Arizcuren Solomazuelo 2016, potencia y frescor

Elaborar un monovarietal de mazuelo en los tiempos que corren, donde al vino tinto se le pide finura, sutileza en la propuesta aromática, notas florales bien definidas y estilizado cuerpo para que no sature la boca y permita un adecuado acompañamiento con las nuevas tendencias gastronómicas, es todo un desafío. Porque esta uva, también conocida como cariñena y sansón, suele dar vinos cargados de color, alcohólicos, robustos y contundentes, aunque con buena acidez. Lo que resulta útil como complemento de otras variedades como tempranillo o garnacha.

Pero Javier Arizcuren tiene un as en la manga: el pequeño viñedo en la finca La Cantera, de una sola parcela, con cepas viejas en vaso sobre suelo arcilloso cubierto de canto, ubicado en la vertiente norte de la sierra de Yerga. Aplica una elaboración muy cuidada, con fermentación maloláctica en bocoyes de 500 litros de roble francés, y crianza durante 12 meses.

Consigue así una gran riqueza aromática, frescura y sabor intenso. Me agrada su nariz, limpia, pletórica de aromas frutales (como ciruela negra y grosella), perfumada de especias (clavo) y contrapunteada de cacao, tabaco, flores secas y balsámicas. Muy sabroso, este tinto crianza se balancea entre la potencia y el frescor ácido, expresión de un varietal solo para amantes de las sensaciones fuertes.