Qué hacer 24 horas en la navarra Sangüesa, un monumento en cada calle y una visita al monasterio de Leyre
La ciudad, importante jalón del Camino de Santiago, domina una comarca rebosante de naturaleza, arte e historia, en la que descuellan un templo joya del románico y la foz de Lumbier
La noche del 24 al 25 de septiembre de 1787, el río Aragón se desbordó a su paso por Sangüesa, destruyendo la mayor parte de las casas y matando a 600 personas. Un arroyuelo, el Aragón, comparado con el río de los peregrinos que han pasado por esta ciudad al este de Navarra a lo largo de su historia. Que para eso se fundó Sangüesa hace 901 años: para ser jalón destacado del Camino de Santiago. Y tantos peregrinos la frecuentaron, que llegó a tener 12 hospitales, tres parroquias, cuatro conventos... Quien tuvo, retuvo. Por eso se dice que Sangüesa tiene un monumento en cada calle.
09.00 Buitres y bicis eléctricas
No faltarían los buitres en Sangüesa después de la riada. Los primeros en llegar serían los de la cercana foz de Lumbier (1), a unos 10 minutos en coche. En este formidable cañón labrado por el río Irati, afluente del Aragón, hoy anidan 200 parejas. Y alimoches. Y quebrantahuesos… Para verlos, nada más fácil que seguir a pie o en bicicleta la vía verde de Irati, el trazado del antiguo ferrocarril de vía estrecha Pamplona-Sangüesa, que circuló de 1911 a 1955 y fue el primer tren eléctrico de pasajeros de España. Por este camino avanzaremos 1,3 kilómetros, atravesando dos túneles y bordeando gigantescos desplomes de roca caliza hasta llegar al puente del Diablo, que dicen que construyó el susodicho en una noche. A pie, es una hora, ida y vuelta. A pedales, un suspiro. La empresa Irati E-Bike pone bicis eléctricas y guía para la excursión.
10.30 Las 300 figuras de Santa María la Real
Por ley, tras la riada, en Sangüesa hubo que hacer todos los primeros pisos de piedra. Eso, más lo que ya era antes de roca, explica la cantidad de monumentos que hay en la localidad. Muy alto, a salvo de las aguas, estaba y está uno de los aleros de madera más espectaculares de Navarra, el del palacio de Vallesantoro (calle Alfonso el Batallador, 20) (2), actual Casa de Cultura. Aunque ningún edificio hace sombra a la iglesia de Santa María la Real (3), una de las obras cumbres del románico de todos los tiempos y lugares. La portada, plagada de figuras (¡más de 300!), cuenta mil historias al peregrino, incluida la leyenda nórdica del héroe Sigurd y el herrero Regin.
Hablando de herreros, vale la pena ver trabajar a Pedro Mancho en el Taller de Forja Artística Juanto (948 87 01 80) (4), autor de muchas de las aldabas y herrajes que se ven paseando por la ciudad. Otro taller que deslumbra es Lo Que Yo Hago (679 93 37 23) (5), donde Elena Carlos hace y vende bolsos únicos, pintados a mano, por 65 euros. Uno está frente al palacio de Vallesantoro y, el otro, frente a Santa María la Real, junto a la oficina de turismo (948 87 14 11).
12.00 Gallipienzo: nido de águilas
No hay en toda la comarca mejor mirador que Gallipienzo (6), una villa medieval a unos 19 kilómetros plantada en lo alto de un cerro que domina el verde valle del ancho río Aragón y, al fondo, manchados de nieve, los Pirineos. Río arriba, en Cáseda, junto al antiguo camino que unía Tudela con Sangüesa, aguarda la ermita de San Zoilo (7), magnífico templo del siglo XIV que ofrece también unas soberbias vistas: a los altos arcos góticos de su portada y de su cabecera pentagonal y al firmamento desde el mirador estelar que hay instalado al otro lado del parking. Para ver esto último hay que volver de noche y contactar con el astrónomo Jon Teus, de la empresa Observar el Cielo (647 84 02 31).
14.30 Menestra, pochas y carne a la brasa
Si nos gustan las verduras y las legumbres, estamos de suerte. De las huertas del río Aragón sale todo lo necesario para hacer unas menestras sobresalientes. Y sale también la pocha de Sangüesa, la alubia blanca que, en septiembre, fresca, es cuando más rica está, pero que el resto del año, congelada, se deja comer igual de bien.
No faltan la menestra ni las pochas en el Asador Mediavilla (948 87 02 12) (8), el mejor restaurante de Sangüesa. Ni en Casa Zabaleta (9), aunque esta sidrería de Aibar, a unos ocho kilómetros de la ciudad, es más conocida por sus carnes a la brasa. Ni en Iru-Bide (10), que es un excelente lugar para comer después de pasear por la vía verde del Irati, en Lumbier.
16.30 La cuna de san Francisco Javier
Comamos donde comamos, nos podemos ahorrar el postre, porque enseguida vamos a visitar Javier (11), lugar famoso, entre otras muchas cosas, por sus dulces típicos: las Alpargatas que hacen en el hotel Xabier. Justo enfrente del alojamiento se alza el castillo de Javier, donde nació y vivió 18 años san Francisco Javier, el Apóstol de las Indias, fundador de la Compañía de Jesús y copatrono de Navarra (junto a san Fermín), cuya vida y milagros se cuentan con detalle en las salas, lienzos y dioramas del museo que hay allí dentro instalado. Es un lugar de peregrinaciones masivas (las Javieradas), que suele estar de bote en bote y que sorprende por su ambientazo y su monumentalidad a todos los visitantes, sean simpatizantes del santo o no.
18.00 Leyre: los Pilares del Reyno
Con el sol ya bajo, subimos al monasterio de Leyre (12), a 15 kilómetros al noreste de Sangüesa, para contemplar desde su altura el embalse turquesa de Yesa, donde se remansa el río Aragón. Después será momento de asomarse a la cripta, que es el monumento más antiguo del románico en Navarra, un recinto lóbrego y sobrecogedor de columnas enanas y capiteles gigantes. Son los llamados Pilares del Reyno, sobre los que descansa la iglesia que se levanta encima, en la que, a su vez, descansan eternamente los 10 primeros reyes de Navarra. Si aguardamos en el templo hasta las siete de la tarde, oiremos a los 21 monjes del monasterio cantar en gregoriano.
21.00 Tres hoteles para elegir
Podemos quedarnos a cenar y dormir en la Hospedería de Leyre (13). Más cerca del cielo, imposible. O podemos volver a Javier para hacerlo en el hotel Xabier (14), un tres estrellas algo anticuado pero con una cocina deliciosa y un trato más familiar. Una tercera opción es regresar al pueblo-atalaya de Gallipienzo, donde se levanta Heredad Beragu (15), un hotel ecochic de nueve habitaciones impecables, hecho por y para amantes del medio rural, el reciclaje (el 90% de los materiales proviene de antiguas construcciones) y la sostenibilidad: caldera de biomasa, energía solar, huerto y gallinero ecológicos… No es barato: la doble estándar cuesta entre 110 y 140 euros por noche. Y es solo para adultos.
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