Así es Cozumel, el contrapunto de la Riviera Maya mexicana
Además de desplegar los tópicos caribeños (playas de arena fina y blanca y aguas turquesas), esta isla es un remanso de paz y de tradición maya que también tiene su historia como una de las cunas del mestizaje en América
![Cozumel México](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GWDHNA6U2BDGVICQUOU47WP5JY.jpg?auth=2b241c7ca0785482b6b6496a97c5535d55cc1fc5e1e78a52b1afdbaa6ff57acd&width=414)
En invierno hace calor. Al menos en ciertos lugares. Por ejemplo, en Cozumel, una isla caribeña en la costa oriental de Yucatán, la orilla que México ha vendido al mundo con tanto éxito como la Riviera Maya. Si bien esta etiqueta ha llegado a ser sinónimo de torbellino, de babelia estival y frenética; Cozumel es el contrapunto, el contraste, el oasis, el remanso de paz. Con discreción, por supuesto. Quienes quieren jolgorio se quedan en los vecinos arenales de Cancún y Playa del Carmen, untados con protectores de olor a coco y refrigerados por ardientes margaritas. A Cozumel viene, o se queda, otra gente. Cozumel es otra cosa.
La isla es oblonga y llana, del mismo tamaño (y forma) que Menorca, por lo que se puede cruzar de punta a punta en bicicleta en media mañana. Pero no resulta tan pequeña como parece. Tiene incluso aeropuerto —en realidad, una base militar que opera mayormente vuelos chárter—, y muelles para grandes cruceros (siempre hay uno o dos atracados). Aunque lo más habitual es acceder a ella en alguno de los ferris que parten de Playa del Carmen. Un trayecto corto, pero suficiente para que se revuelvan un poco las tripas. A la suma de atributos y tópicos tropicales —playas blancas de arena fina y aguas transparentes de color turquesa— Cozumel añade el hecho de ser un hito importante de la historia: algunos la señalan como origen y cuna del mestizaje, y como escenario de los primeros flechazos no bélicos. La historia es la siguiente.
![Puerta Maya, un centro comercial con vistas al puerto de Cozumel.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7A2I4IMKSRA4NDCP7CWPUUJL5U.jpg?auth=c505a000c4c5a8e8031bee7ca893b6b1e720b360b47a5112bdb67e11f9485cd0&width=414)
Después de la llegada de Colón, el llamado “nuevo mundo” por los europeos se reducía en realidad a las Antillas, no al continente americano. Fluía un tráfico regular de navíos entre Santo Domingo, actual capital de la República Dominicana (la primeriza en todo) y Cuba, que pronto se afianzó como base principal. De esta última zarparon en 1518 cuatro navíos a las órdenes de Juan de Grijalva, llegando cuatro días después a Cozumel. Una vez allí inspeccionaron las costas y las zonas de “tierra firme” (o así decían). El explorador español bautizó aquellas tierras como Nueva España, nombre que después consagraría Hernán Cortés, quien zarpó de Cuba en 1519 con más de 300 soldados rumbo a Cozumel. Allí se enteró de que había dos castellanos que vivían en tierra firme entre los indios. Eran Jerónimo de Aguilar, jesuita andaluz, y el soldado Gonzalo Guerrero. Hacía ocho años que el barco en el que navegaban había sido arrastrado por un huracán hacia aquellas orillas y solo ellos dos habían sobrevivido. Jerónimo de Aguilar se unió a Cortés, pero no Gonzalo Guerrero, que había creado su propia familia, con mujer y tres hijos, y era respetado en su aldea como cacique. Todo esto lo cuenta Bernal Díaz del Castillo en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, un libro escrito en el siglo XVI con un lenguaje tan fresco y directo que se lee como una novela de aventuras de Pío Baroja.
