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Janaína de Assis Matos, policía negra en Brasil:  “El machismo y el acoso vienen en el ‘paquete”

La agente de la policía civil en Río de Janeiro, de 35 años, tiene suficiente experiencia para hablar sobre el racismo estructural que impregna el cuerpo. El machismo y el acoso vienen en el paquete, como ella relata en esta entrevista

Janaína de Assis Matos, agente de la policía civil en Río de Janeiro (Brasil).
Janaína de Assis Matos, agente de la policía civil en Río de Janeiro (Brasil).Leonardo Coelho/brpress

Janaína de Assis Matos, negra, de 35 años, miembro del grupo Policías Contra el Fascismo y agente de la policía civil en Río de Janeiro, tiene suficiente experiencia para hablar con conocimiento de causa sobre el racismo estructural que impregna el cuerpo policial. El machismo y el acoso vienen en el “paquete”, como ella relata. Desde antes de la elección de Jair Bolsonaro, Janaína soporta un acoso moral velado, que se traduce en “guasas” y comentarios de sus compañeros de las fuerzas de seguridad, cuyo apoyo masivo y lealtad a Bolsonaro está siendo objeto de debate.

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“El peor momento fue durante el periodo electoral, en el acto #EleNão; trataban a la gente de ‘ratas, comunistas, drogadictos…”, recuerda Janaína, que está afiliada al PSOL (partido de la concejala Marielle Franco, asesinada por milicianos en Río). “Tras la elección de Bolsonaro, el ambiente también influía: ‘Vamos a expulsar a todos los izquierdistas de la policía’, decían”.

Janaína no oculta sus preferencias políticas. “Soy muy atrevida”, afirma. Ya la han reprendido, claro. Pero no de manera oficial. “Se percibe ese acoso moral, aunque camuflado, siempre que hay algún asunto sobre política”.

Licencia para matar

Según el Instituto de Seguridad Pública (ISP), en 2019, los policías del estado de Río de Janeiro mataron a 1.810 personas, una media de cinco muertes al día, la mayor cifra jamás registrada. Sin embargo, el número de agentes policiales muertos en Brasil cayó un 42% entre enero y junio de 2019: 108, frente a los 187 muertos en el mismo periodo de 2018, según indica el portal G1.

Con miras a reunir votos de una agrupación con casi 470.000 miembros, el presidente de Brasil anunció la creación de un Ministerio de Seguridad Pública, con el objetivo de acercar aún más las fuerzas policiales a su Gobierno, un apoyo que preocupa a los demócratas. “Bolsonaro representa una política de seguridad pública que no resuelve nada y que solo mata a la juventud de las periferias y a los propios policías”, afirma esta agente forense. El presidente ha intentado garantizar la impunidad a los policías que cometan crímenes en el ejercicio de sus funciones.

La gran mayoría de las muertes ocasionadas por policías se declaran “actos de resistencia” [reacción a la orden de detención], y son objeto de una nueva ley (8928/20) que exige un mayor control de esta práctica en Rio de Janeiro, estado que mantiene el récord de letalidad policial. “¿Cuántos inocentes han tenido y tendrán que morir aún?”, se pregunta Janaína. 

Negros y pobres

En 2019 fueron 434 los muertos por “actos de resistencia” en Río, la cifra más elevada desde 1998, según el ISP. “Para la Policía, cuando se matan negros y pobres alegando acto de resistencia, no hace falta investigación pericial”, denuncia Janaína.

Janaína, que trabaja como perito policial, explica ese estado de excepción permanente que priva a una parte de la población de los derechos universales: “En general no se recogen pruebas, ya que la mayoría de los crímenes afecta a una población negra poco escolarizada y de bajo poder adquisitivo. Cuando se recogen, normalmente no se consideran. En este contexto, los gobiernos no invierten en investigación y da la impresión de que a la policía forense solo la llaman cuando no hay manera de incriminar al individuo”.

La agente recuerda que “además de los actos de resistencia, tenemos también el Artículo 70 [que permite condenar a un individuo con la mera declaración del agente policial]”. Para Janaína, esos subterfugios “legales” “muestran que el sistema ni siquiera necesita un delito real para encarcelar y matar”.

Los policías de Brasil matan mucho. Más que los de Estados Unidos. Solo en Río de Janeiro, los policías causaron casi el doble de muertes que los estadounidenses, en comparación con los datos del centro estadounidense Mapping Police Violence [Mapeando la Violencia Policial]. 

Según un estudio llevado a cabo por el Foro Brasileño de Seguridad Pública en 2018, el más reciente que incluye datos raciales, ese año murieron a manos de la policía casi 5.000 brasileños negros, la mayoría jóvenes. La población negra de Brasil casi triplica la de Estados Unidos y los policías brasileños mataron, según un estudio comparativo, 18 veces más negros que los estadounidenses.

Partiendo de esta realidad, ¿existe alguna conexión entre los movimientos Policías Antifascismo y BlackLivesMatter (las vidas negras importan)? “En términos generales, Policías Antifascismo aborda las conexiones entre el racismo y la violencia, haciendo hincapié en los debates sobre prácticas de abuso que generan una alta letalidad, como los actos de resistencia, y la manera en que los agentes policiales podemos intervenir y demostrar que las vidas negras importan”.

