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La Habana, objeto de deseo

Paris Hilton y el hotel de su abuelo

Paladares como La Guarida simbolizan los nuevos tiempos en Cuba, marcados por el acercamiento a Estados Unidos

Aunque pronto celebrará su vigésimo aniversario, si algún sitio de La Habana representa y resume bien la nueva Cuba ese es La Guarida. La famosa paladar (así, en femenino: restaurante privado) a estas alturas es un clásico en la ciudad, pero su capacidad de reinventarse y simbolizar los nuevos tiempos, marcados hoy por el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, es espectacular.

Pocos días antes de que Barack Obama y Raúl Castro sorprendieran al mundo con el anuncio de que ambos países restablecerían relaciones diplomáticas, los dueños de La Guarida —donde en 1993 se filmó la película Fresa y chocolate—inauguraron una elegante terraza en la azotea del edificio con vistas privilegiadas al cambio por llegar.

El hotel Riviera, en el barrio del Vedado.
El hotel Riviera, en el barrio del Vedado.Ana Nance

Con la silueta de la capital cubana de fondo, aquella noche de diciembre, el primero en brindar en La Guarida fue el actor Benicio del Toro, que estaba de visita en Cuba participando en el 36º Festival Internacional de Cine de La Habana. Fue una semana después que Castro y Obama dieron el campanazo, y desde entonces una reata de periodistas, congresistas, cómicos, hombres de negocios y celebridades norteamericanas, incluida la millonaria Paris Hilton, subieron por las desvencijadas escaleras de mármol de La Guarida para probar el bonito a la caña de azúcar, especialidad de la casa.

Desde la azotea de este palacete de la calle Concordia, Paris Hilton contempló la torre del Habana Libre, antiguo hotel Hilton, inaugurado por su abuelo un año antes de que Fidel Castro derrocara a Fulgencio Batista y alcanzara el poder. También desde la atalaya de La Guarida, la rica heredera pudo divisar las lucecitas de los nuevos negocios privados que a diario florecen en la ciudad, bares, restaurantes, hostales familiares, cafeterías y también clubes de alterne con nombres como Up and Down o Sangrila, comparables a los de cualquier ciudad moderna.

Mapa de La Habana.
Mapa de La Habana.Javier Belloso

Cuando surgió La Guarida, a mediados de los noventa, la apertura en Cuba se hizo a regañadientes. Los restaurantes privados no podían tener más de 12 sillas, ni vender carne de res ni mariscos, ni contratar a empleados, pero hoy las cosas son distintas. Del llamado “cuentapropismo” (trabajo por cuenta propia) en Cuba hoy viven casi medio millón de personas, cada vez hay más oferta y variedad en La Habana y en toda la isla, y no solo de sitios para comer y beber.

Instalada en la antigua fábrica de aceite El Cocinero, junto al puente de hierro que separa El Vedado de Miramar, la Fábrica de Arte Cubano es uno de los lugares más singulares e interesantes que hoy día pueden visitarse en La Habana, de jueves a domingo, en horario de ocho de la tarde a cuatro de la madrugada. Aunque este proyecto cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura, es independiente y está liderado por el músico X Alfonso, que ha convertido las naves de esta fábrica abandonada durante el Periodo Especial en un gran espacio cultural donde se realizan exposiciones de arte, desfiles de moda, muestras de fotografía, espectáculos de teatro y danza, proyecciones de cine y conciertos de distintos tipos de música. La entrada cuesta aproximadamente dos euros, y a la semana unas 4.000 personas, en su mayoría jóvenes, pasan por este lugar de espíritu berlinés acubanao.

El restaurante Gato Tuerto, en La Habana.
El restaurante Gato Tuerto, en La Habana.Ana Nance

La oferta de paladares en La Habana se ha incrementado notablemente de un par de años a esta parte, y algunos tienen calidad considerable. Unos pocos son de hijos de dirigentes defenestrados por la revolución, o incluso de familiares de líderes que siguen al mando. Otra Manera ofrece platos como ensalada de langosta con mango.

En la paladar de la asturiana Pilar, en la Calle 36 de Miramar, se puede comer una fabada tal cual o cualquier otro plato heroico, dado lo difícil que es conseguir en Cuba muchos suministros. Vistamar, Vip Habana o La Corte del Príncipe (italiano) son otros de éxito, aunque hoy en la capital cubana puedes encontrar hasta restaurantes rusos, como el Nazdarovie, situado en pleno Malecón de La Habana, un guiño a la historia de esta sufrida isla socialista caribeña. En esta etapa, hasta locales históricos como el bar Sloppy Joe’s han sido rehabilitados con éxito por la Oficina del Historiador de la Ciudad. Gary Cooper, Errol Flyn, Spencer Tracy o Ernest Hemingway bebieron aquí piñas coladas y daiquiris cuando La Habana era otra Habana, y a eso volvemos.

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