Un pacto de sangre con los libros
Su abuelo Francesc le sembró de niño la pasión por las ideas y las letras. Y paso a paso, Daniel Sardà ha ido dando forma a su destino hasta lanzar su editorial dosmanos sin temor a los tiempos inciertos de la pandemia.
Desde que su abuelo Francesc le obligaba a leer a Platón o a Sócrates y a jugar al ajedrez con 10 años, Daniel Sardà intuyó que acabaría siendo editor. Cada una de esas esferas daba la medida exacta de lo que necesitaba para aprender. De los filósofos griegos, la materia con la que urdir los renglones de sabiduría que contiene cada libro. Del ajedrez, la destreza mental con que pensar estrategias para sobrevivir en un negocio que es adictivo, pasional, intuitivo e incierto, como el propio juego. Fue un máster inconsciente que hoy ha convertido a aquel niño en editor, para orgullo del abuelo Francesc. “Tanto él como mi padre, Xavier, son abogados pero muy lectores”, dice. “Al final me he acabado dedicando yo a lo que ellos soñaron hacer”.
La filosofía y lo poético fueron después una obsesión de vida para Sardà, de 30 años. Es más, la filosofía que alimenta poetas y viceversa. “Los cruces”, señala. “Quizás me viene porque mi abuela Lola es de Huelva y mi abuelo Francesc representa el seny catalán. Ambos extremos están obligados a entenderse”. Y, de extremos, Daniel sabe. ¿Cómo, si no, lanzar una editorial en plena pandemia?
Antes se fue formando a conciencia. Primero estudió Humanidades en la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, donde nació; después en La Sorbona, donde indagó la relación entre María Zambrano y Antonio Machado, y, después, entre Heidegger, Adorno, Rilke, Celan y Hölderlin. Además, había editado la revista Poetas Parits antes de volver a la Pompeu para hacer su máster de edición.
Con ese bagaje, se echó a lo que será definitivamente su mundo como un faquir que recibe su bautismo de fuego. Tenía claro el nombre de la editorial: dosmanos, en minúscula y todo junto. “Por aquello de que para crear un libro necesitas tanto a un autor como a quien hace posible que ese mundo imaginario se convierta en objeto: viene de ese compromiso, de ese pacto, con una aureola menos empresarial y más romántica. Un editor es un fanático de lo suyo, alguien que llega a crear una empresa, la estructura capaz de hacer posible esa materia de sus sueños”, dice.
Claro el nombre, por tanto; claros los dos primeros títulos a lanzar: El caso Salabert, de David Cameo, e Ida, de Hélène Bessette, dos novelas de autores a descubrir. Más riesgo. Y clara tenía también la fecha de lanzamiento: 12 de marzo de 2020; pero irrumpió el coronavirus y lo dejó en espera, “durmiendo meses sobre las cajas de los libros ya impresos”.
Por fin, su hora ha llegado. Los títulos por los que ha realizado una apuesta primera radical ya están presentes en varias librerías y los ha dado a conocer en la feria de Sant Jordi, retrasada este año de abril al 23 de julio. A lo largo de 2020 aparecerán en dosmanos cuatro libros más. Un milagro, porque ni recibió las ayudas que había pedido a la Unión Europea. “Tuve que meterme en un crowdfunding para empezar y pagar facturas. Pero cuando aparece un problema, brotan varias soluciones a un lado”.
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