Alta letalidad

Janaína, estudiante de doctorado en geoquímica ambiental con especialización en análisis edafológicos –lo que puede ser útil en la investigación de crímenes, a la hora de determinar, por ejemplo, en qué lugar se cometieron–, afirma que tiene pocas posibilidades de trabajar en investigaciones con la policía forense. Y menos aún en la Baixada Fluminense, una de las zonas más violentas del estado de Río de Janeiro, donde, según datos recopilados por Fórum Grita Baixada, los casos de muertes violentas aumentaron un 7,4% en 2018 en relación con el año anterior. Para poner en contexto: se registraron 2.142 muertes: 56 por cada 100.000 habitantes, el 71% de ellas por homicidio; la media de Brasil es de 30,5 homicidios por cada 100.000 personas, la segunda mayor de Sudamérica. La mundial es de 6,1 homicidios por cada 100.000 habitantes, según datos publicados por la ONU en 2019.

“Solicité que me asignaran a la investigación de crímenes violentos en la región, donde fui profesora de química antes de entrar en la policía, hace cinco años”, recuerda la perita, que continúa en esa zona. “Es prácticamente una favela grande”. Por orden judicial, el Gobierno federal tendrá que publicar informaciones y denuncias sobre violencia policial en la Baixada en 2019.

Cultura machista

Janaína recalca que cada vez menos jóvenes, sobre todo mujeres, tienen interés en ingresar en la policía civil o militar de Brasil. Y no solamente debido a la violencia endémica y a la precarización de las condiciones de trabajo, “sino sobre todo por el machismo institucionalizado en ambas instituciones”. “Las mujeres que optan por enfrentarse a la cultura machista de los dos cuerpos en un intento de transformarlos, deben enfrentarse al acoso moral y sexual ya en el periodo de formación”, asegura. Un ejemplo reciente de esto la sorprendió a ella misma: dos mujeres agentes presentaron una denuncia contra un influyente oficial y colaborador del actual gobernador del estado de Río de Janeiro, Wilson Witzel, exjuez federal y autor de la frase “Los policías van a mirar a la cabecita y… fuego” (orden para que los tiradores abatan a quienes porten fusiles).

El instructor Márcio Garcia Liñares –expresidente del Sindicato de Policías Civiles, exasesor especial de la Casa Civil del gobernador Wilson Witzel, que lo nombró, en marzo de 2020, miembro de la comisión para la privatización de la Compañía Estatal de Aguas y Saneamientos de Río de Janeiro (CEDAE por sus siglas en portugués)– fue denunciado por unas alumnas, conforme a lo publicado en el boletín interno de la Policía Militar del Estado de Río de Janeiro de mayo, obtenido en exclusiva para el reportaje. La causa se lleva bajo secreto en la Oficina de Asuntos Internos de la PM-RJ.

Janaína cuenta que Policías Antifascismo está ofreciendo apoyo a las agentes que han denunciado el acoso del instructor. “Estoy convencida de que van a intentar convencerlas de que retiren la queja, so pena de ser mal vistas en el cuerpo o bajo amenaza de imponerles una sanción geográfica. Pero la investigación está en marcha y confiamos en que ellas no desistan”.

Janaína sí ha pensado en rendirse. “El machismo se construye en la división de tareas dentro de la Policía Civil; las mujeres son automáticamente asignadas a áreas administrativas y las que están en la calle es porque se han puesto firmes”, relata. “Durante la formación, los profesores ya intentan apartar a las mujeres de las operaciones a base de intimidaciones”.

En el día a día, las agentes también reciben un trato diferenciado. “En una reunión estábamos siete peritos, y yo era la única mujer. Comenté un caso que yo había investigado y el delegado no dejaba de preguntar datos sobre el informe. Me di cuenta de que era la única a la que se cuestionaba. Los delegados y los inspectores siempre me cuestionan. No sucede lo mismo con los peritos hombres”, asegura la agente.

El racismo, en el caso de Janaína, es una vía de doble sentido. Las víctimas de familias pobres y negras reciben peor trato por parte de los policías y estos también discriminan a sus compañeros “de color”. “En una plantación, apresaron in fraganti a una acusada de homicidio, y estaba muy nerviosa. Fui a conversar con ella, a decirle sus derechos, entre otras orientaciones, cuando un delegado, hablando con otro policía y señalándome a mí, preguntó: “¿Y aquella ‘gansa’ quién es?” [ganso es el término peyorativo usado por los policías para “deshumanizar” a un delincuente]. El policía respondió: “Doctor, esa es la perita”.

Texto en colaboración con el documental Agora Eu Quero Gritar: Mortos pela Polícia e Exército no Rio – Uma Conexão entre Brasil e Haiti (60 min., 2020), coproducido por la periodista Juliana Resende, autora del libro Operação Rio – Relatos de Uma Guerra Brasileira (Scrita, 1995).

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