Cinco vinaterías en Lisboa
Una ruta para conocer y disfrutar las diferencias y sutilezas de los mejores vinos de cada región portuguesa
A veces resulta difícil en España encontrar buenos vinos portugueses, por eso, sin duda, lo mejor es venir a disfrutarlos a su lugar de origen. Proponemos cinco vinaterías en Lisboa para conocer las diferencias y sutilezas de los vinos de cada región lusa.
Expertos y revistas especializadas llevan años reivindicando el rescate de los vinos portugueses para luchar contra la homogeneización de las cepas. En tierras lusas se han mantenido muchas castas autóctonas que han madurado en su medio natural y que, si bien antes se trataban de forma tosca, en los últimos años se han ido afinando y mejorando para dar lugar a vinos únicos y fuera del rango habitual de sensaciones.
01 Galeria Wine Shop
Después de pasar tres años en las tierras de su familia, en la bella y fértil región del Alentejo, el fotógrafo Francisco Kessler decidió emprender un negocio en Lisboa junto a su colega y artista plástico Jorge Rodríguez. Le impulsó una idea, pero también el sentimiento de revitalización económica y cultural que se está viviendo en la capital portuguesa. Kessler, buen conocedor del vino desde su misma elaboración, asegura que en los últimos seis o siete años los vinos portugueses han dado un salto muy importante, y no sólo de calidad, también en otros aspectos como en el diseño de etiquetas, marketing, etcétera.
La propia Galeria Wine Shop es un ejemplo de esta modernización en diseño e imagen, ya que Rodríguez y Kessler han optado por una presentación ordenada, casi sobria, exponiendo su selección de botellas de una forma comprensible, sencilla y cómoda al visitante, y siempre utilizando en la decoración materiales reciclados. Tienen vinos geniales y a precios muy, muy razonables, del Alentejo, Porto, Setúbal o Douro. Como asegura Kessler, su idea es la de “una tienda de conveniencia de vinos”, más que de oferta, esto es, ir a buscar el vino que más te conviene para una ocasión determinada.
02 Oficina do Vinho
Un concepto totalmente diferente, lo que los propietarios llaman “adega do bairro” (bodega de barrio); aquí no se vende en botellas, sino a granel. Sus dueños, Manuel Vargas, Jorge Encarnação y Rui Lucena, son auténticos sibaritas, no sólo del vino, también del aceite y de otros productos que venden, también a granel. Uno no puede imaginar lo que esconde la trastienda cuando ve la fachada de la Oficina do Vinho: cuatro grandes cubas de acero inoxidable, dos con vino blanco y dos con vino tinto, se ofrecen para una pequeña cata antes de comprar nada, y de la pared, como trompas de elefante, salen otros ocho grifos con otros ocho vinos diferentes, todos portugueses.
A pesar de vender también vino embotellado, la idea de los tres socios fue siempre acercarse al productor y al consumidor, saltar los pasos intermedios –etiquetado, embotellado, distribución– para traer directamente el vino desde el lugar de producción hasta el lugar de venta. Los tres socios frecuentan a menudo bodegas de diferentes regiones portuguesas y el propio Manuel Vargas produce vino y aceite en sus tierras alentejanas.
03 Venha Vinho
En la parte baja de la animada Rua da Bica de Duarte Belo, comúnmente conocida como Bica, el Venha Vinho abrió hace menos de un año y ya está ofreciendo degustaciones y cursos de cata, visitas a bodegas y pequeños maridajes de comida y vinos portugueses. Aquí, como en el resto de locales de esta lista, sólo encontrarás vino luso y pequeños aperitivos made in Portugal. El propietario es hombre de sonrisa fácil, habla un español casi perfecto y se nos presenta con un curioso nombre: Francisco Franco.
A pesar de tener que reír siempre que se presenta ante españoles, se toma su tienda muy en serio, empezando por la estética, poco habitual, ya que ofrece un lugar acogedor para degustar los vinos y tomar pequeñas tapas. El espacio que otras vinaterías dedican a la colección de vinos es, en este caso, un rincón agradable y tranquilo para pasar el rato bebiendo y probando petiscos. Cuando entramos, una pareja de turistas charla plácidamente con la compañera de Francisco, que parece haberles contagiado su sonrisa.
04 Mercearia
Desde hace al menos cien años, y hasta hace bien poco, en esta tienda de vinos vivía y negociaba una familia de comerciantes. Aquí tenían la cocina, dormitorios, el baño (en la parte trasera) y el comercio, de cara a la calle. Así funcionaban la mayoría de las tiendas hasta hace uno 20 años en esta parte de Lisboa. En este local, antes de que la familia Paranhos decidiera montar su venta de vinos, se mercaban hortalizas, frutas, legumbres, gallinas, patos y otros animales que guardaban, vivos, en las jaulas que aún pueden apreciarse entre las 800 botellas de tinto, blanco, verde o rosado. Por eso, la tienda aún se llama Mercearia.
Como dice el propio Artur Paranhos, “el turismo siempre ha existido en Lisboa, pero el que llega ahora, además de más numeroso, es un turismo más de calle, de vivir el barrio”, de ir a comprar a las tiendas, mercados y comercios locales, lo que beneficia a “un tipo de negocio más allá de hoteles y restaurantes”. Tiene vinos de todas las regiones portuguesas, pero asegura que los que más se venden son los del Alentejo, del Douro y de Dão. Además, también tiene tres de las cinco o seis ginebras que se producen en Portugal: la Nao y la Sarish, de Alentejo, y la Big Boss, la más internacional de todas. También ofrecen vinos de Azores y de Madeira, lo que llaman “vino das ilhas”. En su página de Facebook (muy activa) presentan y explican sus nuevas adquisiciones.
05 The Old Pharmacy-Wine Inn
En el corazón de Bairro Alto, la Farmacia Labour despachó remedios, ungüentos y pomadas durante 170 años. Hoy, el mismo local se ha convertido en una de las tiendas de vino más particulares de la ciudad. Aún conserva la decoración y el menaje de la antigua farmacia, y hoy los vinos portugueses descansan donde antaño lo hicieran los botes de aspirinas y las vasijas de porcelana. El propietario, Ajay Diwan, ofrece una selección de 200 vinos portugueses que pueden degustarse en copa o por botellas; la única excepción es el champán, que sí viene de fuera. Al fondo de este agradable espacio, también encontraremos una sala donde sólo se vende té y café, con una decoración de estilo indio.
Más pistas secretas en Lisboa pinchando aquí
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