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Retrato del coronavirus en los mercados de Goma

Con gran parte de su población dependiente de la economía informal, la ciudad congoleña ve las medidas de prevención ante la pandemia como un lujo. Así lo muestra el proyecto ‘Congo in Conversation’ de la Fundación Carmignac

Vendedores y compradores en el mercado de Kituku, en Goma..
Vendedores y compradores en el mercado de Kituku, en Goma..Cedida por Moses Sawasawa

Al observar las fotografías de Moses Sawasawa en el mercado de Kituku, apenas una semana después de que la República Democrática del Congo hubiera declarado el estado de emergencia, el pasado marzo, se diría que no cabe ni un alfiler. Mucho menos la distancia interpersonal que las autoridades sanitarias del país imploraban en los medios de comunicación. Pero, cuando la electricidad a menudo no llega para refrigerar alimentos, dedicarla a la televisión o la radio no es una prioridad ni tan siquiera en tiempos de covid-19. Así ocurre en Goma, donde se sitúa este mercado bañado por el lago Kivu que ha retratado Sawasawa, uno de los fotógrafos de Congo in Conversation, una iniciativa que la Fundación Carmignac ha ideado para adaptar la undécima edición de su premio, que este año está dedicado a este país africano.

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El premio Carmignac reconoce cada año la labor de un fotoperiodista al que financia la elaboración de un reportaje basado en derechos humanos y medioambiente sobre el terreno durante seis meses. Este año el galardonado había sido al fotógrafo canadiense Finbarr O'Reilly y tenía el encargo de desplazarse a República Democrática del Congo, después de que en ediciones anteriores la fundación se haya asomado a las realidades de Gaza, Pakistán, Zimbabue, Chechenia, Irán, la Guayana francesa, Libia, Nepal, el Ártico y el Amazonas.

La decisión del jurado se produjo dos meses antes de que el país confirmara su primer caso de contagio por coronavirus y limitase la movilidad. Así que para salvar esta edición, los impulsores del premio han tenido que darle un nuevo enfoque. Intentando mantener el espíritu del galardón, que pretende profundizar sobre realidades complejas, la fundación ha optado por una nueva mecánica hasta que se pueda recuperar el concepto original cuando vuelvan a abrirse las fronteras. Este cambio supone que un equipo de siete fotógrafos congoleños trabajan, bajo la coordinación de O'Reilly, para dar forma a Congo in Conversation, una suerte de cuaderno de bitácora de cómo se vive la pandemia en este país ubicado en el núcleo de África.

Siete fotógrafos congoleños trabajan para dar forma a una suerte de cuaderno de bitácora de cómo se vive la pandemia en este país ubicado en el núcleo de África

Todas las cifras que nos llegan de la República Democrática del Congo son grandilocuentes. País casi cinco veces más grande que España, el segundo en tamaño del continente africano; más de ochenta millones de habitantes, tantos como sus hectáreas cultivables; más de la mitad de las reservas mundiales de cobalto y el 70% de las de coltán, de los que depende cualquier dispositivo electrónico, así como oro, diamantes, estaño y tantalio que hacen del Congo el paraíso mineral. Pero el 85% de su producción minera está en manos extranjeras y aquí empieza a torcerse esta exposición de datos: 58 millones de personas en la República Democrática del Congo viven en la extrema pobreza, según el Banco Mundial; 1,8 millones de personas desplazadas en el país solo en 2018, según el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC) y 1,7 millones de emigrantes congoleños en el mundo el último año, según la ONU. A esto se suma la estimación de más de cinco millones de muertes en el este del país desde 1996 a causa de la conocida como guerra mundial africana, que llevó el genocidio de la vecina Ruanda a sus fronteras y que ha dejado cientos de grupos armados desperdigados por el territorio e incontables personas fallecidas a su paso.

Estas macrocifras asociadas a la República Democrática del Congo no coinciden con sus datos de la covid-19 que, a fecha de 2 de agosto, ascienden a más de 9.115 contagiados y 215 muertos. Sin embargo, Sawasawa no es optimista al respecto: “Esta pandemia afecta a todo, incluso al dólar, que estaba costando 1.600 francos congoleños y en la actualidad se vende por 1.800, 1.900 o incluso 2.000 francos congoleños. La inestabilidad de los tipos de cambio y el cierre de las fronteras son parte de las consecuencias del coronavirus en la RD Congo, y en particular en Goma”. Por eso, sentencia: “Este virus tendrá un mayor impacto negativo en la población que vive día a día”.

