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24 horas en Alicante, las mejores pistas para descubrir la ciudad mediterránea

Un paseo por la localidad de la Costa Blanca que mezcla pasado y presente: del castillo de Santa Bárbara al barrio de Santa Cruz y la concatedral de San Nicolás de Bari, con paradas en ‘catedrales’ de la gastronomía alicantina y templos musicales

Visitar Alicante
Vistas del Mediterráneo desde una de las torres de artillería del castillo de Santa Bárbara, en Alicante.Torontonian / Alamy / CORDON PRESS

En Alicante no todo es lo que parece, al menos no a simple vista. Y es que, bajo esa apariencia de urbe costera, se esconden tesoros, de mayor o menor tamaño, que encierran historias que prescriben el carácter de la ciudad. Solo así se podría explicar el nombre de la famosa plaza del 25 de mayo, a la espalda del imponente mercado municipal, o incluso el de la propia ciudad, relacionado con —según varias teorías— el monte Benacantil (a unos 170 metros sobre el nivel del mar), el otero que domina la costa.

Alicante se lo pone fácil al viajero que desee visitarla; está bien conectada por tierra, mar y aire. La ciudad más poblada de la Costa Blanca necesita una visita de varios días, pero en 24 horas también se puede descubrir una curiosa versión que mezcla el pasado y el presente alicantino para ir abriendo boca.

11.00 Un monumento ineludible a la vista y a la visita

No se puede conocer Alicante sin visitar uno de sus monumentos más característicos: el castillo de Santa Bárbara (1). Enclavado en lo alto del monte Benacantil, esta fortaleza se divisa desde casi cualquier punto de la ciudad, y permite, una vez arriba, contemplar la bahía de Alicante y las poblaciones vecinas de la Costa Blanca. Su simbolismo se remonta atrás en el tiempo, se cree que fue este monte el que dio nombre a la ciudad (del griego Akra Leuke, que significa promontorio blanco). Con los romanos, el nombre evolucionaría a Lucentum o Leukante, y los árabes lo llamarían Al-Kalant. Por su forma rocosa, que recuerda a un rostro, al monte Benacantil se le conoce cariñosamente —leyendas mediante— como “la cara del moro”.

Vista panorámica de la playa de Alicante y el castillo de Santa Bárbara.
Vista panorámica de la playa de Alicante y el castillo de Santa Bárbara.NJphoto / Alamy / CORDON PRESS

Aunque el de Santa Bárbara fue uno de los castillos medievales más importantes de España, se han encontrado restos arqueológicos de la Edad de Bronce (entre el 1700 y 1100 antes de la era común), íberos y romanos. Su composición actual muestra tres recintos de tres épocas distintas: los restos más elevados y antiguos de la fortaleza, donde se encuentra la Torre del Homenaje, datan en su mayoría del siglo XIV; más abajo, en el recinto intermedio, se ubican las dependencias que se construyeron en el siglo XVI, como el Salón de Felipe II, el Cuerpo de Guardia, el Patio de Armas y el Baluarte de la Reina; la ampliación más reciente, del siglo XVIII, es el Revellín del Bon Repós, y se sitúa en la parte inferior.

Hay varias formas de visitar la fortaleza: en autobuses que parten desde el paseo marítimo, en taxi (nunca en coche particular porque no se puede aparcar dentro del recinto), a través del ascensor ubicado en la avenida Juan Bautista Lafora, en la playa del Postiguet o a pie desde el mismo arenal, o desde el barrio más antiguo de la ciudad, el de Santa Cruz.

13.00 Por el barrio de Santa Cruz y un vermut

La zona más interesante del casco antiguo es su parte alta, un entramado de estrechas calles, de gran pendiente que, en muchos casos, se salva con escaleras. Lo más característico de este lugar son las viviendas: casitas bajas de paredes blancas salpicadas de flores que adornan y refrescan el ambiente. Una escena que se vuelve más impresionante durante la fiesta de las Cruces de Mayo (este año, del 29 de abril al 5 de mayo). Recorriendo este pequeño pueblo de una decena de arterias a las faldas del castillo de Santa Bárbara se llega hasta la ermita de Santa Cruz (2), construida en el siglo XVIII.

Una de las empinadas calles del Barrio de Santa Cruz, en Alicante.
Una de las empinadas calles del Barrio de Santa Cruz, en Alicante.Cristian Blázquez Martínez (GETTY IMAGES)

Descendiendo del barrio de Santa Cruz, a apenas cinco minutos caminando, se encuentra otra joya arquitectónica, en este caso del modernismo valenciano de principios de siglo XX. El Mercado Central de Alicante (3) es el lugar donde encontrar los mejores productos frescos de la terreta —como se conoce popularmente a la provincia de Alicante o la de Valencia—, pero también es un sitio emblemático, ligado a uno de los acontecimientos más atroces que han tenido lugar en la ciudad. La mañana del 25 de mayo de 1938, nueve Savoia de la aviación italiana, que apoyaba al ejército sublevado y que había instalado su base de operaciones en la isla de Mallorca, irrumpían en cielo alicantino bombardeando la ciudad. El mercado fue uno de los edificios donde más proyectiles cayeron, dejando más de 300 muertos y un millar de heridos. Por ello, la plaza en la que recae la fachada trasera del edificio se llama 25 de mayo (4).

