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Libros

Placeres cartográficos

De un atlas con islas tan remotas que no aparecen en Google Earth al mapa escultórico de China de Ai Weiwei, joyas de la geografía bidimensional

Mapa de Australia del libro 'Atlas del mundo' (Maeva).
Mapa de Australia del libro 'Atlas del mundo' (Maeva).

Una de las actividades más placenteras que existen en torno a un viaje es planearlo al milímetro, imaginar las rutas e itinerarios que se recorrerán a pie o comprobar cuántas paradas de metro o tranvía separan nuestro lugar de residencia temporal de esa pinacoteca en la que pasaremos una mañana. La otra actividad, igualmente grata, es recordar después la aventura a través de materiales como planos de ciudades y mapas de metro, que resumen la fabulosa complejidad geográfica del mundo y facilitan su comprensión.

Con frecuencia los mapas son pequeños y manejables, pues están diseñados para acompañarnos en nuestros viajes aun en tiempos de GPS, pero pueden tener también otra faceta no menos importante: ser fuente de placer visual, aunque no estén directamente relacionados con nuestra propia experiencia viajera. Por eso, tanto los libros que recopilan colecciones de mapas y planos como los que cuentan historias a través de ellos funcionan como bálsamo, especialmente en momentos en los que viajar no nos resulta posible.

Plano ilustrado de 9th Avenue, en Nueva York, en el volumen Mapas (Phaidon).
Plano ilustrado de 9th Avenue, en Nueva York, en el volumen Mapas (Phaidon).The Saul Steinberg Foundation

En el volumen Mapas (editorial Phaidon), reeditado recientemente en castellano en un formato nuevo, espera un festín cartográfico ilustrado: 300 mapas de todas las épocas y procedencias, seleccionados por un equipo de anticuarios y cartógrafos, nos sirven de guía en un largo paseo por 5.000 años de innovación en esta materia. En el libro no solo encontraremos clásicos planisferios como los de Abraham Ortelius, creador del primer atlas mundial Theatrum Orbis Terrarum en el siglo XVI, o Heinrich Berann, considerado el padre del mapa panorámico moderno; también otros concebidos por artistas contemporáneos, como el mapa escultórico de China que realizó Ai Weiwei en 2006, y algunos satíricos que le dan una vuelta de tuerca a la representación de nuestro mundo.

Para pensar sobre estos fascinantes documentos que combinan el arte con la técnica y sacarles todavía más partido a sus posibilidades informativas convendría leer En el mapa (Taurus, 2012), el ensayo de Simon Garfield en el que afirma que la posibilidad de dibujar el mundo “se debe a matemáticos, artistas y exploradores, y también a los gobernantes que, con ambiciones más o menos humanistas, sufragaron los gastos”. Garfield nos recuerda que cualquier mapa es un documento subjetivo y, por tanto, no exento de ideología.

El mapa 'Serio-Comic War', realizado en 1877 por Frederick W. Rose, es uno de los que incluye el volumen 'Mapas' (Phaidon).
El mapa 'Serio-Comic War', realizado en 1877 por Frederick W. Rose, es uno de los que incluye el volumen 'Mapas' (Phaidon).Library of Congress Geography and Map Division Washington

Otro cartófilo acérrimo es el ingeniero y escritor estadounidense Ken Jennings, que obtiene un placer inmenso solamente con leer nombres delirantes de ciudades u observar con detenimiento las formas de cada país o Estado (“Admiraba los territorios toscamente rectangulares como Turquía, Portugal y Puerto Rico, los cuales me parecían robustos y respetables, pero no así lugares rectangulares más definidos como Colorado o Utah, cuya perfección geométrica hacía que pareciesen adiciones falsas y forzadas al mapa nacional”). Su libro Un mapa en la cabeza (editorial Ariel, 2012) es un catálogo de reflexiones y anécdotas de lo más ameno acerca de todo lo relacionado con la geografía y su representación bidimensional.

