamado Mar de las Calmas. Y es que la isla sigue creciendo bajo el mar.

Por el enorme interés geológico de toda la isla fue declarada geoparque de la Unesco en septiembre de 2014. Su forma de estrella invertida se debe a tres deslizamientos de lava gigantes, y esto permite a los visitantes recorrer las paredes verticales de estos desplomes por senderos como el de Jinama, que termina en el espectacular mirador sobre El Golfo, o pasear por la meseta de Nisdafe, cubierta por los curiosos muros de piedra seca que caracterizan el paisaje de la isla. En este peculiar geoparque están integrados también los fondos volcánicos submarinos, con rincones tan sorprendentes como un antiguo cráter bajo el océano.

El Hierro es una de las islas que mayor biodiversidad con rincones muy originales como la cala de Tacorón, el faro de Orchilla (con su monumento al Meridiano Cero), el lajial (un conjunto volcánico de lavas basálticas que llegan hasta el mar), el mirador de El Julan o el de Isora, desde el que nos asomaremos a Las Playas, un alucinante anfiteatro creado por megadeslizamientos de hace miles de años, con vertiginosos miradores y rodeado por acantilados de más de 1.000 metros de altura.

Geoparque de Lanzarote y Archipiélago Chinijo (Canarias)

Lanzarote es un verdadero museo geológico al aire libre, donde los paisajes volcánicos se conservan especialmente bien. Es también una isla muy joven, que surgió hace 15 millones de años, pero fue a mediados del siglo XVIII cuando fue escenario de una de las erupciones más originales de la Tierra, por su extensión y su duración, que dio lugar a Timanfaya, uno de los paisajes volcánicos más singulares del mundo.

Como geoparque mundial de la Unesco nació en 2015: una forma de disfrutar y de destacar el espectáculo geológico que supone la isla, con el parque nacional de Timanfaya como reclamo principal, pero acompañado de otros muchos paisajes originales y rincones como La Geria, la Caldera Blanca o el volcán del Cuervo.

Paisaje del geoparque de Lanzarote y Archipiélago Chinijo (Canarias).
Paisaje del geoparque de Lanzarote y Archipiélago Chinijo (Canarias).LightBurn Photo / 500px (Getty Images/500px Prime)

La red de senderos lleva a descubrir lugares que parecen del planeta Marte, a un paso de las playas donde se practica kitesurf, surfing, windsurf, vela o natación en cualquier época del año. El complemento son los llamados centros CACT (Centros de Arte, Cultura y Turismo), un total de siete centros creados bajo la particular visión artística de César Manrique, que conjugan el arte y la naturaleza bajo la bandera de la biodiversidad y la geodiversidad: Los Jameos del Agua, el Mirador del Río, la cueva de los verdes…

El geoparque de Cataluña Central se despliega en torno al macizo de Montserrat.
El geoparque de Cataluña Central se despliega en torno al macizo de Montserrat.Riina Lii Parve / EyeEm (Getty Images/EyeEm)

¿Qué son los geoparques de la Unesco?

La Unesco distingue con esta figura de protección los lugares y paisajes de relevancia geológica internacional que se gestionan con un enfoque global. Son lugares que, además de tener un patrimonio geológico importante, desarrollan sobre él un proyecto de desarrollo turístico, de conservación y de divulgación, con la implicación de las comunidades locales. Son sometidos cada cuatro años a una evaluación para poder mantener su condición, valorando sobre todo el desarrollo del geoturismo, la conservación del medio natural y la colaboración entre miembros de la red mundial de geoparques.

Nacieron en la década de los noventa en Europa (España fue una de sus impulsoras), y en la actualidad hay más de 177 geoparques en 46 países. Además de los diez anteriores, la red de geoparques españoles designados por la Unesco se completa con el geoparque de la Sierra Norte de Sevilla, el mayor de Andalucía; el geoparque de Cataluña Central, en torno al macizo de Montserrat; el geoparque de Las Loras, entre Burgos y Palencia, y hogar del Espacio Natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón; el de Orígens, en Lleida, antigua tierra de dinosaurios; y el geoparque de las Montañas do Courel, en tierras de pizarra de Lugo.

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