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El pulpo maya: la joya del Golfo de Yucatán Más de 15.000 familias mexicanas subsisten gracias a este cefalópodo. Los pescadores de Sisal mantienen el oficio que heredaron de sus padres, mientras el cambio climático y la pesca ilegal ponen en riesgo la especie. Con el objetivo de preservarla, el biólogo Carlos Rosas ha creado la primera granja. Faenamos con ellos y visitamos sus instalaciones Con el objetivo de preservar la especie, un biólogo marino ha creado la primera granja de pulpos maya, especie endémica de la costa de Yucatán de la que viven unas 15.000 familias. En la imagen, captura de un pulpo maya en alta mar por un pescador artesanal en los últimos días antes de que comience la veda. En Yucatán la prohibición se extiende de diciembre a agosto para evitar la sobrepesca.
Seila Montes En la comunidad de Sisal, los pescadores artesanales heredan el oficio de sus padres. En la foto, Juan de la Cruz tras una jornada de trabajo. Seila Montes El embarcadero de Sisal antes de que amanezca, momento en el que los pescadores preparan sus embarcaciones para salir a capturar pulpo. Seila Montes José Nazario Chuc, de casi 80 años, es uno de los primeros pescadores de Sisal. Siete de sus diez hijos se dedican a la pesca. En la foto posa con su esposa, con la que se comunica en el idioma maya. Seila Montes Pescadores en el puerto esperan a que amaine el tiempo para poder salir a ganarse el sustento del día. Seila Montes Ramiro Partenilla, pescador artesanal dedicado a la captura de pulpo en su última salida al mar antes de que comience la veda de pesca. Seila Montes Los pescadores de Sisal utilizan jaiba o cangrejo azul como cebo para capturar pulpo. Seila Montes Para capturar pulpo se utilizan palos de bambú que se colocan en la proa y popa y adonde ata el hilo pulpero con el cebo. A través de este método, llamado "de gareteo", se pescan de uno en uno los ejemplares machos que atacan el cebo, evitando que las hembras escondidas en cuevas para proteger sus huevos, sean capturadas. Seila Montes Los pescadores artesanales llevan a cabo una pesca sustentable. Es la única permitida en la zona para preservar la especie en época reproductiva a las hembras. Mientras hacen la puesta, estas se quedan protegiendo los huevos y dejan de alimentarse, por lo que no van a por el cebo de los pescadores. Seila Montes Los pescadores salen en lanchas ribereñas y pasan horas esperando a que los pulpos ataquen el cebo amarrado a los hilos. Seila Montes Ramiro Partenilla posa con la pesca del día, con la que no ha conseguido cubrir los gastos de gasolina de la jornada. Por cada kilo de pulpo le ofrecen 150 pesos, unos siete euros. Seila Montes Una jaiba y un cangrejo azul usados como cebos para atraer los pulpos. Seila Montes El pulpo maya es muy parecido a la especie 'Octopus vulgaris', el pulpo común, pero más pequeño, y es endémico de Yucatán. Seila Montes Detalle de la espera a que el pulpo pique. Seila Montes El constante contacto con el agua salada y el viento, y el arduo trabajo manual diario que llevan a cabo los pescadores, produce muchos problemas dérmicos en sus manos, como callos y verrugas plantares, conocidas como ojos de pescado. Seila Montes Emilio Enrique Chuc, uno de los hijos de José Nazario Chuc, también se dedica a la pesca, como su padre. “Cuando empecé en el oficio, casi no había pescadores y había mucho pulpo. La situación se ha invertido por culpa, sobre todo, de la pesca ilegal”, cuenta. Seila Montes Algunos pescadores utilizan el método de la apnea. Un tanque con oxígeno y un tubo forman parte del equipo que usan. Debido a la precariedad del material, muchos de ellos sufren graves accidentes e incluso mueren durante la actividad. Seila Montes Un pescador en el puerto de Sisal alimenta con sobras de pescado a los pelícanos, una de las aves más comunes en esta costa caribeña. Seila Montes Un grupo de pescadores se relaja tras la dura jornada de trabajo. Seila Montes El biólogo marino Carlos Rosas es uno de los mayores expertos en el pulpo maya. Lleva más de 20 años estudiando la especie y ha creado la primera granja de estos cefalópodos en México. Seila Montes Pequeños especímenes de pulpo maya en el laboratorio de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se sitúa la granja de cefalópodos creada por Rosas y donde los científicos estudian modelos para ver las consecuencias del cambio climático en los ecosistemas y en la especie. El pulpo maya es muy sensible a los cambios de temperatura y solo se reproduce entre los 22 y 26 °C. La comunidad científica teme que, debido al incremento en las temperaturas de los océanos, acabe migrando a otras zonas o desaparezca. Seila Montes Un pequeño espécimen de pulpo maya en una de las piscinas de la granja que ha creado el biólogo mexicano Rosas para poder seguir produciendo pulpo sin afectar a las poblaciones salvajes. Seila Montes Una hembra de pulpo maya protege sus huevos en un ala del laboratorio, en una especie de incubadora. Una vez nacen las crías, las madres mueren por todo el periodo que pasan sin comer mientras resguardan la puesta. Seila Montes
Más información Natalia Torres Garzón | Oaxaca (México)