Fachada del edificio del Mercado Central de Alicante.
Fachada del edificio del Mercado Central de Alicante.Leamus / GETTY IMAGES

Hoy este es un agradable espacio urbano, nutrido de árboles y con varios bares con terraza donde sentarse a descansar tras la caminata. Antes de comer, se puede pedir un vermut alicantino, hechos con vinos de la zona. La denominación de origen que ampara a aquellos producidos en Alicante puede presumir de elaborar excelentes caldos, algunos como el fondillón, el favorito del mismísimo rey Sol, Luis XIV, como contaban las crónicas de la época.

15.00 Para comer, arroz (que no paella)

La región mediterránea, en concreto la alicantina, puede presumir de tener una excelente cocina de mar, montaña y huerta, y un lugar para degustar esa gastronomía en cualquier momento del día es el bar Gravina (5), en el número 4 de la calle del mismo nombre. Un negocio familiar, regentado por Conchi Sanz y Álex Belda, madre e hijo, al que no le faltan nunca comensales. ¿La receta de su éxito? Productos frescos del día que adquieren en el mercado municipal.

Sin embargo, si de algo se sienten orgullosos los alicantinos es de sus arroces, (¡ojo, que no paella!). El arroz en Alicante es religión. Tanto es así que muchos de los restaurantes de la ciudad se han agrupado bajo la marca registrada Alicante Ciudad del Arroz. Y es que hay hasta 300 variedades: del arroz a la alicantina —meramente con productos de mar y al que se añade pollo— al arroz a banda con cola de gamba y calamar, o el de boquerones con espinacas, el meloso con ventresca de atún rojo, arroz negro, la receta al horno o el del senyoret. Una de estas catedrales del arroz de Alicante es el restaurante Pis Pas (6), en la plaza de Luceros.

La avenida General Marvá de Alicante, con la fuente de la plaza de Luceros.
La avenida General Marvá de Alicante, con la fuente de la plaza de Luceros.Torontonian / Alamy / CORDON PRESS

17.00 Una librería de referencia y grafitis del siglo XVIII

No muy lejos de esta plaza emblemática, en la que convergen cuatro arterias principales —la avenida del General Marvá, de Federico Soto, de Alfonso el Sabio y de la Estación—, se encuentra la Librería 80 mundos (7), un lugar de referencia para los amantes de los libros. Su merecida fama desde hace cuatro décadas se debe al trabajo de su primer dueño, Fernando Linde, que la traspasó en 2018 a otros grandes entusiastas de la cultura, Sara J. Trigueros, Carmen Juan, Ralph del Valle y Marina Vicente, que han continuado con su legado. Este es el lugar para adquirir un libro bajo extraordinarias recomendaciones de sus libreros, asistir a presentaciones, recitales, cuentacuentos, talleres... Una agenda de actividades tan rica que les valió el Premio a Mejor Librería Cultural de España en 2019, concedido por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal).

De vuelta en el casco histórico, un imperdible es la plaza del Ayuntamiento (8), dominada por el edificio que hoy alberga el Consistorio de la ciudad (9), un imponente palacio barroco del siglo XVIII. Del interior del edificio destaca el Salón Azul, la Cámara Real de Isabel II con una capilla lateral en la que hoy se permite celebrar misa tras una bula pontificia suscrita por el papa Pío VI. Otro curioso detalle de este palacio es el hallazgo de grafitis, pero no de expresiones artísticas actuales, sino de manifestaciones grabadas o dibujadas con carbón o pintura en las paredes realizadas hace más de 300 años, y que también se conocen con este nombre. En el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ) (10) se puede consultar un catálogo con los grafitis que se han localizado en varios edificios públicos y privados de la ciudad.

Mirando al consistorio, a mano izquierda, se encuentra el pórtico de Ansaldo (11), que conecta la calle Rafael Altamira con la concatedral de San Nicolás de Bari (12), otra de las joyas arquitectónicas alicantinas. De 1616, se levantó sobre los restos de una antigua mezquita siguiendo los preceptos del estilo renacentista herreriano, manteniendo un exterior austero. Su interior, sin embargo, cuenta con un claustro tardogótico de un templo medieval cargado de ornamentación.

Cúpula de la concatedral de San Nicolás de Bari, en Alicante.
Cúpula de la concatedral de San Nicolás de Bari, en Alicante.Torontonian / Alamy / CORDON PRESS

20.00 Templos no religiosos para acabar el día

No muy lejos de la plaza 25 de mayo resiste otro templo, no religioso, sino musical. El Jendrix Rock Bar (13) va camino de cumplir 30 años. Y es que este local, que abrió sus puertas en el ecuador de la década de los noventa en honor al virtuoso de la guitarra Jimi Hendrix, sigue siendo un clásico de la noche alicantina y suele programar conciertos de bandas locales y alguna que otra nacional. A escasos 100 metros, se encuentra otra mítica sala de música en directo: la Stereo (14), con un aforo más amplio para conciertos, donde también hay espacio para sesiones de improvisación, un club de la cerveza y otros tipos de eventos. Los viernes y los sábados abren de madrugada para aquellos que quieran exprimir aún más su visita a Alicante.

Marcharse de la costa mediterránea sin tomarse una horchata puede ser considerado un pecado. Esta bebida de chufa es otro símbolo de Alicante y un lugar de culto para degustarla es La Horchatería Azul (15), en el número 38 de la calle Calderón de la Barca, que puede presumir de llevar abierta 82 años. Tal es su éxito que solo abren durante seis meses al año, de mayo a septiembre.

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