El asesinato de Haacaaluu Hundeessa no mata las esperanzas del pueblo oromo
La muerte del músico es considerada por sus seguidores como un acto más de violencia policial. Las protestas se extienden por la capital de Etiopía
El cantante oromo Haacaaluu Hundeessa fue asesinado el lunes 29 de junio por la noche en Addis Abeba, capital de Etiopía. Con su música llevaba años dando voz a la lucha de su pueblo. La reacción de sus seguidores no se hizo esperar: el martes por la mañana el Gobierno etíope cerró Internet tras las primeras protestas que surgieron en la capital cuando cientos de jóvenes se congregaron para acompañar el cuerpo de su ídolo. Las autoridades intentan evitar una reacción violenta a gran escala que podría derrocar al primer ministro Abiy Ahmed Ali que, a pesar de todos sus logros durante su tiempo en el poder, no ha conseguido ganarse el corazón de los oromos, el mayor grupo étnico de Etiopía, con más de 30 millones de personas.
Maalan Jira…? (¿Qué existencia es mía?), título de uno de sus temas, es un buen ejemplo de la militancia de este músico y compositor. En esta canción de 2015, Hundeessa condensa la historia del pueblo oromo. La música alegre y bailable hila el dolor, el orgullo, la esperanza y la desesperación de sus gentes. Comenta las diferencias de los oromos con el resto de los pueblos etíopes y lo anómala que es su situación dentro de un país con el que no se identifican. Es una clara ilustración del dilema que vive este grupo étnico entre la modernidad, sus raíces y su lucha por la emancipación política.
Hundeessa ha sabido rescatar las tradiciones milenarias de sus gentes y darles un nuevo sentido. Bailes y música sirven para conservar viva la lucha de los oromos contra la marginación y humillación en la que dicen vivir. Él era el último de una serie de cantantes y compositores que ha mantenido encendida la llama de la esperanza de un mañana distinto. “Desprovistos de agencia, voz y visibilidad, los oromo utilizan la poesía, la música y la narración de historias para articular sus experiencias de marginación y para resistir las formas de conocimiento y los modos de interpretación utilizados para legitimar su opresión”, explica Awol Allo en el periódico Addis Standard.
La música ha desempeñado un papel muy importante en la transmisión de la identidad, la cultura y la memoria del pueblo oromo. Una herramienta que ha preservado ardiendo la llama de la resistencia y ha ayudado a desmontar las narrativas creadas por el Gobierno etíope en su intento por homogeneizar el país. Umar Suleyman es otro de los grandes nombres dentro de esta corriente musical. En sus temas lanza continuas llamadas a la organización y la acción. Especialmente en los 1990, sus canciones desempeñaron un papel muy importante en el aliento a la rebelión no violenta a frente a la violencia del Estado. Lakki Yaa Wayyaanee es uno de estos temas.
En los últimos cinco años, de manera especial, el Gobierno etíope ha usado una fuerza desmesurada para reprimir las protestas de los oromo, como varias ONG han denunciado. En 2014, se presentó el Addis Ababa and Surrounding Zone Special Zone Integrated Master Plan, conocido popularmente como Master Plan, para ampliar los límites de la capital ocupando parte del territorio oromo. Addis Abeba es conocida como Finfinne por ellos.
Este proyecto ha supuesto la expropiación forzosa de tierras pertenecientes a campesinos oromos o de pequeños pueblos y ciudades donde esta etnia habita. Se trata de tierras ancestrales en las que estas personas encuentran su sustento. La Constitución etíope considera todas las tierras del país como propiedad del Estado y a sus ocupantes los califica de inquilinos. Los oromos defienden que solo ellos pueden ser los dueños legítimos de su propia tierra.
La música desempeña un gran papel en la transmisión de la identidad, la cultura y la memoria del pueblo oromo
Este es un episodio más de la difícil relación existente entre los oromos y el Gobierno etíope desde siempre. Sus raíces se encuentran en la lucha por la identidad, los recursos y los derechos de este grupo étnico. Históricamente, se ha sentido marginado y discriminado por los distintos gobiernos de Adís Abeba. Muchos miembros son frecuentemente arrestados arbitrariamente y acusados de pertenecer al Frente de Liberación Oromo (OLF), que en el pasado tomó las armas para defender su causa y la autodeterminación y que es tildado de organización terrorista.
La última canción de Hundeessa, Dafii kottu yaa, repite, una vez más, estas quejas. “Llora por Finfinne, una ciudad que durante generaciones condenó la cultura e identidad oromo a una existencia subterránea precaria”, afirma Allo. Un tema que a través de sus versos poéticos reabre viejas heridas. Ahora, su asesinato ha vuelto a levantar esos ánimos del pueblo oromo que él siempre mantuvo altos con su música. Las protestas se extienden y el Gobierno responde con contundencia. Su legado seguirá vivo.
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