Estamos en venta
Vivimos en una realidad alucinada en la que resulta lógico, por ejemplo, que Italia, si estuviera en venta, costara menos que Apple. Y quien dice Italia dice España o Francia.
Ahí tienen la manzana de la Biblia. El bocado que le falta es el que le dio Adán y que aún llevamos los hombres atravesado en el gaznate, imitando la forma de una nuez. El Homo sapiens, según algunos, viene de un primate que ingirió un vegetal alucinógeno. Significa que desde entonces vivimos bajo los efectos de una sustancia psicotrópica que contenía esa fruta. Lo cierto es que desde entonces no hemos hecho más que barbaridades. Barbaridades buenas y barbaridades malas. “Lo importante”, dice Julio Ramón Ribeyro en sus Prosas apátridas, “no es que Leonardo haya producido La Gioconda, sino que la especie ha producido a Leonardo”. En ese sentido, todas las grandes obras de la humanidad son colectivas, aunque las haya realizado un individuo.
Lo grave, añadimos nosotros parafraseando a Ribeyro, no es que Hitler haya producido el Holocausto, sino que la humanidad ha producido a Hitler, y en esa medida también tuvimos alguna responsabilidad en aquello. Ahora, la manzana ha devenido símbolo del capitalismo sin fronteras. Ahí la tienen, en este caso en una tienda de Bangkok, pero luce tan atractiva en las de Madrid o Nueva York. No hay mortal que no desee morderla y el modo de hacerlo consiste en adquirir un teléfono inteligente de la marca. Vivimos en una realidad alucinada en la que resulta lógico, por ejemplo, que Italia, si estuviera en venta, costara menos que Apple. Quien dice Italia dice España o Francia. ¿Pero quién nos asegura que no estamos en venta en la medida en la que disponemos de ejércitos de parados dispuestos a subastar su hígado para comer?
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