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El desolador paisaje de la Amazonia peruana La batalla que libran los pequeños madereros, las grandes compañías, los agricultores, narcos y los indígenas por el control de las tierras está esquilmando del todo la selva La pérdida de cobertura boscosa se ha vuelto preocupante en la Amazonía peruana. Entre enero y agosto de 2021 se deforestaron 12.345 hectáreas. Durante el mismo periodo del año anterior fueron 9.000, lo que representa un incremento considerable. Hugo Alejos Un maderero se adentra en la selva con su motosierra. Las actividades relacionadas con la explotación forestal representan la mayor fuente de ingresos de la región Ucayali, en la Amazonía peruana. Hugo Alejos Alberto Muñoz tarda 15 minutos en talar un árbol. Por cada tronco su patrón gana unos 100 euros. Hugo Alejos Las alertas por la deforestación son insuficientes ante el avance del narcotráfico en comunidades como San Pablo de Anguillal. Las comunidades indígenas denuncian que los narcotraficantes talan sus árboles para construir pistas de aterrizaje clandestinas y laboratorios de coca. Hugo Alejos Anselmo, un miembro del pueblo kakataibo, se mueve con sigilo entre la espesura de la selva con su vieja escopeta de caza y un machete. Es el encargado de patrullar y defender su aldea en Unipacuyacu, entre la frontera entre Ucayali y Huánuco. Se trata de una zona peligrosa llena de contrabandistas, narcos y madereros. Él no teme denunciar sembrados ilegales. Allí, cerca de seis hectáreas de hoja de coca lista para cosechar anuncian la pronta actividad narcotraficante en la zona. Hugo Alejos Incluso las llamadas Áreas de Zona de Amortiguamiento, en el parque Sierra del Divisor, han sido deforestadas pese a la prohibición existente. El panorama aéreo es desolador. Hugo Alejos Cerca del 21.000 hectáreas de territorio perteneciente a comunidades indígenas en la Amazonía peruana ha sido deforestado con fines ilegales en 2021. Hugo Alejos Algunas comunidades indígenas shipibo, como Nuevo Saposoa en Ucayali, representan la resistencia ante la mafia que deforesta sus selvas. Hugo Alejos Dengue y malaria son las enfermedades que los trabajadores de la madera sortean tras sus largas jornadas talando árboles en la selva. Hugo Alejos En 2020 fue asesinado Arbildo Meléndez, líder kakataibo predecesor de Anselmo. Sus verdugos fueron capturados este enero. Desde 2016, esta comunidad ha denunciado la ejecución de hasta cuatro líderes indígenas. Hugo Alejos Los vuelos en helicóptero de las fuerzas armadas peruanas también han localizado nuevas áreas despobladas. Según la Interpol, Perú pierde hasta 250 millones de dólares anuales por la explotación forestal ilegal. Hugo Alejos Un equipo de tres personas se dispone a talar un árbol milenario de más de 10 metros de altura en medio del salvaje bosque amazónico. En 15 minutos lo han derribado. Hugo Alejos Un equipo conformado por cuatro personas, indígenas shipibo, empuja con fuerza los troncos, que pesan más de 30 kilos. Hugo Alejos Masisea es el tercer distrito más afectado por la deforestación con fines ilegales en la Amazonía peruana. Sus pobladores dicen que las multinacionales llegaron para arrasar con todo. Hugo Alejos Alberto Muñoz, de Masisea, realiza jornadas de trabajo de más de 12 horas a sus 65 años. Lleva desde la adolescencia en este negocio y lo conoce bien, no se queja. Hugo Alejos Los pobladores kakataibo de Unipacuyacu viven a la espera de un nuevo ataque. A dos horas de camino existen pozas y sembrados ilegales de hoja de coca que pertenecen a narcotraficantes. Hugo Alejos Pozas de maceración a la espera del inicio de producción de coca. Las pistas de aterrizaje para los aviones de los narcos que se llevarán la mercancía se construyen en menos de una semana. Hugo Alejos Segundo Najar, de la vieja guardia de madereros, alza su voz en favor de los códigos éticos a la hora de talar un bosque. Tiene casi 80 años y le falta una pierna que perdió por la polio, pero mantiene la memoria intacta. Hugo Alejos En el río espera Washington Lao, maderero, quien une los troncos con hierro y los arrastra flotando hasta el aserradero. Hugo Alejos