A esta particular lista cartográfica se añade otro notable ensayo: el del historiador británico Jerry Brotton, que tuvo la idea de contar la historia del planeta a través de lo que explican y expresan sus planisferios y lo materializó en Historia del mundo en 12 mapas (editorial Debate, 2012). La famosa proyección cartográfica de Gall-Peters de 1973, que muestra una versión menos eurocéntrica que la ofrecida por Gerardus Mercator en 1569, es una de las que comenta en su libro. Fue precisamente Mercator, cuenta Brotton, quien acuñó el término “atlas” para referirse a una colección de mapas, formato que sigue fascinando a adultos y niños, pues nos sirve para comprobar nuestras carencias en materia geográfica y para corregir errores de percepción, pero también para gozar de sus ilustraciones, especialmente si sus autores son artistas como los polacos Alek­sandra Mizielinska y Daniel Mizielinski. Su Atlas del mundo (editorial Maeva, 2015) cuenta con 55 mapas a doble página que contienen más de 4.000 miniaturas —desde el instrumento musical típico de una región hasta la fauna propia de una zona—.

'Come All the Way! (Caminos Santiago)', un plano que marca las diferentes rutas europeas para llegar a Santiago de Compostela.
'Come All the Way! (Caminos Santiago)', un plano que marca las diferentes rutas europeas para llegar a Santiago de Compostela.Cinta Arribas / 'Mapas' (Phaidon)

Entre los entusiastas de los atlas y planisferios también se encuentra la escritora y diseñadora gráfica Judith Schalansky, quien invirtió años en recopilar una lista meticulosa de 50 islas solitarias que ni siquiera aparecen en Google Earth y a las que pocos humanos han accedido. Su empeño dio lugar al Atlas de islas remotas (editoriales Nórdica y Capitán Swing, 2013), ideal para viajeros de sillón que gozan pensando en condicional o en subjuntivo, sin pretender jamás acercarse a islas como las de Fangataufa o Pukapuka, ambas situadas en el Pacífico.

Y los apasionados del transporte bajo tierra se regocijarán al descubrir que existe el Atlas de metros del mundo (Capitán Swing y Nórdica, 2016), recopilado y editado por el periodista y experto en cartografía Mark Ovenden, miembro de la Royal Geographical Society del Reino Unido. En este libro, Ovenden nos lleva de paseo por todas las líneas de trenes suburbanos, contándonos historias y vicisitudes sobre su diseño. En el relato que funciona como prólogo, escrito por Juan José Millás, uno de los personajes afirma que “si entre túnel y túnel vas repitiendo el nombre de las estaciones con los ojos cerrados, la retahíla acaba transformándose en una oración”, cosa muy cierta, pues enumerar estaciones de metro puede convertirse fácilmente en un mantra, pero sobre todo en una canción. Y si no, que se lo pregunten a Joaquín Sabina.

Aplicaciones para no perderse

  • Usted ha estado aquí. Nos gusta coleccionar lo que sea: imanes, cucharillas o lugares visitados. Para esto último, la app Been ofrece la posibilidad de archivar los destinos que conocemos en un mapa interactivo que va cobrando vida a medida que añadimos nuevos países. Mark O'Travel es similar y permite añadir fotos de nuestros viajes y marcar enclaves patrimonio mundial que hayamos visitado.
  • Diez en geografía. ¿Sabrías situar en un mapamundi la ubicación de los guerreros de terracota de Xian? ¿Y poner el dedo justo encima de Kabul? National Geographic pone a prueba nuestros conocimientos de geografía (y de inglés) con su app GeoBee Challenge.
  • Planos creativos. La web They Draw & Travel recopila creativos y coloristas mapas y planos de todo el mundo trazados por ilustradores internacionales.
  • Delicias subterráneas. La web urbanrail.net reúne planos de metro de todo el planeta clasificados por continentes, así como datos sobre la extensión de sus trazados e imágenes de vagones y estaciones que harán las delicias de cualquier aficionado a los transportes.
  • Peregrinar es fácil. La Xunta de Galicia y el Instituto Geográfico Nacional han diseñado sendas apps con mapas de las diferentes rutas del Camino de Santiago. Incluyen espacio para crear un diario personal de ruta y listas de albergues y otros servicios para peregrinos.

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