Más terremotos y de más intensidad en la Antártida
Desde finales de agosto se han registrado más de 50 movimientos sísmicos de más de 4º de magnitud y miles de temblores menores
La Antártida se mueve. Más concretamente la zona de la península antártica y las islas Shetland, donde se están registrando en las últimas semanas miles de movimientos sísmicos que están sorprendiendo a los científicos por su continuidad y, en decenas de casos, por su intensidad. Desde el pasado 28 de agosto y hasta el 14 de octubre, se han detectado más de 50.000, de los que más de mil han superado los 3º de magnitud en la escala de Richter y hasta 50 ha pasado de los 4º, frente a los nueve seísmos de esta última magnitud que hubo en 2019 o los tres de 2018.
El más importante, según la red sismológica internacional IRIS, tuvo lugar pasado 2 de octubre cerca de la base italo-argentina Carlini, en la isla Rey Jorge del archipiélago de las Shetland y alcanzó los 5,8º. Pero los demás movimientos sísmicos tampoco están siendo simples réplicas, como hubiera sido lo habitual tras uno más intenso. Es más, abundando en los datos, el último mes y medio ha habido al menos una docena de seísmos de 5º o más. Es lo que los científicos califican como “un enjambre’, una inusual gran actividad que está teniendo lugar en el fondo del estrecho de Bransfield, que separa a las Shetland de la tierra continental. Tamaña actividad ha puesto en alerta a las bases científicas chilenas y argentinas cercanas, que permanecen abiertas en la zona todo el año.
Se da la circunstancia de que justo en este estrecho de Bransfield, el programa polar español ha desplegado en los últimos años un proyecto de gran envergadura, con un total de 40 sismógrafos, situados tanto en tierra como decenas de ellos (30) en el fondo del mar, para registrar los seísmos. Se trata del proyecto Bravoseis, dirigido por el geólogo Javier Almendros, del Instituto Andaluz de Geofísica, en la Universidad de Granada. Precisamente en la campaña de comienzos de este 2020, el equipo de Bravoseis retiró todos los dispositivos desplegados el año anterior porque se acababa el proyecto. De hecho, tuve oportunidad de acompañarles a retirar las estaciones que tenían situadas en la isla Rey Jorge y en Isla Livingston, junto a la base española Juan Carlos I, así como ver cómo pescaban los que había en el fondo marino desde un año antes. Era la primera gran red de este tipo que se había instalado en la zona, donde hay un gran volcán submarino llamado Orca (que tiene 800 metros de altura y unos cinco kilómetros de diámetro), así como un complejo denominado Edificio A, con varios volcanes más. También retiraron la estación que tenían en la península, en un lugar llamado Caleta Cierva.
“Ahora nosotros solo tenemos datos propios de lo que ocurre en la isla Decepción, donde sí hemos detectado los movimientos sísmicos hasta mediados de septiembre, cuando hemos dejado de recibir datos, aunque esperemos que se sigan registrando. Es una pena que justamente cuando hemos quitado nuestros dispositivos de la zona se incrementen los seísmos, porque podríamos haber registrado información muy útil, dada la escasez de instrumentación que hay ahora. Pero mantenerlo es muy complicado de financiar”, se lamenta Almendros.
Y es que los datos sobre los miles de terremotos recientes provienen únicamente de tres estaciones activas: la española situada de Decepción, una argentina en la base Esperanza (en la punta de la península antártica) y la de la base Carlini, en Rey Jorge. “Lo que está pasando es que en esa zona hay un rift subterráneo que se está abriendo, separando el archipiélago del continente y en un lugar donde hay muchos volcanes bajo el agua, que son los objetivos de estudio de Bravoseis. ¿Qué puede pasar? No se sabe, pero podría ocurrir que tanta tensión sísmica acabe generando actividad volcánica. Estamos ante un proceso continuo e intenso que es impredecible”, apunta el científico de Granada. Por si acaso, las bases Villa Frei de Chile y Carlini tienen preparados sus protocolos por si es precisa una evacuación.
Desde Madrid, Rafael Abella, del grupo de Vulcanología del Instituto Geográfico Nacional (IGN), también miembro del equipo del proyecto Bravoseis, recuerda que el mayor terremoto detectado con anterioridad en la zona, en concreto en el mar de Scotia, alcanzó una magnitud de 7,7º y ocurrió en 2013. También hubo uno de 7º de magnitud en isla Decepción en 1971. Afortunadamente no hubo daños. Allí se encuentra la base científica española Gabriel de Castilla, que se crearía 18 años después de esa fecha. Desde entonces, la red IRIS ha registrado un total de 242 seísmos por encima de los 4º en esta fría zona del mundo, y Abellá destaca el dato de que 50 son de este año.
📺 @ConcienciaRTVA dedica un amplio reportaje al proyecto internacional @BRAVOSEIS_ , liderado por la #UGR, que investiga la actividad de los volcanes submarinos del Estrecho de Bransfield, de los que se sabe muy poco. https://t.co/Sygt7oFGRa
— Universidad Granada (@CanalUGR) September 27, 2020
Precisamente, el IGN será desde la campaña antártica de 2021-2022 el organismo responsable del monitoreo sísmico en Decepción que hasta entonces realiza la Universidad de Granada, un servicio fundamental para determinar el peligro, o no, de abrir esta base cada campaña. Sin su semáforo verde, tal como ya os conté en otro artículo, no se puede desembarcar al tratarse de un volcán activo. Por cierto que ya en la campaña pasada se detectaron muchísimos movimientos sísmicos en esta isla, que sufrió una deformación de centímetros, como comprobaron científicos de la Universidad de Cádiz, del grupo de Manuel Berrocoso.
En todo caso, en Chile, ante esta alarmante actividad del subsuelo de la tierra en la península antártica, se ha constituido una mesa técnica integrada por el Instituto Antártico del país (INACH), el organismo que vigila los volcanes (Sernageomin), la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública (ONEMI), el Centro Sismológico Nacional y el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) para elaborar boletines informativos de utilidad para el personal científico. No en vano, muchos países ya están preparando su regreso, más o menos limitado por la pandemia, en los próximos meses…
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