La economía informal congoleña representa entre el 80 y 90% de su empleo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y cuando lo que se gana en cada jornada es el sustento que mantiene a familias enteras, no hay resquicio para la distancia interpersonal que se invoca desde Kinshasa, su capital, situada a más de 1.500 kilómetros de Goma. “El mercado sigue funcionando. Los vendedores tienen que lavarse las manos al entrar y se supone que deben respetar el distanciamiento social, pero para nosotros, respetar un metro de distancia en el mercado es imposible. El comercio informal implica contacto cercano y transacciones en efectivo pasadas de mano en mano”, narra Sawasawa en la página web de la iniciativa donde publica sus fotografías.

Aun así, al entrevistarlo insiste en que lo que puede ayudar a que la situación no empeore es el respeto a las medidas preventivas, "aunque sea un poco difícil respetarlas en mi país, especialmente en mi ciudad, Goma", explica, donde, tal y como concreta en la plataforma, las personas siguen yendo a los mercados no porque no les importe su salud, sino porque es una necesidad absoluta. “Millones de congoleños dependen de algún tipo de comercio diario o callejero. No tenemos el lujo de observar el distanciamiento social o permanecer en el interior durante días o semanas”, señala el fotógrafo. Naciones Unidas cifra en más de quince los millones de personas que precisan de asistencia humanitaria en República Democrática del Congo, cifras anteriores a que estallara la pandemia.

Como fotógrafo congoleño joven, me siento orgulloso de desempeñar un papel activo en la lucha contra esta pandemia mundial Moses Sawasawa, fotógrafo

Este virus es uno de las tres que enfrenta actualmente el país, con seis mil personas muertas por sarampión en el último año y nuevos casos de ébola aflorando. Goma es la capital de la provincia de Kivu del Norte y, en palabras de este fotógrafo, lo que más contagia allí ahora mismo es la reproducción de noticias falsas. “La desinformación se está extendiendo, especialmente a través de las redes sociales. Desde la declaración del estado de emergencia, los rumores se extienden en casi todas partes, en Facebook y entre los grupos de WhatsApp, con mensajes diciendo que el virus no existe. Las consecuencias son peligrosas porque, si la gente se cree que la covid-19 no existe, no va a protegerse de ella y eso puede causar un contagio muy rápido”.

El papel todo lo aguanta y palabras como escasez, epidemia o violencia que suelen acompañar a ciudades como la congoleña Goma no hacen, ni le hacen, justicia. “Crecí en un ambiente de guerra, pero no tengo por qué fotografiar la guerra porque no es lo único que hay en mi comunidad. Prefiero capturar la vida cotidiana porque, a pesar de los conflictos, la gente está trabajando, estudiando e inicia proyectos. Lo que me interesa y me fascina de la fotografía es lo humano, sobre todo las mujeres y los niños, que están casi omnipresentes en mis fotos. Sin embargo, no puedo disociar el ambiente de los sujetos que fotografío porque define su identidad. Son actores de una escena que capturo desde mi objetivo a diario”, explica Sawasawa vía correo electrónico.

Una costurera del mercado de Majengo, en Goma, mira su teléfono móvil ante la falta de clientes.
Una costurera del mercado de Majengo, en Goma, mira su teléfono móvil ante la falta de clientes.Cedida por Moses Sawasawa

Es el caso de la costurera que protagoniza una de sus fotografías de Congo in Conversation en el mercado de Majengo, uno de los barrios de la ciudad. “La imagen me conmovió profundamente porque, al no tener clientes por la covid-19, se centra en su teléfono para entretenerse y olvidarse de las preocupaciones que encontrará en su casa cuando regrese”, relata. Moses Sawasawa ve su labor en este proyecto, como “una salida para olvidar" la precaria situación política que ha afectado a su provincia por más de una década y para demostrar a todo el mundo que, a pesar de la guerra, la juventud congoleña posee muchos talentos. "Como fotógrafo congoleño joven, me siento orgulloso de desempeñar un papel activo en la lucha contra esta pandemia mundial”.

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