![Playa Palancar, una de las zonas preferidas por los turistas en la isla de Cozumel (México).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/S5K53POG5ZF5VBETRISZQBB3PI.jpg?auth=0332a91785ca78e8169103ee8f6813af35f1d9c60b74e3a6fd83fe7b4fdf8f7f&width=414)
Por todo esto se considera a Cozumel como la cuna del mestizaje en América. De hecho, existe un aparatoso Monumento al mestizaje en el malecón de la única ciudad de la isla, San Miguel de Cozumel. La isla suma en total unos 100.000 censados. Esta capital se configura como la ciudad de Nueva York: avenidas de norte a sur, cortadas por calles transversales y numeradas. En torno a la plaza principal y sus jardines se articulan avenidas y edificios de aire y colorido colonial, muros cubiertos de grafitis (gracias al proyecto SEA Walls, Murals for the Oceans) y un amasijo de bazares y tiendas enfocados al único recurso de la isla: el turismo. Hay un Museo de Cozumel, catedral, sinagoga y en el barrio de San Gervasio están las principales ruinas mayas, que no son las únicas, puesto que se expanden por toda la isla.
![El 'Monumento al mestizaje', en el malecón de San Miguel de Cozumel.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/V4LLIC66L5DSZDB2EQP6GANJWE.jpg?auth=1d2b645d150b32c62bb36367a2cc9cb95ac9c886b199faf328998cb85336e5bf&width=414)
Aparte de este núcleo urbano, la isla solo está habitada en sus bordes, sobre todo el litoral occidental. En esa orilla se alinean los hoteles, urbanizaciones, playas y casi todos los tinglados turísticos. También es ahí donde cruceros y ferris descargan a los excursionistas por un día o por unas horas. Aparte de la playa y sus distracciones (siempre controladas por pulseritas que te pueden empapelar el brazo en media jornada), los mayores reclamos marinos de Cozumel son el buceo y el esnórquel. Y es que la isla está arropada por una línea de arrecifes de coral, parte del arrecife Mesoamericano, que se prolonga hacia el sur por el litoral de Quintana Roo —nombre oficial del estado mexicano—, llegando a Honduras y a Belice. Este lugar alcanzó la fama gracias a los documentales grabados allí por Jacques Cousteau en los años sesenta. Es el segundo arrecife más grande del mundo, después de la Gran Barrera australiana.
![Buceadores en el arrecife de coral de Cozumel.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TCDDFYS3Q5D3FAKHP73US26Z5I.jpg?auth=b3226e3357990a2d79e80c0f63fb6efa80714260f5871a56d03a20d39eaa3bb3&width=414)
Los sitios preferidos por los buceadores están hacia la Punta Sur, en torno al Palancar, y el área llamada El cielo, al estar constelada por estrellas de mar. En ese extremo sur se encuentra el parque natural Punta Sur Eco Beach Park, que es de pago y que cuenta con ruinas mayas (como El Caracol), torres para avistamiento de aves, manglares, cocodrilos y nidos de tortuga. También se pueden contemplar los fondos marinos en barcos transparentes o, incluso, sumergirse con un submarino. Además, visitar el pequeño Museo de la Navegación o conocer tradiciones y gastronomía maya en el Pueblo del Maíz es una buena opción.
La costa oriental de la isla es muy diferente. Expuesta a mar abierto y sin la protección del arrecife, su oleaje es bravo y hay que extremar las precauciones durante el baño. Por otra parte, el interior de la isla es pura vegetación. Una carretera recorre el litoral de Punta Sur a Punta Norte. En el extremo norte, hay una pequeña isla satélite, de apenas un kilómetro, llamada Isla de la Pasión. Era un lugar sagrado de Kusamil —que es como los mayas llamaban a Cozumel, “lugar de golondrinas”, en español—, donde se rendía culto a Ixchel, diosa del amor y la fertilidad, y amante de Itzamná, el dios del sol. No hace falta decir lo que sucede en esa isla: bodas, enlaces y compromisos más o menos formales. Y es cita obligada de tortolitos, novios o honeymooners, recién casados en luna de miel. Un marco divino para enamorados, arqueológicamente hablando.
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