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Ugandesas por la agricultura Los modelos climáticos indican que, sin una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero, en Uganda las temperaturas medias pueden subir un grado para 2030. Pero estas mujeres trabajan para evitarlo Julianne Sansa-Otim es una investigadora, nacida en Uganda, que se graduó en Informática por la Universidad Makerere de Kampala, y entre 2005 y 2010 trabajó en su proyecto de tesis doctoral en el Instituto Astronómico Kapteyn de Groningen, en Holanda. Su labor investigadora se centra en los protocolos de red, especialmente para el transporte de datos y la calidad del servicio de internet. Región de Bwindi, en el sur de Uganda. Una niña se dispone a ayudar a su familia en el trabajo del campo después del colegio. En este país, la tierra la trabajan sobre todo las niñas y las mujeres. Sin embargo, rara vez pueden tener la propiedad. Una finca arrocera de propiedad china en el distrito central de Kalungu, a unos 100 kilómetros de Kampala, la capital de Uganda. La mayoría de los modelos climáticos indican que, sin una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero, en Uganda las temperaturas medias de la década de 2030 pueden ser un grado centígrado superiores a la media de 1970-1999. Se prevé que esta tendencia continúe más allá en el tiempo. Finca arrocera de más de 1.200 hectáreas en la carretera entre Kampala y Masaka. En Uganda se da gran importancia al cultivo del arroz por su capacidad de contribuir a aumentar los ingresos de la población rural y reforzar la seguridad alimentaria. Sin embargo, debido al cambio climático, las estaciones han cambiado, lo cual dificulta la planificación de las actividades agrícolas. Mercado vacío en la carretera a Mbarara. Un reciente estudio publicado por Cambridge University Press afirma que, de aquí a la década de 2030, la productividad de Uganda podría descender un 20% si no se hace nada para combatir el cambio climático. Un vendedor de matoke se dirige desde la plantación hacia el mercado rural en su bicicleta. El matoke es una variedad de banana de la zona de los Grandes Lagos de África. En Uganda se cultiva para la alimentación humana, y el puré obtenido de la fruta cocida al vapor se considera un plato nacional. El cultivo de esta clase de bananas es tan importante para el país que la palabra "matoke" es casi sinónimo de "comida". Mercado callejero de alimentos en la zona rural de Mbarara. En Uganda, millones de pequeños agricultores no cultivan alimentos suficientes para su propio consumo y para la venta porque la producción está limitada por diversos factores, como la pérdida generalizada de fertilidad de la tierra. Mujeres en el mercado de leña. Según fuentes oficiales, más del 80% de las familias rurales de Uganda utilizan leña para cocinar. Los fuegos encendidos por los seres humanos para obtener, entre otros, energía para uso doméstico e industrial, así como las prácticas de tala y quema, provocan la emisión de cantidades enormes de dióxido de carbono. Mercado del distrito rural de Masaka. Un reciente estudio ha revelado los efectos del calentamiento global en la oferta de mano de obra y el consumo de alimentos en Uganda, donde la malnutrición es endémica y alrededor del 80% de la población depende de la agricultura para su subsistencia. Mercado en las afueras de Mbarara. Muchas mujeres ugandesas intentan reducir el riesgo económico asociado a las actividades agrícolas y comerciales uniéndose a cooperativas y consorcios. Un grupo de mujeres vuelve de trabajar en una plantación de té de la región de Bwindi. La violencia de género se utiliza a menudo como un férreo control socioeconómico para perpetuar y fomentar unas dinámicas de poder desiguales, entre ellas la propiedad y el acceso a los recursos naturales y su explotación. Un campo no irrigado que depende exclusivamente del agua de la lluvia. Cuando las aguas de lago Victoria sobrepasaron sus niveles históricos, los campos de cultivo de sus costas desaparecieron bajo las inundaciones.